María Ángeles Ordóñez, pediatra: «Aunque haya fiebre, si el niño se encuentra bien, no hay que medicarle»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

María Ángeles Ordóñez, Pta de la AAPap
María Ángeles Ordóñez, Pta de la AAPap

La presidenta de la Asociación Asturiana de Pediatría de Atención Primaria advierte del envejecimiento de los profesionales especializados en la salud de los niños y del riesgo de que los centros de salud de pueblos y zonas alejadas dejen de tener pediatra

07 jun 2022 . Actualizado a las 13:05 h.

María Ángeles Ordóñez, pediatra desde hace tres décadas, es desde el pasado mes de febrero la presidenta de la Asociación Asturiana de Pediatría de Atención Primaria (AAPap), cargo que asumió tras haber formado parte de la directiva durante muchos años en puestos de vocal, tesorera o vicepresidenta. Uno de sus primeros retos ha sido organizar el IX Congreso de Pediatría bajo el título ‘Nueva era, nuevas formas de enfermar’ y la XIX Reunión Anual de la AAPap, actos que tendrán lugar los días 9 y 10 de junio en el Colegio Oficial de Médicos de Oviedo. Entre los objetivos que tratará de impulsar la Asociación a los próximos años está, según señala María Ángeles Ordóñez, «el empoderamiento de la pediatría en atención primaria», incluyendo a la enfermería pediátrica. Y es que la misma advierte que, si bien la situación de medicina pediátrica en atención primaria no es mala, «lo previsible es que la situación empeore en los próximos años», con lo que los pueblos o las zonas más alejadas podrían dejar de tener un médico especialista en la salud de los más pequeños. En la entrevista concedida a La Voz de Asturias, María Ángeles Ordóñez aclara temores como los que los padres tienen en torno a la fiebre y ofrece algunas recomendaciones para que los niños de hoy tengan unas condiciones más saludables cuando lleguen a adultos.

- ¿En qué situación está la medicina pediátrica de atención primaria en Asturias? ¿hay suficientes pediatras?

-Estamos en una situación de standby porque si bien no estamos mal, podríamos estar mejor. Sin embargo, lo previsible es que la situación empeore en los próximos años porque la plantilla envejece progresivamente y uno de cada tres pediatras es mayor de 50 años, con lo cual, con el transcurrir del tiempo es probable que nos encontremos con que los pequeños pueblos o las zonas más alejadas donde antes había pediatra, puede que en fechas relativamente próximas no lo encuentren en su centro de salud o sean atendidos por un médico de familia. Estamos en un difícil equilibrio porque la cuerda está demasiado tensionada ya y entonces cuando ya tenemos unas 4 o 6 plazas en las que ya han tenido que hacerse cargo pediatras del hospital de referencia para turnarse y pasar unos días a la semana la consulta, pues claro, esto son unos equilibrios que a largo plazo no se mantienen. Entonces es necesario formar vocacionalmente a esos pediatras y residentes que se están formando ahora, atraerlos hacia la atención primaria, primero, porque se les ofrezca una visión de lo que realmente hacemos, que muchas veces es desconocida y poco puesta en valor, y en segundo lugar, porque se les ofrezca unos contratos buenos y estables, con unas condiciones dignas de trabajo, Y eso tiene que ser ya, porque cualquier baja o cualquier imprevisto, cualquier situación, puede hacer que se rompa la cuerda y se desestabilice la atención.

-¿Qué valoración hace de la carga de trabajo que soportan?

-Eso es muy variable, porque es una carga de trabajo muy desigual. Realmente la mayor carga de trabajo está en los grandes centros de los grandes núcleos urbanos. Ahí sí que soportan una presión asistencial mucho mayor. Luego están los pequeños centros o consultorios de núcleos poblacionales de periferia que ahí, con el envejecimiento poblacional, va bajando la cantidad de niños que se atienden. Hay cupos pequeñitos y, sin embargo, con la concentración de la población en los tres núcleos principales, pues en esos centros hay más carga asistencial.

-Los padres asturianos, llevamos al niño al pediatra ¿con motivo o sin motivo?

-Yo creo que siempre hay un motivo y es la preocupación. Nadie lleva gratis al niño al pediatra. Lo que mueve al padre y a la madre es la preocupación por su hijo, que entra dentro de lo más lógico de este mundo. Lo que pasa es que a veces ponemos más la atención en procesos más banales, como los resfriados, y sin embargo, no sabemos ver que existen otra serie de causas, problemas o determinantes de salud que pueden ser muchísimo más perjudiciales a medio y largo plazo en la vida de nuestros niños.

