La célula de Hadley, el fenómeno que se expande y afectará a Asturias

Xavier Fonseca / Juan M. Arribas

ASTURIAS

Un bañista se ducha en la playa de San Lorenzo de Gijón
Un bañista se ducha en la playa de San Lorenzo de Gijón Eloy Alonso | EFE

Este suceso podría explicar los meses cálidos que se han registrado en Europa durante el verano

04 oct 2022 . Actualizado a las 18:31 h.

El Sol no calienta toda la Tierra con la misma intensidad. La inclinación del eje de rotación de 23,5 grados produce que la radiación solar sea más fuerte en el ecuador que en los polos. El planeta, que busca constantemente compensar este desequilibrio, pone en marcha corrientes de aire que se encargan de desplazar el calor y el frío allí donde escasean. El viento, el aire en movimiento, existe precisamente para compensar este déficit energético entre las diferentes latitudes. 

La búsqueda del equilibrio arranca en la latitud cero, donde el aire cálido, que pesa menos que el gélido, tiende a subir. Cuando alcanza una determinada altura se mueve hacia el hemisferio boreal y austral. Durante su viaje por las capas altas de la atmósfera, el aire se enfría lo suficiente como para ganar peso y caer otra vez hacia la superficie. Esto crea diferentes células de aire en ambos hemisferios. En el boreal están la de Hadley, Ferrel y la célula polar.

La célula de Hadley juega un papel clave en el clima de la Tierra ya que transporta energía hacia los polos mediante una circulación cerrada que va desde los trópicos hasta una latitud de unos 30 grados norte y sur. El aire asciende próximo al ecuador, en la región que se conoce como zona de convergencia intertropical. Después viaja hacia el norte en altura y desciende en los subtrópicos.

«Estos descensos en la rama norte de la célula de Hadley evitan que el aire ascienda y se formen nubes, por lo que las zonas subtropicales tienden a ser secas o incluso desérticas, como es el caso del norte de África. Es en estas zonas donde encontramos anticiclones semipermanentes, como el de las Azores». comenta Damián Insua, investigador del grupo de Física No Lineal de la USC.

Cuatro de los desiertos más importantes del mundo son los del Sáhara, Mojave, Kalahari y Atacama. Estas regiones secas se encuentran prácticamente en la misma latitud de sus respectivos hemisferios, ya que están ubicadas en el área de influencia de los principales sistemas de altas presiones termodinámicos y semipermanentes. 

Una de las señales más robustas de los modelos climáticos es la expansión de la célula de Hadley. Esto significa que casi todos concuerdan en que, como consecuencia del aumento de la temperatura, la rama descendiente de la célula se moverá hacia el norte en el futuro y, con ella, las zonas secas subtropicales. «La Península es muy sensible a esta expansión por su cercanía a los subtrópicos. De hecho, los modelos proyectan una notable reducción de las precipitaciones en nuestra zona para las próximas décadas», apunta Insua.

Las consecuencias ya se están notando. Un reciente artículo publicado en Nature apunta hacia una expansión del anticiclón de las Azores en los últimos años, que es consistente con la expansión de la célula de Hadley. «Esto obviamente se traduce en menos precipitaciones para Asturias ya que, como bien sabemos, este anticiclón mantiene a raya las tormentas», advierte.

Las causas de la expansión son complejas. Uno de los mecanismos que se sabe que favorece el movimiento hacia el norte de la célula es la reducción del gradiante meridional de temperatura. Es decir, la diferencia de temperatura entre los polos y el ecuador. «El verano pasado esta diferencia estaba en mínimos históricos como consecuencia del calentamiento global, pero también del fenómeno de La Niña, que enfría los trópicos. Esto podría haber favorecido el desplazamiento de la circulación subtropical hacia el norte, lo que a su vez podría haber favorecido la sequía y las olas de calor que hemos vivido en los últimos meses», concluye.