Acogieron a cuatro niños: «Es muy gratificante, aunque las despedidas son como un periodo de duelo»

X. Menéndez REDACCIÓN

ASTURIAS

Silvia Álvarez y Fernando Gutiérrez junto a su hijo y uno de los niños de los cuatro que han acogido
Silvia Álvarez y Fernando Gutiérrez junto a su hijo y uno de los niños de los cuatro que han acogido

El último bebé estuvo 28 meses en su casa y la familia asegura que pronto volverá a acoger temporalmente a otro

01 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Por la casa de Silva Álvarez han pasado hasta el momento cuatro niños en acogida, desde que en 2015 «convencí a mi marido. Era una idea que tenía desde hace mucho tiempo pero hasta entonces no se habían dado las circunstancias adecuadas». Ellos tienen otro hijo que tiene 19 años y hasta que no fue adolescente no se plantearon acoger a uno de estos niños. El primero fue en 2015 y fue muy gratificante para toda la familia. El último niño que acogió tenía doce meses y fue el que más tiempo estuvo en su casa, un total de 28 meses. A pesar de que piensa tomarse un descanso, sobretodo porque las despedidas son «muy duras», Álvarez asegura de que pronto volverá a acoger temporalmente a otro niño.

«Fui a solicitar información a la Cruz Roja y me dijeron todos los pasos a seguir. Papeles, declaraciones de la renta, datos familiares; nos consideraron aptos para la acogida y pasaron la solicitud a Consejería» cuenta Álvarez sobre el proceso de acogida. Les entrevistaron y evaluaron si su hogar reunía las condiciones idóneas. Aunque señala que la burocracia puede ser lenta, considera necesario que se supervisen los casos a conciencia. «Vas a dejar a una familia a cargo de un niño, de un bebé. Tienes que reunir una serie de condiciones. Tal vez sí que podría mejorar la agilidad en los procesos, tanto de acogida como de adopción»

Álvarez y su familia siempre acogen bebés, entre los 0 y 6 años. Cuando se registraron como solicitantes eligieron la franja de edad que mejor les convenía según sus circunstancias. Tres de los cuatro niños que acogió hasta el momento tenían unos meses de edad. El otro tenía tres años y era un refugiado ucraniano. «Esto fue antes del comienzo de la guerra, que lleva muchos años, aunque la gente lo vea reciente. Fue en el año 2019. Ni él ni la madre sabían español y su madre estaba embarazada. Mientras daba a luz y se recuperaba, acogimos al niño en nuestra casa», explica Álvarez. «El niño venía de campos de refugiados de Europa. Tenía mala alimentación y muchos temores, miedo a prácticamente todo. Se marchó de nuestra casa hablando español y dándonos abrazos a todos», dice con orgullo Silvia, que incide que los niños que acogen no siempre proceden de familias con problemas con drogas o similares. «Hay mucha gente que en determinados momentos no se pueden hacer cargo de ellos».

Su hijo nunca había querido hermanos. «Era la clase de niño que se ponía nervioso cuando le preguntamos si quería otro niño», relata su madre. Sin embargo, cuando le explicaron las razones por las que querían acoger a un bebé en casa, comprendió lo que estaban intentando hacer sus padres, ayudar a un niño en una situación desamparada mientras su familia puede volver a hacerse cargo o otra familia lo adopta. «Para él son sus hermanitos. En las despedidas no quiere estar, con eso te lo digo todo»

Lo difícil de las despedidas

Uno de los aspectos más complicados de la acogida, relata Álvarez, es el momento de las despedidas: cuando el niño regresa con su familia o es adoptado por otra. «Te puedo mentir y decir que es muy bonito, pero no lo es. Personalmente, la despedida es algo a lo que no me acostumbraré jamás. Nunca es fácil: atraviesas un periodo de duelo. Los niños te llenan la casa y el tiempo, sin los niños no haces nada, ni siquiera ir a la compra. Llega el silencio a la casa y se van las risas. Las despedidas siempre son duras», confiesa Álvarez. Sin embargo, compensa el  «poder ayudar mientras vuelven con sus papás o familia adoptiva. Al final, los niños lo llevan mejor que los adultos, que le damos demasiada importancia a la posesión. No son nuestros, lo que importa es que estén bien y sean felices en un hogar». 

A pesar de lo difícil que son siempre las despedidas, mantiene el contacto con las familias de los niños que tuvo en acogida. «Me mandan fotografías de los pequeños, me cuentan qué tal están…Este verano, una familia estaba de viaje por Asturias y me desplacé para verlos. Con otra familia lo mismo en León… Es muy bonito que permitan seguir formando parte de sus vidas. Para mí son mis hijitos» cuenta Álvarez, que asegura que los padres o las familias adoptivas suelen agradecer mucho a las personas que acogen a sus hijos en sus peores momentos. «No todos son casos de negligencia. En ocasiones, simplemente son padres que atraviesan una situación compleja y no pueden hacerse cargo de su hijo». 

La casa de Álvarez volverá a acoger a un bebé próximamente, pero descarta la adopción. «Es la eterna pregunta cuando voy a alguna charla: ¿por qué acogida y no adopción? La respuesta es porque yo no tenía necesidad de ser madre, ya lo he sido. Yo lo que quiero es dar una oportunidad a esos niños y sus familias y que estos puedan ser felices juntos». No saben cuándo, pero seguro que lo harán. «Necesitamos un descanso porque el último niño fueron muchos meses pero pronto, seguro».