El detective de los incendios: «Pronto habrá noticias y habrá sorpresas»

ASTURIAS

El equipo de investigación de incendios del Seprona en el occidente de Asturias
El equipo de investigación de incendios del Seprona en el occidente de Asturias

El cabo del Seprona José Luis Santos explica cómo se investigan los fuegos del occidente

29 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vez que los bomberos consiguen apagar un incendio, una vez que está completamente controlado, llega la hora de los detectives del fuego, los investigadores de la Guardia Civil que se encargan de analizar las pistas que quedan en la tierra quemada: dónde se iniciaron las llamas, si hay o no artefactos incendiarios, qué precedentes hay de fuego en la misma zona. El cabo del Seprona Jose Luis Santos Redondo lleva semanas trabajando con su equipo en la investigación de cinco casos en el occidente y afirma que pronto, en el corto plazo «habrá noticias» sobre los autores y además «habrá sorpresas».

Lógicamente las investigaciones se desarrollan con discreción, pero también con dificultades. No es es fácil indagar en una zona con poblaciones muy pequeñas, donde nadie quiere señalar a ningún vecino. En el conjunto de Asturias las autoridades han hablado de 15 investigados, en el caso concreto de José Luis Santos se ocupa de la investigación de cinco fuegos: tres en Allande y dos en Boal. Con dos conclusiones claras: todos son intencionados, no ha habido ningún fuego iniciado por causas naturales, y también que no hay grupos organizados para provocarlos «está descartado», señaló, «un número tan excesivo de incendios en tan poco tiempo, organizarlo es muy complicado». El cabo advirtió en todo caso que existe, como en casi todos los delitos, un cierto efecto contagio «y hay gente que ve los incendios en las noticias y alguno se le ilumina la cabeza».

¿Cuáles son entonces las «sorpresas» que pueden ofrecer las revelaciones de la investigación? «Me refiero a muchas fake news, bulos que se han hecho virales», apuntó el responsable del Seprona resaltando que «ni hay fuegos para parques eólicos ni se tiran cosas desde aviones» y lamentando el auge de la desinformación sobre este ámbito.

La estadística de la Fiscalía de años anteriores recoge machaconamente los mismos datos, hay una parte de los fuegos que se debe a imprudencias, a venganzas pero el grueso son quemas para hacer pastos que se desbocaron. ¿Fue así también en las dos oleadas de incendios que padeció Asturias entre entre el 29 de marzo y el 9 de abril? «En lo que estamos investigando, lo que ha pasado ahora es lo normal, en el sentido de que es lo que ha pasado todos los años, lo mismo que hace diez o quince años, la metodología es la misma y la tecnología es la misma», la más sencilla, normalmente un mechero y poco más.

«Nadie empieza un fuego pensando 'voy a quemar 20 casas' pero una vez que lo enciendes, ya no depende de ti, el fuego se hace independiente y lo que creías que iba ser una cosa pequeña al final es una gran catástrofe y es lo que pasó cuando hay este tiempo y los vientos cambian, el fuego se vuelve descontrolado».

Porque la magnitud de los fuego de este año fue desproporcionada: 278 incendios forestales que arrasaron 32.000 hectáreas. Los fuegos afectaron a 51 concejos y quemaron 12.000 hectáreas arboladas, 18.000 de matorral, 500 de pastizal y 1.500 dedicadas a otros usos. ¿Por qué fueron tan devastadores? «Por la meteorología de esos días, por la temperatura y los vientos, fue una bomba explosiva, la verdad», apuntó José Luis Santos. En esas fechas había una temperatura inusualmente alta para esa época del año en Asturias y además con viento sur, muy seco, con rachas que superaban los 100 kilómetros por hora. De esto modo llegaron imágenes de fuegos saltando la autopista del Cantábrico. Cientos de personas desalojadas y propiedades destruidas. «Si los fuegos fueran en julio o agosto, yo como investigador descartaría que se iniciaran para pastos, pero en estas fechas, febrero, marzo, o abril, en primavera sí se regeneran». En todo caso, todas las valoraciones del cabo del Seprona están marcadas por una exquisita prudencia y recalcó que no pueden adelantarse conclusiones hasta que estén finalizados los trabajos, son muchos incendios, por causas muy variadas que pueden haberse dado de forma simultánea.

Cómo se investiga un incendio

El trabajo del Seprona empieza cuando termina el de los bomberos. «Lo primero es ver la zona localizar los puntos de inicio. Comprobamos el medio utilizado, si ha sido bien con un mechero o si, como pasa algunas ocasiones, dejan un artefacto incendiario. Eso nos da la idea de si ha sido provocado, intencionado, si ha sido una negligencia», señaló el cabo quien insistió en que «las investigaciones están bastante avanzadas pero aún están en curso. En breves fechas tendréis conocimiento de las motivaciones y de las causas».

Discernirlas no es sencillo en una zona donde las poblaciones son muy pequeñas y todos el mundo se conoce. «Hay veces que son pueblos con cuatro o cinco habitantes, hay un caso que investigamos en una población en la que sólo hay dos vecinos».

Esta semana en Oviedo comenzó un juicio por un incendio acontecido años atrás pero un testigo se desdijo. «Las investigaciones en los montes son muy complicadas, primero no hay cámaras. Toda la información la tenemos que sacar de los estudios que hacemos de qué población es, cuáles son las más cercanas, qué gente reside allí, qué antecedentes hay anteriores de incendios, qué problemática hay en ese pueblo«».

Y obtener esa información es muy difícil: «Tienes que hablar con la gente del pueblo, en muchas muchas ocasiones es gente mayor, que llevan ahí toda la vida y no es que no quieran colaborar, es que evitan tener problemas con un vecino o el otro». En esta ocasión se llegaron a poner en serio riesgo muchas vidas ¿no puede eso facilitar la colaboración con los investigadores? «Debería ser así pero la verdad es que no veo mucho avance en ese sentido, sí hay personas que colaboran pero como norma general es que no quieren señalar a un vecino». En todo caso, y aún así, el responsable del Seprona apuntó que «aunque sean reacios a decirnos cosas, la gente de los pueblos también quiere explicaciones, quieren que se aclaren las cosas».