- ¿Por ejemplo?

-Nosotros estamos muy enfocados ahora a los determinantes sociales de la salud, porque cada vez tienen más peso y no sólo en pediatría, que son las circunstancias en las que las personas nacen, crecen, se desarrollan… que son tanto las condiciones medioambientales que pueden influir negativamente en la salud, como las políticas en la propia asistencia sanitaria, los nichos de pobreza o los focos de desigualdad. Todo eso va a influenciar negativamente en la salud a largo plazo. Y justamente en estos determinantes sociales de la salud, que es a lo mejor en lo que menos invertimos, es donde está realmente la mejor eficacia de la medicina preventiva, porque saldría rentable a largo plazo si prevenimos las enfermedades. Yo siempre digo que la salud del adulto empieza en la infancia, entonces si invertimos en la salud de los niños, cuando lleguen a adulto y a anciano tengan unas mejores condiciones o estén en unas condiciones más saludables.

-En ninguna casa con niños falta el Apiretal y el Dalsy ¿automedicamos en exceso a los niños?

-Aunque no hay voluntad de ninguna madre ni de ningún padre de super medicar a un niño, pero sigue persistiendo el miedo a la fiebre, que la enfocamos como una enfermedad cuando simplemente es un síntoma, es un mecanismo de defensa de nuestro organismo para luchar contra infecciones víricas o bacterianas en la mayoría de las ocasiones. Entonces a veces nos preocupamos más por lo que marca el termómetro que por otros ítems que nos pueden dar más relevancia sobre el proceso si tiene importancia o no, como es el estado general del niño. Como seguimos teniendo tanto miedo a la fiebre, aunque hay muchísima información, seguimos centrados en bajar la fiebre cuando no es necesario. Hay que observar cómo está el niño: si está quejoso, irritable, en ese contexto es más productivo darle paracetamol o ibuprofeno que si lo ves con 38,5 de temperatura y anda corriendo por la casa como si nada pasara. En esa segunda circunstancia, no recomendamos dar nada… Es la fiebrefobia que llamamos nosotros, que todavía está muy instaurada.

- ¿Hasta que punto puede ser perjudicial abusar de estos medicamentos?

-El Apiretal, por ejemplo, puede dar daño hepático, pero habría que consumirlo en un exceso de dosis muy amplio, porque el rango de seguridad es amplio. Yo creo que lo primordial es dejarlo fuera del alcance de los niños para que ellos no sean capaces de tomárselo por su cuenta y riesgo porque les gusta. Teniendo cuidado y conciencia de que vamos a tratar sólo el malestar del niño, no nos vamos a pasar. Cuando nos vamos a pasar es si estamos empeñados en mantener la temperatura por debajo de 37.

-De cuando en cuando surgen polémicas en torno a la vacunación ¿debería imponerse la obligatoriedad de vacunar a los niños?

-No creo en las obligaciones, no creo en las imposiciones. Debemos de dar información basada en evidencia científica y tratar de convencer a través de esa evidencia para que después los padres y madres tomen sus decisiones, pero no presionados, sino porque lo que les están planteando de los beneficios de las vacunas les convence. La imposición nunca es buena compañera.

-Sobre los hábitos y costumbres. El uso del chupete en niños se está extendiendo más allá de las edades recomendadas ¿cómo lo veis desde el punto de vista pediátrico? ¿hay una edad idónea para que dejen de utilizarlo?

-Lo vemos muy a menudo, que vienen a la revisión de los tres y cuatro años con el chupete puesto. Más allá de los dos años no se debería utilizar, aunque es cierto que muchas veces por ser complacientes con nuestros hijos, prolongamos situaciones porque te da pena, porque llora, porque lo pide… Yo lo que digo es que al final lo van a pagar en el dentista, porque ahora se ven muchos niños que ya desde pequeñitos tienen mala oclusión vinculada al uso del chupete, pero también entiendo que cada padre o madre tiene una personalidad y cada uno tiene derecho a criar a su hijo como mejor entiende, pero hay cosas que no tienen sentido como es lo del chupete.

- ¿Sentís que se hace poco caso al criterio profesional en estas cuestiones?

-Nosotros hacemos muchas recomendaciones y sabemos que no siempre se cumplen. Pero yo soy capaz de entender muchas circunstancias porque muchas veces la vorágine del día a día puede hacerte decir, en vez de tener al niño llorando alrededor mío, le doy el chupete. En mi opinión es mejor cortar esos hábitos cuanto primero mejor, pero yo siempre trato de aconsejar, nada de imponer. Y hay que ser comprensivos con cada familia y cada situación. Yo siempre digo que cada día es un nuevo día para empezar a hacer las cosas bien.

