La pareja que enseña a montar como en un western en un rancho de Villaviciosa

Adela Riesco
Adela Riesco REDACCION

ASTURIAS

«Queremos acercar la equitación a todo el mundo y disipar la visión de que es un deporte para ricos», dicen Elena Nieto y Benja Guardado, que regresaron a Asturias para formar a cowboys y cowgirls en Argüero

05 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Por mucho tiempo que pase, el imaginario popular sigue rindiendo culto a la figura del cowboy. En la mente de todos se conserva la imagen de aquel jinete protagonista que, en mitad de la aridez texana, enamoraba a la doncella, ajusticiaba a forajidos, corría increíbles aventuras y llevaba una vida de plena libertad en mitad de la naturaleza. Y todo ello subido a lomos de un caballo, su amigo más fiel. Desde un pequeño rincón de Argüero (Villaviciosa), el Club Deportivo Hípico Jors intenta rendir homenaje a este estilo de vida western, más allá de los clichés de la gran pantalla y empezando por la forma de montar a caballo.

Así, desde hace unos meses, el matrimonio formado por Elena Nieto y Benja Guardado trasladó esta aventura formativa de futuros «cowboys y cowgirls», como se refieren a sus jinetes, a su rancho maliayés. Con ello, meten a Asturias en el mapa de comunidades españolas que hoy cuentan con centros de monta western, como pueden ser Madrid, Cataluña, Valencia, País Vasco o La Rioja. Una lista que crece en nuestro país desde comienzos de siglo, cuando la modalidad americana se introdujo tímidamente en el mundo del deporte y la competición frente a disciplinas más extendidas como la doma clásica, saltos o doma vaquera. 

La historia de amor entre Guardado y su mujer tiene impresa la huella ecuestre desde sus inicios. Él nació en Avilés y ella creció en Villaviciosa, pero pasó gran parte de su juventud en Alemania, donde se formó en la equitación. Tras años más tarde y por capricho del destino, Nieto acabaría trabajando para el tío de Benja en su negocio de rutas a caballo por Arriondas, y gracias a él se conocerían. Desde entonces, han hecho del western el pilar de su vida conjunta con la apertura del club deportivo, primero en León y Tarragona y ahora de nuevo en el Principado. «Nos apetecía mucho volver, aquí hay una cultura de apego a la tierra más sencilla», elogia el avilesino. 

Una disciplina basada en la relajación con el animal como protagonista

La decisión de especializarse en monta western surgió por consejo de un amigo y, tras probar durante algunos cursillos con un monitor, «se nos metió en vena», concluye Guardado. Mientras estaban dando sus primeros pasos por esta modalidad, mucho más relajada y natural que el resto de montas, contactó con ellos NaturalHipic, una de las escuelas de western más importantes de España. «Es como si mientras te sacas el carnet, te llama Fernando Alonso para pedirte que le lleves en coche a algún sitio», bromean. Desde que hicieran este proyecto de cooperación junto al centro tarraconense, la pareja se imbuyó por completo en la instrucción de nuevos jinetes. 

La variedad de disciplinas es una de las características principales del western, un tipo de monta nacido de cuidar al ganado más característico de las regiones americanas. «Hay monta western con ganado o sin él y muchos ejercicios de competición distintos, tanto si buscas algo más técnico como un estilo más relajado, tienes donde elegir», relata Nieto. Coinciden en afirmar, de hecho, que la tranquilidad constituye el rasgo más distintivo en todo tipo de monta western con respecto al resto de competiciones ecuestres. «El manejo del caballo en el western huye de la rigidez de otros deportes como el salto, aquí hay que tener un manejo natural y por eso no le decimos al caballo lo que tiene que hacer, se trabaja con ritmos y señales», apunta la amazona.  

El western, de hecho, obliga a la relajación del jinete en primer término para ayudar al animal. «Tú eres el punto de referencia del caballo, en una situación de tensión tienes que demostrarle que está todo bien para que reaccione», añaden. Una de las muchas evidencias que separan esta monta tan especial de las tipologías clásicas se ve en el frenado. Si en las competiciones tradicionales para dejar de galopar tienes que tirar de las riendas del caballo, en el western debes hacer justo lo contrario: soltarlas y aflojar las piernas para que él vaya perdiendo velocidad.  

Por ello, la relación con cada uno de los cinco caballos con los que cuentan en el rancho constituye uno de los aspectos más valorados por los alumnos. «Lo que más acaba gustando es el trato con ellos, cuando se quedan cepillándolos después de cada clase. En el western, trazar un vínculo con el animal y entender su psicología es una parte crucial». Algo que, de nuevo, dista mucho de la conexión que se establece a partir de otras disciplinas, donde los alumnos solo aprenden a montar a caballo, pero no a cuidarle. «Ya hemos tenido alumnos que venían, por ejemplo, de competir en salto, y no sabían cómo hacerse cargo del animal».  

El abanico del Western: desde las competiciones a la filosofía de vida 

Por otro lado, cabe destacar el nivel de profesionalización alcanzado en este tipo de monta nacido del trabajo ganadero. Hoy por hoy se ha convertido un deporte con todas las letras también en España, donde se celebran pruebas a nivel autonómico y provincial con bastante frecuencia la cabo del mes. En lo internacional, la American Quarter Horse Association se perfila como la asociación ecuestre más importante del mundo y la que organiza las competiciones de mayor envergadura.  

No obstante, y a pesar de que Nieto participase en algunas (llegó a conseguir el tercer puesto en una de las pruebas españolas de la AQHA), el interés principal de la pareja no se basa en la competición. «Buscamos acercar la equitación a todo el mundo y disipar la visión de que es un deporte para ricos», menciona él, quien también aclara que «tener un trozo de tierra estable y un caballo que quiera aprender bastan».

Tal y como dicta la monta western, han hecho de la flexibilidad su mayor ventaja: «Tenemos desde niños que quieren convertirse en vaqueros de mayores, hasta actores que necesitan aumentar sus aptitudes o adultos con traumas por caídas anteriores». Con todos está detrás el afán por liberarse de la tensión que podrían sufrir en disciplinas basadas en la competitividad.     

La premisa de la diversión es el básico en su escuela, por eso se ven más próximos al concepto de rancho en vez de al de «club hípico». «También es una declaración de principios», anota Guardado. Entre sus actividades de verano ofrecen estancias de una semana en su finca para experimentar en primera persona cómo sería la vida cowboy, con todas las tareas que conlleva tener a un caballo a tu cargo, además de otros muchos entretenimientos, como juegos, escapadas o concursos de tiro con arco a caballo. La idea consiste en acercarse cada vez más al concepto de ranch holidays, muy extendido en el continente americano. Ya que, como ratifica esta pareja de jinetes, el western va mucho más allá de las películas o de la equitación: es toda una filosofía de vida.