Nuria Varela: «En Asturias tenemos burdeles dados de alta hasta como un tablao flamenco»

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

La directora general de Igualdad, Nuria Varela, en su despacho
La directora general de Igualdad, Nuria Varela, en su despacho TOMÁS MUGUETA

La directora general de Igualdad del Principado habla sobre el primer paso dado en España para la abolición de la prostitución y otros retos para erradicar la violencia hacia las mujeres: «No hemos conseguido  que la igualdad entre en las aulas de manera normalizada»

12 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Recuerda Nuria Varela, periodista, escritora y directora general de Igualdad del Gobierno asturiano, que la primera vez que se debatió sobre la abolición de la prostitución en el Congreso de los Diputados de España fue en 1932. «El feminismo, que tiene tres siglos de historia, es abolicionista desde sus inicios. En la revolución francesa, que es cuando nace el feminismo, las mujeres ya estaban pidiendo, entre otras cosas, la abolición de los malos tratos en el matrimonio y la abolición de la prostitución. La lucha es larga y no es algo que haya surgido ahora ni mucho menos», explica. Esta semana el PSOE defendía y sacaba adelante en el Congreso de los Diputados la toma en consideración de una proposición de ley para prohibir el proxenetismo en todas sus formas, castigar a los puteros y proteger a las mujeres en situación de prostitución.

-España va a pasar del ser el tercer país del mundo con mayor demanda de sexo de pago, con 45.000 mujeres explotadas sexualmente según los datos del Ministerio del Interior, a ponerle freno a la prostitución. El camino, dice, ha sido largo..

-Hay un trabajo feminista muy largo que llega a los partidos políticos y el PSOE hace ya años que recoge la abolición de la prostitución como un objetivo. ¿Cuál es la mejor experiencia que tenemos y por qué cada vez estamos más seguras y más sólidas? La mejor experiencia es la ley sueca, que ya tiene 20 años. En 1999 Suecia se arremangó y aprobó una ley abolicionista, la primera en el contexto europeo, que ha dado excelentes resultados. Y, después de Suecia, el país que ha apostado con mayor rotundidad por la abolición ha sido Francia. Pensamos que sin duda es el momento de abolir la prostitución. Precisamente en un país con ese extraordinario abuso del sistema prostitucional es aún más relevante y más importante y, desde luego, desde mi punto de vista incluso urgente.

-¿Qué dice la experiencia sueca?

-A brocha gorda tenemos dos enseñanzas. La primera es que el sistema prostitucional es internacional. Es complicado cerrar fronteras a la prostitución, con lo cual debemos ir la mayoría de los países, cuantos más países se sumen al abolicionismo mejor. Y, segundo, que una ley como la sueca, que contempla castigo para los proxenetas y los puteros, protección a las mujeres y sobre todo un potente bloque de educación para toda la sociedad, ha dado excelentes resultados. Por contra, en los países regulacionistas como Holanda o Alemania, lo que se ha visto es que el mercado ha aumentado y por supuesto también lo ha hecho la trata de mujeres con fines de explotación sexual, porque la línea entre la trata y la prostitución hace años que Naciones Unidas dijo que no existía.

«Que ‘Pretty Woman’ sea la película que más ponen las televisiones españolas no es una casualidad»

-¿Por qué cree que sigue habiendo una parte de la sociedad que piensa que las mujeres en situación de prostitución lo están porque quieren?

-Porque nuestra cultura se ha empeñado mucho, desde hace muchas décadas y siglos, en normalizar y blanquear la prostitución. Fundamentalmente desde tres puntos de vista. Uno, la prostitución es una de las economías ilícitas más potentes del mundo. Detrás del tráfico de drogas y del tráfico de armas, se sitúa el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual, con lo cual hay una cantidad espectacular de financiación a una cantidad de entidades y personas para normalizar y blanquear la prostitución. Desde la industria del entretenimiento hasta buena parte de la industria turística en algunas partes del mundo. Hay un montón de financiación para un montón de ámbitos que normalizan y blanquean la prostitución porque la forma más fácil de legitimarla es normalizándola. Si algo te parece normal pues ya está legitimado. Ahí está Hollywood y su Pretty Woman, con la cantidad de abusos que había en ese mundo y cómo ha blanqueado la prostitución con una película que no puede ser casualidad que sea la que más ponen las televisiones españolas. No hay una película que se emita tantas veces al año como Pretty Woman en estos últimos años.

-¿Y los otros dos puntos de vista desde los que se trata de normalizar o blanquear a la prostitución?