-Los informes sobre alimentación infantil indican que los niños se alimentan regular y en muchas ocasiones se cruza la palabra obesidad ¿qué estamos haciendo mal los padres?

-Siempre hay casos en los que los niños comen lo que quieren, pero generalmente todos tenemos un punto de que nuestra alimentación no es lo suficientemente equilibrada, todos, grandes y pequeños. En muchos casos lo que pasa es que exportamos nuestras propias fobias alimentarias a los críos sin saberlo. Si a un padre no le gusta la fruta, espontáneamente va a consumir menos fruta y los niños también; y lo mismo con el pescado o la ensalada… Esto es porque tienden a poner menos en la mesa ese alimento que los padres y madres no consumen. También pasa que a veces ofrecemos a nuestros hijos alimentos que pensamos que son saludables y creemos que lo estamos haciendo bien porque hay un marketing publicitario de alimentos que así te lo hacen pensar. Muchas veces lo que les damos, estamos totalmente convencidos de que estamos dando lo mejor a nuestros hijos. Otra tercera pata es que estamos perdiendo la cultura culinaria. Hemos heredado unas recetas y una manera de hacer las cosas de nuestras abuelas y nuestras madres, pero a medida que van pasando las generaciones, esos recursos culinarios se van perdiendo. Pero es muy importante hacer unas lentejas clásicas o aprovechar las sobras para evitar desperdiciar alimentos, saber aprovecharlos para hacer otro plato. El problema es que a veces somos de sota, caballo y rey en la alimentación y el caso es que, si un alimento lo integras de manera diferente, puede que el niño que se lo coma sin mayor problema. Por tanto, hay falta de cultura culinaria. Y ahora que ha subido la cesta de la compra, más que nunca es necesario hacer platos saludables a coste económico.

-Desde hace unos años se está impulsando la lactancia materna ¿se están consiguiendo buenos resultados?

-Yo trabajo en La Corredoria y estamos viendo que cada vez hay más lactancias prolongadas. Al principio eran lactancias de tres o cuatro meses, cuando la madre empezaba a trabajar; luego se empezó hasta los seis meses y ahora cada vez más se ven lactancias de hasta dos o tres años. Es decir, madres que, aunque han empezado a trabajar, de la que se van o cuando vuelven, siguen dando el pecho a demanda a su bebe. Por tanto, yo creo que está calando la lactancia materna y la lactancia prolongada. Pero también tengo que lanzar un mensaje, y es que tampoco se puede demonizar a la madre que por una circunstancia X decide dar lactancia artificial. Debemos promover sin imponer, hay que explicar por qué es bueno y después cada familia que escoja su decisión.

- ¿Hasta qué punto os preocupa a los pediatras el uso cada vez más temprano de aparatos tecnológicos?

-A mí me preocupa muchísimo. De hecho, es uno de los temas que vamos a tratar en el Congreso de Pediatría de la próxima semana. Me preocupa porque a veces aparcamos a nuestros hijos con aparatos para que nos dejen comer o cuando salimos fuera. En un momento de ocio familiar, es más fácil tener a los niños entretenidos con un móvil que dando vueltas alrededor de uno. Entonces, en muchas ocasiones escogemos las soluciones más sencillas para el control de los niños. Pero eso crea adicciones, por ejemplo, a los videojuegos, que cada vez se introducen más precozmente, al igual que el móvil, dentro del material que lleva un niño cuando va al colegio cuando no hay necesidad de que así sea. Esta cultura está enfocada a que consumamos móviles y tecnología y se los demos a nuestros hijos a edades tempranas. Eso va a hacer que sea su nexo de unión entre iguales, lo que hace que se videoaficcionen con el peligro que conlleva de adicciones. Pero cuando se toma conciencia de que el niño está consumiendo demasiada pantalla, intentas quitarlo y es cuando aparecen las reacciones violentas, de comportamiento, pataletas, etc… Y cuando llegamos a la etapa del adolescente, este construye su personalidad a través de las redes sociales y en base a la opinión de los demás porque actúan según los likes que le dan a determinados comentarios o actuaciones. Se levantan o se hunden en función de cómo es aceptado tu comentario.

- ¿Qué efectos pueden tener las redes sociales en la infancia y la adolescencia?

