El superalimento que se cultiva en los robles asturianos

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La peculiar historia de una sevillana que descubrió en Asturias los secretos para plantar setas asiáticas

22 abr 2022 . Actualizado a las 13:29 h.

Cuando a María Dolores Monge (Dos Hermanas, Sevilla) le preguntan a qué se dedica, responde que «cuidar los bosques», una labor que ejerce desde que en 2019 decidiese dejar la ciudad para cultivar la seta asiática shiitake en robles de Asturias. Su decisión puede servir como ejemplo de dedicación y compromiso por cuidar el planeta y los recursos naturales, precisamente este viernes en el que se celebra el Día Mundial día de la Tierra.

El trabajo, un piso y la rutina no le pesaron a esta sevillana residente en Madrid para acometer un cambio de aires radical, sino al contrario, fueron determinantes en su nuevo comienzo: «No podía conciliar la vida laboral con la personal».  Siempre le había gustado la naturaleza, pero su contacto con ella se había limitado a los huevos y las gallinas que su familia tenía.

Acerca de las setas, reconoce que antes de dedicarse a su producción sabía «lo básico», lo que se puede aprender al salir a buscar al campo en algunas ocasiones. Monge reconoce no saber si fue «casualidad o causalidad», pero buscando en internet dio con el que ahora es su oficio, la producción de setas de shiitake.

«Nunca me había dedicado a la agricultura y ahora estoy muy feliz», explica a Efeagro esta sevillana que ahora va a recibir una dotación económica por parte de la Red Entama de EDP para su desarrollo.

Un proceso asiático con tintes ibéricos

Para conseguir estas setas sigue el mismo proceso que se lleva a cabo en los países asiáticos, pero adaptado a las condiciones atmosféricas y ambientales españolas, en concreto de los bosques de Belmonte de Miranda. En primer lugar, utiliza los troncos de podas de entresaca, en la que se cortan los más pequeños y débiles dejando así paso a troncos más grandes, según indica Monge, para hacer en ellos agujeros en los que inocular las semillas de los hongos. Una vez realizado este paso, se tapan los agujeros con cera de abeja y se deja reposar durante un año.

Monge explica que en los países asiáticos este paso no es necesario, ya que allí el tronco ya está colonizado de forma natural por las setas de shiitake. La temporada de monzones sirve para que el agua fría se introduzca en las ramas de los árboles y, con la fuerza del temporal, se rompa la rama y caiga al suelo; un golpe que, según detalla, es la señal que indica al hongo que tienen que salir las setas.

En el caso español, se sumerge el tronco durante 24 horas en un estanque de agua no clorada y, después le dan un «golpe seco» en el suelo y se pasa a la sala de producción para que empiecen a salir las setas. «Dependiendo de las temperaturas, en primavera y en otoño pueden tardar unos 15 días en brotar y en verano lo hacen cada semana; así dividimos la producción en ocho lotes para sumergir cada semana un lote y que haya más», concreta. Además, sobre las condiciones atmosféricas, María Dolores Monge compara la humedad que hay en los bosques asturianos con la de los países en los que se produce originalmente la seta para señalar la semejanza entre ambos. «Lo que hacemos aquí es reproducir el proceso», resume.

Cuando empezó el proyecto en 2019, lo inició inoculando 500 árboles, ahora trabaja cada año entre 1.000 y 1.300 troncos y tiene planeado abrir el próximo mes de mayo un obrador.

Un superalimento con productos secretos

María Dolores Monge defiende que las setas shiitake que cultiva son un «superalimento» con una «cantidad infinita» de nutrientes. También pone en relieve la labor que hace de «cuidado del bosque» y del medioambiente con la producción de este alimento, ya que denuncia que en esa zona hay «mucho monte abandonado».

Por otra parte, Monge explica que sus usos pueden ser muy variados y señala que algunas zonas de Asturias se incorpora, por ejemplo, en el cachopo. Precisamente, del obrador que espera abrir el próximo mes de mayo, adelanta que habrá seta de shiitake en conserva y «demás productos secretos» que aún no quiere desvelar al ser una «pequeña productora». El secreto que sí desvela es la alegría de cambiar la ciudad por el campo para producir setas asiáticas en robles asturianos.