La Universidad de Oviedo se blinda contra el plagio con ChatGPT

ASTURIAS

F. Sotomonte

«Es imposible que un alumno entregue un trabajo completo realizado con Inteligencia Artificial y que no lo detectemos», asegura el vicerrector de Gestión Académica, José Miguel Arias

30 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La irrupción de las nuevas tecnologías, sin duda, ha supuesto un gran avance para la sociedad en innumerables aspectos. Sin embargo, como dice el refranero, hecha la ley hecha la trampa. Nuevas herramientas como la Inteligencia Artificial han roto muchos de los esquemas utilizados hasta el momento en numerosos campos, entre ellos el educativo. A través de plataformas como ChatGPT un alumno podría resolver problemas, desarrollar ideas e incluso confeccionar trabajos completos con tan solo un clic. Un nuevo escenario para el que la Universidad de Oviedo ya se blinda. «A día de hoy, sería imposible que un alumno entregara un trabajo completo realizado con Inteligencia Artificial y que no lo detectemos», asegura José Miguel Arias, vicerrector de Gestión Académica de la institución asturiana.

Uno de los sistemas que utiliza la universidad para prevenir el fraude académico se llama «Turnitin». Con esta herramienta, todo el profesorado tiene acceso directo a la revisión de similitudes en los trabajos académicos desde el Campus Virtual, el lugar donde se encuentra integrada la aplicación. Además, existe la posibilidad de solicitar una cuenta en «Turnitin» para hacer uso de esta herramienta a través del sitio web, una opción solicitada por 1.777 docentes.

Los últimos datos de la Universidad de Oviedo reflejan que entre enero y junio de este 2023 ha habido un total de 7.688 textos pasados por esta herramienta de prevención del plagio. Del total, hasta 4.572 escritos contenían entre un 1% y un 24% de similitudes: 560 tuvieron un 0%; 1.663 entre un 25% y un 49%; 600 entre un 50% y un 74%; y 293 entre un 75% y un 100%. Cabe incidir en que esta herramienta lo que detecta es la similitud del texto que escanea con textos ya publicados. Esto quiere decir que en ningún momento detecta el plagio en primera estancia, ya que esa labor corresponde al docente a partir de la lectura y análisis del texto a través del informe de similitudes proporcionado por «Turnitin». Sería, por así decirlo, una primera alarma contra el plagio de un trabajo.

«No es más fácil plagiar ahora que años atrás»

José Miguel Arias asegura que «no es más fácil plagiar ahora que años atrás». El vicerrector de Gestión Académica de la Universidad de Oviedo explica que si bien ahora hay más herramientas, a las que se suman las ya tradicionales, también existen nuevos sistemas avanzados para la prevención del plagio, que fundamentalmente se suele dar en Trabajos de Fin de Grado (TFG) y Trabajos de Fin de Máster (TFM). Por definición, incide, el plagio sería una modalidad más del llamado fraude académico, en el que entrarían otras técnicas como los trabajos por encargo a terceros o el famoso «corta y pega».

De lo que se encarga «Turnitin» es de resaltar aquellos párrafos o extractos en los que detecte una similitud con textos publicados. «Después son los profesores los que examinan si existe un plagio o no», apunta. Y es que la herramienta lo marca todo: desde los textos entrecomillados, como Reales Decretos que se vayan a analizar y por lo que saltaría un alto porcentaje de similitud no considerada plagio; hasta reformulaciones que la aplicación considere similares a otras ya publicadas. «No se podría dar un porcentaje concreto, pero podemos decir que si hubiera más de un 50% de similitudes saltarían las alarmas. Aunque depende de cada trabajo», añade el vicerrector.

¿Cuál es la mejor manera de blindarse contra el plagio?

La respuesta de Arias es clara: el seguimiento continuo por parte de los profesores. La mejor manera de blindarse frente al plagio, más allá de herramientas como «Turnitin», es el tradicional contacto entre profesor y alumno. Es por ello que una de las formas de prevención que utiliza la Universidad de Oviedo pasa por la potenciación de tutorías, entregas periódicas de parte del trabajo o el intercambio de correos electrónicos. En definitiva, un «feedback» persistente entre docentes y estudiantes. «Es la forma más efectiva de detectar las malas prácticas», apunta José Miguel Arias.

Pero, ¿cómo se da cuenta un profesor de que un trabajo está hecho por la Inteligencia Artificial y no por el alumno? Pues hay varias formas de detectarlo, como las expresiones utilizadas, las construcciones gramaticales o los tiempos verbales, entre otras. «Cada persona tiene una forma personal de expresarse a la hora de escribir y eso se nota cuando un texto lo redacta la Inteligencia Artificial», indica Arias, quien asegura que aunque ya hay algunas herramientas concretas para detectar el plagio específico con estas nuevas herramientas «podría darse el caso de que saltaran falsos positivos». Una de las razones por las que la revisión del profesorado es esencial.

Si bien la mayor parte de los estudiantes son ellos los que realizan y entregan los trabajos, la Universidad de Oviedo está «ocupada y preocupada por evitar que se produzcan este tipo de situaciones». «Que existan herramientas para plagiar no es un indicativo de que los alumnos las vayan utilizar para esa finalidad», explica José Miguel Arias, quien aboga por usar la Inteligencia Artificial como una herramienta «constructiva».