
Las lenguas secretas como la xíriga o el bron se creaban a raíz de lenguas como el asturiano, el castellano, el vasco o el francés
14 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Las lenguas secretas aparecen en siglo XVIII y se extienden a lo largo de toda la península. Eran lenguas inventadas que utilizaban los artesanos de los diferentes gremios para que no descubrieran las técnicas que utilizaban en su profesión. En Asturias, concretamente, existen ocho de estas lenguas secretas. La filóloga Alba Carballo, especialista en la lengua secreta del Bron de Miranda, las estudia y analiza para descubrir sus secretos. Carballo dará una conferencia el próximo jueves en el salón de actos del Centro de Servicios Universitarios, en Avilés, sobre la lengua gremial empleada por los caldereros de Miranda.
Las lenguas secretas «no son propiamente una lengua como es el inglés o el castellano, sino que son jergas gremiales. Son sistemas de lenguaje que desarrollan los gremios de artesanos y que se inventaron para entenderse solamente ellos, sin que la gente de fuera del gremio supiera de que hablaban, de ahí viene el termino de secretas», explica Carballo.
En Asturias se encuentran un total de ocho lenguas secretas que se extienden a lo largo de toda la región. Por ejemplo, en la zona de Degaña o Ibias se habla el Tixileiro o el Maconeiru. En el centro de Asturias, solo tenemos el Bron de Miranda, aunque en Grado existe otro tipo de Bron, el de San Juan de Villapañada. En el oriente del Principado también encontramos algunas, como la Xíriga, en Llanes, que «es la más conocida, junto al Bron de Miranda. Son las que más se han estudiado y las que cuentan con más activismo cultural», comenta.
Alba Carballo comenzó a estudiar las lenguas secretas tras acabar sus estudios en filología cuando descubrió «una especie de jergas de gremio que existían en Galicia. Después, me enteré que también las había en Asturias y que, además, una de ellas era justo del sitio donde yo vivía, en Miranda. Había estado toda la vida sin saberlo, tampoco nadie de mi alrededor conocía la lengua del Bron. Me preguntaba cómo no pude ser consciente de que siempre había tenido al lado algo que después descubrí que era un tesoro cultural», comenta. Además, destaca la importancia de estas lenguas porque «forman parte de un patrimonio inmaterial y lingüístico muy importante e interesante a nivel histórico y social».
Este tipo de jergas las comenzaron a descubrir los sacerdotes que movían por diferentes pueblos y se daban cuenta de que en algunas localidades los parroquianos hablaban de forma diferente. «Generalmente eran los sacerdotes de las parroquias o pueblos los que se dedicaban a recopilar el léxico, pero hay que tener en cuenta que un sacerdote no es un lingüista, por lo que algunos estudios carecen de rigor. Somo los lingüistas los que, posteriormente, tomamos un poco esos estudios previos que se fueron haciendo a lo largo de los siglos e intentamos hacer un análisis más lingüístico», explica Carballo. Aunque es importante destacar que «no hay estudios sociolingüísticos de todas las jergas. De hecho, el que hay es sobre el Bron de Miranda, que fue el que hice en 2019».
El Bron de Miranda
El Bron de Miranda era una jerga utilizada principalmente por los caldereros de la zona. Según Alba Carballo, es un caso especial porque «se le tiene un especial cariño a esta lengua secreta, a pesar de que los artesanos de los gremios siempre fueron socialmente mal vistos, porque al final eran vendedores ambulantes y no estaban en casa, no iban a misa, no eran personas muy queridas. En Miranda sí que se aprecia este lenguaje, lo tienen como una seña cultural y eso no se ve en todos los pueblos que cuentan con estas jergas. De hecho, en esta zona hay gente que va a cursos o charlas. Se ve que hay interés».
Las lenguas secretas de Asturias se construían cogiendo palabras de las lenguas maternas, el asturiano y el castellano en este caso, y las mezclaban con el vasco, con el francés o, incluso, con el italiano, por lo que «hay palabras que se asemejan a las que utilizamos hoy en día», explica.
El Bron se dejó de utilizar en Miranda a mediados del siglo XX. Con la llegada de la revolución industrial, el gremio de los caldereros dejó de hacer falta y desapareció la necesidad social de tener una jerga. Aún así, en Miranda «hay un porcentaje bastante curioso de gente que lo entiende y si se lo pides lo habla, aunque en su día a día obviamente no lo utilice. El conocimiento del Bron, aunque no es ni mucho menos generalizado en la población del sitio, sí se aprecia», explica la filóloga.