Tiene solo 15 años de vida pero su accidentada existencia da para escribir una novela. El Palacio de Congresos de Oviedo, más conocido como el Calatrava por el nombre del arquitecto que lo proyectó (Santiago Calatrava), estuvo rodeado de polémica desde su nacimiento. Ahora, tras dos años en concurso de acreedores, parece que se vislumbra una solución y que el espacio podría volver a abrir al público. Desde la oficina del prestigioso arquitecto califican la posible solución de «esperanzadora», pero recuerdan que el proyecto final dista mucho de los planes iniciales de su ideólogo. Según aseguran, fueron dos las «imposiciones» que tuvieron que asumir para que el proyecto se llevara a efecto.
Desde la oficina de Calatrava puntualizan que «durante la fase de diseño» el arquitecto se opuso «en todo momento» a la inclusión en el proyecto tanto de un aparcamiento «tan desmesurado como el que se realizó, como de un centro comercial en este complejo». El arquitecto, en su visión originaria, tenía «un enfoque mucho más cultural», detallan. A pesar de las reticencias de Calatrava, ambos elementos fueron finalmente incluidos «en base a una imposición de nuestro cliente, con la idea de maximizar la rentabilidad del edificio».
Como prueba de esa oposición al proyecto final, desde la oficina de Calatrava destacan «el hecho de que nuestra oficina no participó en el proyecto de diseño del interior del centro, que fue encargado a otro arquitecto completamente ajeno nuestro despacho». La novela avanza pero todavía no se ha escrito el último capítulo.