El emperador Augusto le encargó someter a los astures y fue el fundador de Mérida
15 ene 2023 . Actualizado a las 19:01 h.Asturias entró en la historia, como todos en su época, a sangre y fuego. En una larga guerra, de alrededor de una década de duración, contra la todopoderosa Roma que culminó su conquista de la península ibérica bajo el reinado el primer emperador: César Augusto; sometiendo con siete legiones (unos 50.000 hombres) los últimos reductos del norte, los territorios de los astures y los cántabros. A los primeros lo doblegó, no sin muchísimo esfuerzo, afrontando rebeliones y teniendo que cruzar las montañas por los cordales el hombre que luego fundaría la ciudad romana más importante de la península: Emérita Augusta que hoy llamamos Mérida.
A quien Augusto encomendó la guerra contra los astures fue a Publio Carisio y su huella ha llegado a nuestros días (en su nombre se llama la vía y campamento romano de La Carisa, uno de los más relevantes yacimientos arqueológicos de la comunidad), pero de su figura se saben muy pocas cosas con certeza. La misma guerra de Roma contra los astures se trató de explicar durante mucho tiempo como un acto de prestigio para afianzarse en el poder por parte del emperador, aunque historiadores señalan que más bien se trataba de asegurarse de abastecimiento a través del Atlántico para el cada vez más concreto deseo del imperio de fijar el limes, la frontera, con los germanos al otro lado del Rin. Sabemos más, más bien oímos más, de la confrontación romana con cántabros que con astures porque el propio emperador estuvo en tierras de los primeros y los textos contemporáneos tenían que loarlo a él. Las excavaciones arqueológicas que han aportado nueva luz sobre estas guerras frente a fuentes clásicas basadas en documentos a veces muy partidarios o en meras interpretaciones de la toponimia, son relativamente recientes y destacan a finales del siglo XX. Asturias fue intensamente romanizada, lo fue en una durísima guerra por tierra y mar, con una voluminosa intervención de soldados y en la que si Publio Carisio destacó no fue tanto por sus cualidades de estratega (que no debían ser malas) sino por su capacidad para el avituallamiento, para organizar el abastecimiento de material, armas y alimento a sus tropas. De hecho, prueba de su presencia aquí es la acuñación de moneda para pagar a las legiones.
Sobre su figura ha escrito para la conmemoración de Mérida el historiador Enrique Antón Gil, que atribuye el origen del nombre Carisio, el apellido para entendernos en términos contemporáneos, a la Galia narbonense romanizada, con la mención primero a un Tito que podría ser padre de Publio. Y, en todo caso, destaca que se trataba de una persona de plena confianza de Augusto, que participó en las guerras de este contra Pompeyo y que las legiones que dirigió en la conquista del territorio astur (Legio VI Victrix, Legio X Gemina y Legio V Alaudae) «habían luchado contra Augusto a las órdenes de Marco Antonio en la guerra civil. Unos legionarios que fueron reclutados entre el 45 y el 41 a.C., y que lucharon casi la mitad de sus años de servicio a las órdenes de Marco Antonio, pasando la gran mayoría a las órdenes de Augusto a partir de la victoria de Actium en el año 31 a.C.»; es decir, Carisio comandaba a muchos soldados que no le tenía mucho aprecio al emperador y en una guerra muy dura en una zona especialmente escarpada de lo que los romanos consideraban, ademas, el fin el mundo por el oeste.
En este sentido, Enrique Antón Gil destaca que «que Augusto le delegara a Publio Carisio la responsabilidad de dirigir y deducir a estos legionarios y legiones tan especiales es un aspecto fundamental para poder entender su figura y su cercanía con Augusto», un emperador que no quería que se asentaran en sus cercanías, en Italia, legiones que habían luchado contra él sino que las quería fuera, en el periferia y así «Carisio fue también deductor (gobernador) de estos veteranos que rondarían los 35 y 46 años y que llevaban cerca de 20 años luchando. Deductor de unos eméritos que vinieron a recibir su premio de muy mala gana ya que se trataba de una colonia en la periferia, y que por aquel entonces no era capital de nada. Unos eméritos 'cabreados' que preferían lotes de tierras en Italia o en las colonias orientales mucho más ricas y atractivas que Augusta Emérita».
Carisio conquistó a los astures pero no los pacificó a la primera ni mucho menos, padeció rebeliones y pasó apuros. «Se encontraba preparando la campaña contra Lancia con el establecimiento de tres campamentos cuando que avisado por los brigaecinos de un ataque por sorpresa de los astures que habían bajado de las nevadas montañas y que habían dividido sus fuerzas en tres líneas de ataque, cada una de ellas contra cada uno de los campamentos de Carisio», los brigaecinos eran una tribu astur asentada en lo que hoy es León, y lucharon junto a los romanos contra los astures del norte (lo que hoy es Asturias).
«Los problemas para Carisio en el frente astur no acabaron en este momento ya que tuvo que hacer frente a una rebelión de los astures como consecuencia de su carácter violento y cruel, una sublevación que le puso contra las cuerdas, refugiándose en el campamento de Currielos, en la Carisia, hasta el punto de que pudo salvar la situación gracias a la ayuda de C. Furnio que acudió desde la Tarraconense. Y que como consecuencia de las guerras va a generalizar el establecimiento de un sistema monetario en el territorio noroccidental de la Península que va a ir paulatinamente sustituyendo al trueque predominante en la zona».
El signifer de Lena
Un siglo después de que ocurriera todo esto, los astures se habían integrado tanto en el imperio que hasta formaban parte de sus tropas. Y algo liga de algún modo los bosques de Germania con los astures. La conquista del cantábrico se hizo para cimentar el limes con el Rin y hacia allá se fue a luchar el primer astur del que sabemos su nombre: Pintaius, hijo de Pedilecio, natural del castro de Intercatia que, no sin discusión como todas estas cosas, los historiadores sitúan en lo que hoy es el concejo de Lena.
Pintaius se alistó con poco más de 20 años y falleció con 30 luchando contra los germanos. Su carrera militar tuvo que ser más que destacada ya que murió con el rango de signifer, el portaestandarte, que no era poca cosa. Se requería una altura destacada y gran destreza con las armas, ya que no podían llevar escudo.
La lápida de Pintaius se encontró en las cercanías de Bonn y allí está expuesta aunque una réplica exacta puede verse en el Museo Arqueológico de Oviedo.