Primera cosecha de aguacates tras 10 años de «ensayo y error» en Cabranes

María Sánchez Condado
María S. Condado REDACCIÓN

ASTURIAS

 Andrés Ibarra
Andrés Ibarra

Andrés Ibarra y Javier Cívicos pusieron en marcha Aguacastur, que ahora quieren convertir en cooperativa, hace más de una década tras encontrar en Asturias el clima que le viene bien: «Aquí es más fácil cultivar por el poco uso que se le da al suelo y no haber relevo generacional»

19 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Aguacastur es un proyecto realizado por Andrés Ibarra y Javier Cívicos, quienes la semana pasada consiguieron su primera cosecha de aguacates en Santa Olaya de Cabranes. Comenzaron hace más de 10 años estudiando la plantación de este árbol y, tras mucho «ensayo y error», han conseguido obtener los primeros frutos de su proyecto que se agotaron en cuestión de minutos en la plaza del pueblo.

Javier Cívicos, de origen andaluz, llegó a Asturias de la mano del Inventario Forestal Nacional en el año 2009. Vivió en distintos puntos de la región como Grao o Salas, pero finalmente se estableció en Cabranes donde conoció a Ibarra un bilbaíno que llegó a Asturias hace más de 16 años huyendo de la industria de País Vasco y buscando una vida más tranquila.

En 2011, los dos agricultores realizaron el hallazgo del primer árbol de aguacate en Asturias y fue entonces cuando decidieron comenzar con el proyecto Aguacastur. Pero no fue hasta siete años después cuando lograron materializar la plantación de Valbuena. «A plantar realmente empezamos en 2019, pero estudiando el aguacate llevamos cerca de diez años. En el tiempo que llevábamos en Asturias, habíamos encontrado en distintos puntos de la costa varios árboles diseminados. La gente plantaba semillas que salían y con el tiempo daban fruto, era una sorpresa. Nosotros le prestábamos atención a esas plantas y decidimos investigar el cultivo del aguacate para poder llevar a cabo el proyecto», recuerda Ibarra.

Dicen que encontraron en Asturias el lugar perfecto para desarrollar Aguacastur gracias a las abundantes precipitaciones «que le vienen bien» al aguacate. «Además, Asturias no tiene un clima excesivamente frío, como podría ser el de la meseta en zonas como León o Burgos. Estamos protegidos con los Picos de Europa y a la vera del mar, por lo cual el clima es bueno y al aguacate le resulta un clima simpático», explica Ibarra, que asegura que el cultivo en el Principado es más fácil debido al poco uso que se le da al suelo para cultivar.

Ampliación a más terreno

«Está prácticamente inutilizado porque no está habiendo relevo generacional y poca gente trabaja el campo. Por lo tanto, el acceso a los campos, no voy a decir que sea fácil, pero sí es un poco más sencillo que en otras regiones mucho más agrícolas», señala. Aguacastur desarrolla su actividad en una hectárea y media para la cosecha de los aguacates, «pero ahora mismo, solo utilizamos media hectárea para la producción. La otra la comenzaremos a utilizar el próximo año. Aunque sí es cierto que nos gustaría ampliar más porque es un trabajo muy bonito y muy enriquecedor».

El proceso de plantación del aguacate, según explican, varía según la época del año. Por ejemplo, «en invierno simplemente damos paseos por la finca». Sin embargo, «cuando llega la primavera la cosa se pone dura. Hay que quitar mucha hierba y segar mucho, casi una vez al mes. Empezamos, además, con los planes de fertilización, realizamos algún tipo de poda que se le hace a la planta para que tenga la forma que queremos y así estamos hasta que llegue el invierno otra vez. Es ajetreado». Además, al llegar la primavera deben preparar el sistema de riego que lleva parado desde el año anterior y que consta principalmente de «un depósito grande donde podamos almacenar el agua ya sea de la lluvia o de alguna riega o de un sondeo. A partir de ese bidón, saldrían las tuberías que se reparten por toda la finca. A su vez, cada una cuenta con un gotero integrado que lleva el agua hasta la planta. También se necesita una pequeña bomba que impulsa el sistema, un manómetro para medir la presión y algunas válvulas para tener distintos sectores y no regar todo a la vez», explica Ibarra.

Aunque ya habían recogido fruto en años anteriores de sus árboles de estudio, en 2023 realizaron su primera cosecha importante en la finca Valbuena, la cual «no nos ha dado tiempo ni de sacarla al mercado, porque ya está todo vendido a los vecinos. El otro día fuimos a sacarnos una foto con el alcalde en la plaza del Cabranes y la cesta duró cinco minutos. Volaron», recuerda.

El camino hasta aquí no ha sido fácil, aseguran. Antes de conseguir sus primeros resultados los Javier y Andrés tuvieron que aprender sobre la cosecha del aguacate a base de ensayo y error». Hicimos un cultivo del aguacate como si fuera un manzano o cualquier otro cultivo frutal de Asturias y las plantas no crecían. Entonces, a base de mucho estudiar, de leer muchos libros y de bajar a Andalucía a hacer cursos específicos de este tema, nos dimos cuenta de que habíamos cometido un error de base en cuanto a la preparación del suelo. No lo habíamos hecho bien». Un error que conllevó el levantamiento completo de la finca para posteriormente realizar una buena preparación del suelo que les permitió prosperar exitosamente.

Crecer como cooperativa

Se decidieron por la plantación y el estudio del aguacate porque lo consideran «uno de los pocos trabajos agrícolas que nos permitirá vivir dignamente». A lo largo de los años, el proyecto Aguacastur se ha convertido en una realidad. Desde los comienzos, Javier se encargó de la parte teórica, del estudio y del papeleo apoyándose en sus conocimientos de ingeniería forestal y agrícola. Por su parte, Andrés cuenta con un gran bagaje como agricultor, por lo que se ocupa de la organización y ejecución de los proyectos, formando entre ambos «un buen equipo. No hubiéramos llegado donde estamos el uno sin el otro». Ahora, tras el éxito de su primera cosecha, se plantean convertir Aguacastur en una cooperativa.

Además, desde Aguacastur imparten talleres de formación y asesorías referidas a la plantación del aguacate, con el objetivo de «ayudar a la gente para que realmente se le dé el cultivo y para que no cometan mismos los errores que hemos cometido nosotros. Aconsejamos a la gente para conseguir buenas plantas porque es muy difícil arrancar el cultivo con una planta de mala calidad», explica Andrés.