«Necesito que bajen la rampa del autobús para poder salir del barrio»: el ruego de una vecina de Oviedo que usa andador
ASTURIAS
Ana María García tiene una enfermedad degenerativa, «todavía no estoy en silla de ruedas» y no puede permitirse coger un taxi «todo el tiempo». El ayuntamiento busca una solución a su caso que podría beneficiar a otras personas en su misma situación
03 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Ana María García, vecina de Oviedo con una enfermedad degenerativa que le obliga a usar un andador para caminar, quiere utilizar los autobuses del transporte público de Oviedo para salir de su barrio y poder hacer vida normal sin obstáculos añadidos a su movilidad reducida. «El problema es que tengo una neuropatía autoinmune, una enfermedad que me está dejando sin músculos y que no tiene cura», explica. No se puede sentar en una silla que no tenga una determinada altura, no se puede agachar ni ponerse de rodillas porque se cae. Y ya se ha caído muchas veces. «Me partí las costillas, la columna vertebral, la clavícula, me abría la cabeza, me partí una rodilla -enumera-, mil golpes me di y si me caigo tampoco me puedo levantar, me tienen que levantar a pulso porque al no tener musculatura no tengo fuerza para levantarme».
Hace algo mas de tres años tuvo un fuerte brote de su enfermedad y tuvo que dejar de conducir. Su última caída de gravedad fue en febrero del año pasado. «Fue la que me remató. Partí la columna vertebral, aplasté dos vértebras, rompí una y me quedó el cuerpo encogido», explica. Fue entonces cuando el neurólogo le recomendó utilizar un andador para evitar volver a caerse. «Si no voy apoyada llega un momento que me voy para adelante. Necesito el andador, es una extensión de mí misma».
También necesita salir de casa para hacer recados, acudir a las consultas por su enfermedad en el hospital o simplemente visitar a sus familiares en el extrarradio, a sus amigos «que hace meses y meses que no puede ver» o ir hasta el centro de Oviedo. Es viuda, vive en el barrio de Vetusta-Fozaneldi y no puede permitirse coger un taxi cada vez que va y viene. «Además me tienen armadas unas buenas porque voy con andador y no con silla de ruedas -dice-, les tenía que explicar todo lo que tenía y por qué lo tenía para que luego me dijeran que por qué llamaba si no tenía silla de ruedas. Todavía no estoy en silla de ruedas. Lo estaré, pero de momento gracias a Dios mis piernas me sujetan».
Hace unos meses, para acudir a una de sus consultas en el hospital, decidió coger un autobús del servicio público de la ciudad. «Estuve 25 minutos esperando en la parada dando por hecho que iba a ir a la consulta y, cuando me puse a subir, me ayudó una chica. Primero subió el andador y luego me subió a mí», recuerda García, que dice que le pidió a la conductora que, cuando llegase a su destino, le bajara la rampa para poder salir del autobús.
«Me dijo que no la bajaba, que no tenían obligación por la normativa, y quedé petrificada», relata. La conductora, según añade, le explicó también que la empresa de autobuses tiene un seguro de accidentes «por si pasa cualquier cosa, está cubierta». E incluso hizo una llamada en la que otra empleada confirmó lo que ya le había dicho. «La chica que me había subido me volvió a ayudar a bajar a mí y al andador y allí me dejaron en la parada tirada. Volví para casa, sin consultas ni nada, llorando de impotencia y de vergüenza. Si ya estás mal y encima te hacen estas cosas sientes que no vales nada», dice, emocionándose.
«Necesito que bajen la rampa del autobús para poder salir del barrio. No hablo solo por mí, hablo por todos nosotros, que somos muchos y estamos todos escondidos en casa porque no podemos hacer nada», asegura, explicando que su marido murió el año pasado y sigue teniendo paralizadas gestiones que tenía que haber tras su deceso. «No tengo para pagar un taxi todo el tiempo. Estoy prisionera», dice Ana María García, que explica que ha intentando contactar con el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, para rogarle que interceda. Este martes le llamaban del ayuntamiento para explicarle que bajar la rampa no es posible. «Me dijeron que se perdía tiempo, que ocasionábamos retraso en los autobuses».
El Ayuntamiento de Oviedo busca una solución
También ha contactado con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe) en Asturias, donde su presidenta, Mónica Oviedo, explica que en el Ayuntamiento de Oviedo, a través de la concejalía de Políticas Sociales, se está tratando de buscar una solución al caso de Ana María García y que, en principio, lo que ella pide no es posible porque la normativa, por motivos de seguridad, no permite bajar la rampa si no es para que sea utilizada por personas en silla de ruedas o con carricoches.
Oviedo indica, además, que a García se le ha ofrecido la posibilidad de arrodillar el autobús, es decir, bajarlo con la suspensión ajustable hasta la acera para facilitar el acceso. Pero a Ana María, por unos centímetros, no le vale esta solución porque se sentiría más segura y más cómoda utilizando la rampa. «Lo que ella pide no puede ser por las normas de la empresa, porque es peligroso, le dan esta solución que no le encaja pero tienen la intención de buscar una solución para este caso particular que probablemente beneficie a muchas personas que utilizan andador y que a lo mejor ahora no están haciendo uso del transporte público», indica la presidenta de Cocemfe, donde no se han registrado más quejas similares y donde entienden perfectamente que las personas con movilidad reducida por enfermedades degenerativas como Ana María quieran mantener su autonomía «el mayor tiempo posible» e intenten «posponer al máximo el momento de tener que utilizar una silla de ruedas».
Mónica Oviedo también señala que a principios de junio, dada esa receptividad que existe por parte del ayuntamiento para buscar una solución para esta vecina de Oviedo, se va a crear una mesa de trabajo de transporte no solo para este caso sino también para otros problemas que pudieran estar relacionados con la movilidad reducida de los usuarios del transporte público de Oviedo.