Cerca de 2.300 menores saharauis viajarán este verano a España gracias al programa Vacaciones en Paz, que se reanuda tras dos años de parón por la pandemia
02 jul 2022 . Actualizado a las 10:50 h.Cerca de 2.300 menores saharauis viajarán este verano a España gracias al programa Vacaciones en Paz, que se reanuda tras dos años de parón por la pandemia, pero con una notable disminución en el número de familias de acogida.
El Boletín Oficial de Estado (BOE) ha publicado este viernes el acuerdo del Consejo de Ministros por el que se autoriza la residencia temporal de los menores saharauis y de sus monitores durante los meses de verano en España.
Según datos facilitados a Efe por la Coordinadora Estatal de Acciones Solidarias con el Sahara (CEAS-Sahara), se prevé que este verano aterricen en España unos 2.300 menores procedentes de la provincia argelina de Tinduf, 2.000 menos que en 2019.
Con la acogida se pretende apartar a los niños de las duras condiciones climáticas del desierto donde están ubicados los campamentos de refugiados, que en verano pueden alcanzar los 50 grados a la sombra.
Además, el programa tiene como objetivo proporcionar los tratamientos médicos que necesiten y mejorar su alimentación para ayudarles a afrontar los meses de invierno.
Los niños y niñas llegarán entre el 8 y el 15 de julio y se distribuirán por toda la geografía española, ya que el programa trabaja de forma independiente en cada comunidad autónoma.
Viaje a un mundo nuevo
Bakía Muhamedu es una niña saharaui que disfrutó de cinco veranos en España gracias al programa Vacaciones en Paz. Dice que descubrió un mundo nuevo y desconocido. Una experiencia que describe como «lo mejor que le puede pasar a una persona».
Bakía recuerda con cariño sus primeros días en España. «Todo era muy sentimental, conocer el mundo, gente nueva y muchas cosas que nunca has visto, como por ejemplo el mar», comenta a Efe.
Su mejor recuerdo es el primer día que pasó con su familia de acogida, cuando la fueron a buscar por primera vez. «Me di cuenta de que a partir de ese verano tendría una familia en España, tendría otras hermanas».
Bakía compartió estos cinco veranos con la familia de Lorena Rodríguez, en Asturias, que disfrutó tanto de la experiencia como la niña.
«Tras ese verano aprendimos a valorar mejor lo que teníamos, a ser más felices con las pequeñas cosas. Además, nuestras niñas encontraron una hermana a la que adoran y quieren con locura», relata Lorena a Efe.
De hecho, el programa Vacaciones en Paz supone un proceso de aprendizaje no solamente para los niños y niñas saharauis, si no también para las familias acogedoras que participan.
Unir lazos
Para Ana Garrido, la responsable del programa en CEAS-Sahara, esta iniciativa pretende también fortalecer los lazos históricos que unen al pueblo español con el pueblo saharaui.
Esta organización no dejó de trabajar durante la pandemia, con un programa alternativo en los campamentos que benefició a unos 9.000 menores con actividades culturales, educativas, de ocio y sanitarias.
Ahora que Vacaciones en Paz se retoma y que los niños pueden volver a pasar los veranos en España, Garrido anima a las familias a que participen y «conozcan a este pueblo a través de los niños y niñas saharauis».
El presidente de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, Alberto Suárez, coincide en que el programa tiene un aspecto político del que no nos podemos olvidar.
«Estos niños son refugiados políticos y están a la espera de que el conflicto del Sahara Occidental se solucione y puedan regresar libres e independientes a su país a construir su propio futuro», afirma Suárez.
Para él, el programa también sirve para que las personas que ven que estos niños vienen a pasar los veranos a España conozcan esta realidad y se sensibilicen con la causa, «creando un efecto multiplicador de la solidaridad».
Pero el aspecto más importante continúa siendo el humanitario, ya que, en muchos casos, los niños llegan a España desnutridos o con alguna enfermedad y los dos meses de acogida pueden ser vitales para ellos y para su desarrollo.
Pese a que el número de familias de acogida ha disminuido respecto a 2019, tanto Garrido como Suárez confían en que se recupere el ritmo anterior a la pandemia y que en los próximos años vaya aumentando progresivamente el número de participantes.