-Hay otra parte de machismo evidente. La prostitución tiene poco ver con el sexo y mucho que ver con el poder. Y en esa, todavía, educación machista que soporta nuestra sociedad es uno de los sitios donde se manifiesta. La prostitución es una actuación que individualmente daña a un grupo de mujeres, cada vez más numeroso y que además son las mujeres más pobres sin ninguna duda, y que simbólicamente daña a todas las mujeres, pero además daña a las sociedades democráticas porque lanza la idea de que la mitad de la población se puede comprar, vender o alquilar, con lo cual democráticamente es un déficit importante. Y, tercero, hay un montón de entidades que llevan mucho tiempo legitimando la prostitución, desde el refranero popular con aquella gran mentira de que es el trabajo más antiguo del mundo. Anda que no se me ocurren a mí actividades más antiguas, desde cazar y cocinar hasta otras tantas. Desde ahí hasta personas que son referentes culturales o incluso ONGs que defienden la prostitución como nichos laborales y económicos. Probablemente resulta muy sencillo defender algo para que lo hagan otras, con lo cual es doloroso escucharlo.

-Desde el pasado otoño, se viene discutiendo la ley de garantía integral de la libertad sexual, la ley del «solo sí es sí», que aún tiene por delante una larga tramitación.

-En principio, una ley específica frente a la violencia sexual es muy importante. Es una demanda clara de la sociedad y, en concreto, de las mujeres y del feminismo sobre todo en los últimos años, desde la sentencia de La Manada. Está claro que ahí hay un problema serio y hay que darle solución. Al hilo de la aprobación de esa ley y de sus enmiendas, había mucha gente que considerábamos que una ley contra la violencia sexual que no fuese contra la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación sexual se quedaba coja y ahí es donde el PSOE ha hecho la proposición de ley orgánica por la que se modificaría el Código Penal para prohibir el proxenetismo en todas sus formas y castigar a los puteros. Es una ley muy cortita y muy clara que podría estar aprobada en octubre.

«La tercería locativa es fundamental para la abolición de la prostitución. En Asturias tenemos todo tipo de permisos de actividad para los burdeles»

-Prohibiría el proxenetismo en todas sus formas pero también la tercería locativa. ¿Qué va a implicar en la práctica?

-Los locales y los pisos en los que se promueva, favorezca o facilite la prostitución estarían prohibidos. Abarca todo ese ámbito de locales que ahora están en la alegalidad, que ni están prohibidos ni están consentidos. ¿Por qué razones se va contra ellos en la actualidad? Porque tienen a mujeres sin documentación y ese tipo de cosas, pero no porque sea un local o un establecimiento destinado a la prostitución. La tercería locativa es fundamental para la abolición de la prostitución. En Asturias tenemos todo tipo de permisos de actividad para los burdeles. Tenemos locales que están dados de alta hasta como un tablao flamenco. La proposición de ley también introduce un nuevo artículo para castigar a los puteros y advierte de que en ningún caso serán sancionadas las personas que estén en situación de prostitución, que tendrán todos los derechos de asistencia integral que se reconozca en la legislación sobre libertad sexual. Es decir, se considera víctimas de violencia sexual a todas las mujeres que están en situación de prostitución.

-En Asturias ya se han dado pasos en ese sentido…

-Hace ya más de un año, en el Instituto Asturiano de la Mujer acreditamos a las mujeres que están en situación de trata y prostitución para que puedan acceder a todo tipo de recursos sociales. No empezamos de cero, pero, por un lado, lo que nos importa es mejorar obviamente las condiciones de todas las mujeres en esas situaciones y, por otro, el abolicionismo, porque cultural y simbólicamente es muy importante.

«No hemos conseguido todavía que la igualdad entre en las aulas desde el 0 a 3 años hasta la universidad de manera normalizada»

-Decía antes que Suecia también basó su modelo abolicionista en potenciar la educación en igualdad. ¿Esta sigue siendo una asignatura pendiente en España?

-Que la igualdad y el feminismo entre en las aulas desde el 0 a 3 años hasta la universidad es una asignatura pendiente. No lo hemos conseguido todavía. La igualdad no ha entrado de manera normalizada en la educación. En el caso de la universidad no se trata de que haya posgrados o cursos especializados, sino que grados tan importantes para la igualdad como Derecho, Periodismo, Publicidad, Medicina, Trabajo Social o cualquiera enfocado a ser parte del profesorado se deberían estudiar desde una mirada no machista, eliminando los estereotipos de género y formando en igualdad porque es muchísimo mas difícil desaprender que aprender. Una vez que te han educado con una mirada a veces hasta misógina y, en muchas ocasiones, sin que en tu formación se contemple ningún ámbito de igualdad ni nada libre de estereotipos de género, es muy difícil que incorpores la igualdad en tu práctica diaria. Desde el que hace un anuncio, que seguirá en el siglo XXI con todos los estereotipos de género encima, hasta el que dicta la sentencia de La Manada.