-Los adolescentes construyen sus relaciones de pareja con lo que ven en internet con todos sus peligros, además de estar consumiendo porno demasiado rápido. Se calcula que el acceso medio de los niños a la pornografía ocurre a los once años, con lo cual, muchos de los comportamientos que estamos viendo, como violaciones tipo manada, o otros actos que parecen inauditos en adolescentes, pues son copiados y tomados de la pornografía infantil, porque nuestros adolescentes se están educando sexualmente en la pornografía. Es decir, no es una educación sexual, piensan que lo que ven es lo que es la realidad cuando el porno no se asemeja a la realidad. Es un panorama muy preocupante, y no digo que haya que dejar a los niños y adolescentes aislados porque ahora es lo que les une a sus iguales, pero hay que encontrar un punto medio.

-En unos días celebraréis el IX Congreso con el título ‘Nueva era, nuevas formas de enfermar’ ¿qué enfermedades os preocupan a los pediatras?

-En ese Congreso vamos a dedicar la primera conferencia y la última a los contaminantes medioambientales y cómo nos influyen en la salud. Se va a hablar de las cinco aes para la salud, que son el aire, el alimento, el agua, el amor y la actividad física. Con la situación del mundo civilizado y la contaminación masificada y global del planeta, pues hay una serie de empeoramientos de las condiciones del aire que estamos respirando, del agua que estamos bebiendo, de los alimentos que estamos generando de manera masiva con plaguicidas, pesticidas y abonos… y al final todo eso, va a influenciar en la salud. Por ejemplo, la contaminación ambiental genera más asmas, más alergias, más enfermedades respiratorias, incluso, en los adultos, infartos o hemorragias cerebrales. El agua también lleva contaminantes, los alimentos llevan microplásticos… Al final estamos expuestos a una sopa de contaminantes químicos por cualquiera de esas exposiciones, que al final la interacción de todas esas sustancias va a producir un aumento de cánceres a nivel global, además de enfermedades respiratorias.  Y no hay unos niveles seguros, porque no sabes como es la interacción de todas esas partículas en nuestro organismo, si va a ser sumatorio o multiplicativo, pues a largo plazo, la salud del ser humano se va a resentir. En los niños pequeños es frecuente también ver problemas de tipo hormonal o enfermedades que favorecen la obesidad. Incluso hay estudios que dicen que hay residuos de este tipo en el cordón umbilical, con lo cual, ya nacemos con ello porque las madres si están expuestas, comparten la carga contaminante.

- ¿Teméis los pediatras nuevas pandemias como la de la Covid-19 que puedan ser más agresivas con los niños?

-Los epidemiólogos hablan que con el cambio climático van a producirse nuevos episodios de zoonosis, el paso de enfermedades de animales al hombre. Está habiendo cambio climático, la raza humana se expande, hacemos actividades que invaden los hábitats de animales salvajes…, es más frecuente que cada vez más se expandan o ocurran más esas zoonosis. Además, con la globalización, esas zoonosis no se van a quedar en la región o en el país de origen, si no que va a pasar como con la Covid que se extiende al resto de países. Otro riesgo es que, con el aumento de las temperaturas, enfermedades como la malaria, que estamos acostumbrados a ver en países de África, pues puede subir porque el mosquito, si su hábitat lo puede obtener en el Mediterráneo, pues se instala y la malaria se puede extender perfectamente. No hay límites por los cambios o por la globalización en sí. Por tanto, claro que es de prever que ocurran nuevas pandemias o epidemias. No sé si tan devastadoras como esta, pero que se van air sucediendo, sí.

-También aprovecharéis para llevar a cabo la asamblea anual de la AAPap ¿cuáles deben ser los objetivos a corto plazo de la asociación?

-Somos un equipo de personas que lo que tenemos que hacer es empoderar a la pediatría de atención primaria y a la enfermera pediátrica. A veces tengo la sensación de que desde las instituciones no se apuesta por la pediatría de atención primeria, y esa sensación ocurre también en el resto de comunidades de España. Aquí de momento no tenemos la situación aguda que tienen otras con menos índice de pediatras y más médicos de familia atendiendo niños, pero yo creo que el objetivo tiene que ser poner en valor la pediatría. Además, hemos participado en la constitución de un grupo de pediatría social y comunitaria para tratar todos los condicionantes de la salud y medioambientales de los que hemos hablado, factores de riesgo… y eso nos tiene que llevar a tener más prevención en la atención primaria para que determinada población de riesgo tenga menos riesgo en el futuro. Hay que cambiar la idea de que vamos al médico cuando ya enfermamos. La gente tiene que vernos a los médicos, seamos médicos de familia o pediatras, como un agente de salud al que uno puede ir para pedir consejo o cambiar el estilo de vida, para asesorarte de qué hacer para que uno mismo o la familia tengan una mejor calidad de vida en el presente y en el futuro.