El calvario de una familia lenense a la que mataron cuatro vacas a tiros: «¿Cuando termine con los animales, va a venir a por mí?»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

Detalle de los impactos de postas en el cuello de una de las vacas muertas
Detalle de los impactos de postas en el cuello de una de las vacas muertas

Acusan a un allegado de llevar años robándoles y matando sus perros, caballos y vacas, las últimas el pasado sábado, así como de sustraerles todo tipo de material e incendiarles algunas de sus propiedades. «Cuando pase algo gordo será tarde», advierten

05 jun 2023 . Actualizado a las 17:38 h.

Una familia de Parana, en Lena, lleva padeciendo un verdadero calvario desde hace unos cuatro años. El último episodio tuvo lugar entre el viernes y el sábado, cuando aparecieron en una finca cuatro reses muertas y una herida por disparos. Es un via crucis que ha ido en aumento, comenzando con pequeños desperfectos y derivando en animales muertos, robos de ganado, incendios e, incluso, amenazas.

Sara García es una de las integrantes de esta familia. Sospechan que el causante de todos sus quebraderos de cabeza es un joven de 35 años que, paradójicamente, es familiar suyo.

Tras interponer la correspondiente denuncia ante la policía en Pola de Lena, la Guardia Civil se desplazó hasta el lugar en el que se produjo el último ejemplo de esta serie de agresiones (una zona conocida como Monte Ladrones) en la que se constató que los hechos eran ciertos. Sus familiares «llamaron a la Guardia Civil, pero los de Pola de Lena no podían subir, porque dijeron que tenían un control, por lo que acudieron de Oviedo».

Asimismo, «subió un veterinario para hacer el informe y dijo que no había visto nunca nada así». «Los del Seprona vinieron de Oviedo el domingo y dijeron lo mismo, que estaban flipando y que no se podía consentir», constata.

Las pesquisas de la Guardia Civil y el Seprona permitieron dar con el principal, por no decir único, sospechoso al que se le tomó declaración en calidad de investigado. El caso se encuentra ya en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del concejo.

Este vecino de Pola de Lena tiene ya una larga lista de denuncias por hechos muy parecidos. Todo se remonta a hace unos cuatro años. «Esto empezó antes incluso que la pandemia», dice. «No sabemos al 100% por qué hace esto, pero por lo menos se diría que no está bien de la cabeza», comenta. La familia siempre había tenido «cabras, vacas y yeguas» y el acoso comenzó viendo cómo eran sacadas de las fincas. Después de eso, «poco a poco, fue tirando los cierres de prados y demás».

Dos cabañas quemadas

El padre y el tío de Sara heredaron dos cabañas de su abuelo, ambas con un valor «más sentimental que económico», ya que una de ellas era la vivienda en la que se habían criado. «A finales de verano todos nos juntábamos allí», apunta.

Recuerda que en 2020, después del confinamiento, tenía la intención de pasar allí el día con unos amigos, si bien finalmente decidieron no subir. «Todavía me arrepiento», explica. Dos o tres días después se encontraron «la cabaña de arriba del todo quemada, una cuadra sin tejado y los muros deshechos. Mi tío hasta padeció un microinfarto».

Una de las cabañas incendiadas
Una de las cabañas incendiadas

Ante la subida de intensidad de las agresiones decidieron ponerlo en conocimiento de las autoridades. Sin embargo, «la Guardia Civil dijo que, como no había pruebas, no se podía hacer nada». «En septiembre de 2020, con motivo del Día de Asturias, mi pareja, mis padres y yo fuimos a cenar, y mi tío también fue con su pareja a pasar el día», comenta.

Al llegar a casa, unas horas después, se encontraron «la puerta de la caseta abierta». Tras inspeccionar comprobaron «que faltaban cabezadas de yeguas, herramientas» y otros bienes. Al llegar a la cuadra se encontraron «once o doce gallinas con la cabeza arrancada». Del mismo modo, un border collie y dos perros de caza que había también en la propiedad desaparecieron.

Siguiendo con este relato de acoso, en el verano de 2021 les desapareció una novilla que habían subido al puerto. «Ese mismo año, ya en invierno, teníamos caballos en el puerto. Mi padre subió y vio que faltaba un semental y dos yeguas. No encontramos más que un hueso de una pata y piel», rememora.

Una cabaña de la familia tras ser pasto de las llamas
Una cabaña de la familia tras ser pasto de las llamas

Ya en 2022, el 8 de febrero, su padre la avisó de que otra de sus yeguas estaba en un prado, actuando de manera errática. Al acercarse a comprobar si el animal estaba bien la encontraron «con los dos ojos quemados». «Le hicieron mil pruebas y no encontraron explicación de qué le pudo pasar», añade.

En abril del pasado año, poco antes de Semana Santa, se produjo un nuevo capítulo de esta pesadilla. Sara García se encontraba trabajando cuando recibió la llamada de un vecino. «Me dijo “¿te faltaban unas yeguas, no? Pues no las busques más”», indica. Al rato encontraron a los dos animales muertos en un prado del que era imposible que hubieron podido salir por sus propios medios. «Las encerró allí para que murieran», explica con rabia esta vecina de Pola de Lena.

Ya en septiembre de 2022, el padre de Sara García encontró «con la cabeza hinchadísima» a un caballo que, junto a dos potras, habían echado en falta unos días antes. «Pensamos que se había dado un golpe», comenta. Sin embargo, tras ser tratado el animal con antibióticos y antiinflamatorios por el veterinario, volvió a empeorar tras unas horas.

Entonces pudieron comprobar «que dentro tenía postas. Le habían disparado». Tiempo después también padecieron el robo de otro perro, así como de varias vacas y una xata de un familiar.

«¿Tenéis miedo, eh?»

Este sábado, tras la última agresión padecida, esta persona de la que la familia sospecha «dijo que no había estado en la zona», una vez que las autoridades lo localizaron. Asimismo, según relata esta lenense, no dudó en mirar «desafiante» a su padre y a su tío, allí presentes, y les dijo «¿tenéis miedo, eh?».

«Me lo cruzo cada dos días y se me queda mirando fijamente», explica. Lo que más le preocupa «no es ya el tema económico, y eso que ya va por más de 30.000 euros», sino la escalada en intensidad y gravedad de los acontecimientos que están padeciendo.

«¿Cuando termine con los animales, qué va a venir a por mí?», se pregunta. Cree que «hay que estar muy mal de la cabeza para hacer lo que ha hecho». En esta línea, a la familia la Guardia Civil le ha asegurado «que va a intentar investigar». Mientras tanto, ante la falta de pruebas, el supuesto culpable, «cada vez se va creciendo más». «Cuando pase algo gordo será tarde», concluye.