«Nuestros niños y niñas están recibiendo una cantidad de mensajes violentos y estereotipados, probablemente más violentos y estereotipados que en otras décadas»

-También se está percibiendo que se repiten esos estereotipos de género entre los más jóvenes.

-Se están repitiendo con tanta fuerza porque, primero, obviamente no hemos entrado en el aula y, segundo, porque hay un montón de industrias repitiendo esos estereotipos y además con muchísima violencia contra las mujeres. Nuestros niños y niñas están recibiendo una cantidad de mensajes violentos y estereotipados, probablemente más violentos y estereotipados que en otras décadas. Hay una reacción patriarcal muy potente. Antes teníamos una BH roja, blanca o azul, que usábamos indistintamente niños y niñas, ahora no es que la bici sea rosa, es que el casco es rosa, las rodilleras son rosas y las coderas son rosas. Incluso los sacapuntas tienen género. ¿Por qué hay cuentos para dormir para niños y cuentos para dormir para niñas? La propuesta infantil también está mucho más marcada que la que tuvimos generaciones anteriores, que nos pasamos nuestra juventud combatiendo el machismo e identificando la hipersexualización de las mujeres. Nuestras jóvenes hoy están hipersexualizadas y no hay un discurso claro en contra de la hipersexualización. Estamos en un escenario muy complejo por muchas causas. Por una banalización de la sexualidad, por una precocidad en la sexualidad -ahora las relaciones sexuales se tienen a los 13 años y hace 30 se tenían a los 18- y por una socialización marcada de manera escandalosa por géneros y por estereotipos de género cuando en generaciones anteriores luchamos precisamente por abolir esa educación diferenciada y por ser personas, no marcadamente hombres y mujeres y, sobre todo, marcadamente mujeres sexualizadas.

-Y, en un escenario tan complejo, ¿cuáles deberían ser las claves para erradicar la violencia hacia la mujer?

-Lo que está claro es que la violencia contra las mujeres la ejercen los hombres y lo que no va a acabar con la violencia es el departamento de igualdad del gobierno correspondiente. Acabaríamos con ella mañana mismo si todo el mundo se pone a ello. Tras una semana trágica como la que hemos tenido, tenemos que estar toda la sociedad trabajando frente a ello, pero de verdad, no de boquilla. Además, la única manera de acabar con la violencia es acabar con la impunidad. ¿Cómo se acaba con la impunidad? Si las víctimas denuncian. ¿Cómo pueden denunciar? Solamente cuando estén en condiciones de hacerlo: cuando estén bien informadas, seguras, tranquilas, cuando quieran hacerlo y, para ello, tienen que haber sido informadas, acompañadas, tranquilizadas, tienen que estar en condiciones. Obviamente una mujer nunca va a denunciar si piensa que no le van a hacer caso y eso genera impunidad. Solo se denuncia el 8% de las agresiones sexuales, es decir, sale gratis agredir sexualmente a las mujeres hoy en día. Esa es la cultura que tenemos que cambiar entre todos y entre todas.

 «El feminismo es una historia de éxito. ¿Tenemos cosas que están mal? Todas, pero si comparamos nuestras vidas con las de nuestras madres no hay color»

-¿Es optimista al respecto?

-El feminismo es una historia de éxito. No hay mejor ejemplo que la botella medio llena y medio vacía. ¿Tenemos cosas que están mal? Todas, pero si comparamos nuestras vidas con las de nuestras madres no hay color. Somos la generación que más capacidad ha tenido de decidir sobre su propia vida. Son las dos cosas al mismo tiempo y una cosa no invalida a la otra. ¿Tenemos retos todavía por delante? Muchísimos. ¿Hemos acabado con los grandes problemas (y para mí el gran problema es la violencia)? No. ¿Estamos en igualdad en algún ámbito? Solo en la educación, pero seguimos en desigualdad en poder, economía, en todos los ámbitos donde se quiera mirar. Ahora, ¿cuánto hemos mejorado? Una barbaridad, porque partíamos de una situación tremenda. Veníamos, como decía la Iglesia, de que las mujeres no tienen alma ni tienen raciocinio, es decir, no éramos personas. Y desde ahí hasta aquí, el recorrido ha sido tremendamente difícil pero ahí está.