Cuando Ucrania acogió a los «niños de la guerra» asturianos
Las casas infantiles y sanatorios de Odessa, Crimea, Kiev, Járkov y Jersón fueron destino de muchos de los emigrados tras el conflicto en España
Un vínculo antiguo une Asturias y Ucrania. Ahora que Rusia bombardea ese país, llegan a España madres y niños acogidos por familias. Hace 85 años, el trayecto era inverso: muchos niños, casi 3.000, (y también adultos) fueron evacuados hacia la Unión Soviética huyendo de la Guerra Civil española, en cuatro expediciones desde Asturias y el País Vasco entre los años 1937 y 1938. Eran los niños de la guerra.
Llegaron en barco a Leningrado (en el norte) y a dos de los puertos de Ucrania actualmente bajo dominio o asedio de Rusia: Odessa y Sebastopol. Se quedaron en las llamadas «casas para niños» ucranianas o bien en las que había en los alrededores de Moscú y Leningrado.
La organización Niños de Rusia cita, al menos, seis casas de niños en la península de Crimea, una en Kiev, dos en Odessa (Revolución de Octubre y Arcadia), otra en Jarkov y una en Jersón. Otras fuentes elevan ese número hasta diez, aunque es posible que se tratara de sanatorios temporales.
Según Norberto Ibáñez (El exilio infantil vasco en la URSS), los niños asturianos estuvieron sobre todo en las zonas de Moscú o Leningrado. Pero hay frecuentes testimonios de que algunos fueron trasladados a Ucrania (donde la mayoría era vasca) en largos viajes, a menudo para pasar un tiempo de vacaciones a orillas del mar Negro.
Ibáñez cuenta que «la mayoría de los testimonios recogen cómo fueron nuevamente vestidos, despiojados, revisados médicamente y alimentados. Iniciado ya el verano su recuperación física y psíquica se realizó en las colonias veraniegas establecidas en Crimea». Hasta 800 niños asturianos viajaron, para quedarse, a la Unión Soviética tras la Guerra Civil española. En lo que prácticamente coinciden todos esos testimonios es en que fueron en general bien cuidados y, aún en la pérdida y la añoranza, pudieron sentir que eran una familia.
Crimea
En la villa veraniega de Simeiza, en la costa de Crimea, había una casa que fue establecida como un sanatorio para acoger a los niños enfermos, «principalmente de tuberculosis», dice Niños de Rusia. También se denominó Ay-Panda, creen, y alojó a los primeros menores evacuados de España.
Para ellos mismos no está clara la documentación: «¿Se trata de la enigmática Casa 4? Existe cierta ambigüedad relacionada con la identificación de la Casa 4, posición frecuentemente omitida en los informes y listados de los orfanatos. En alguna de las relaciones aparece Simeiz encarnando tal identidad, pero la información no es determinante. Sí podría tratarse de esa residencia por el carácter estacional o temporal de su alojamiento».
La otra ubicada en Crimea, en la localidad también costera de Eupatoria, era la denominada Casa 6 o Proletario Eupatoria, con capacidad para 182 niños y niñas. Era también otra del tipo sanatorio, «orientada a la recuperación de niños en estado de debilidad o enfermos». Citan a Taicia Mijáilivna Mijálova como directora y señalan que «probablemente, los niños fueron alojados en diversos emplazamientos, algunos de ellos formando parte del complejo de edificios del Sanatorio Primorsky, situado en la Calle Soviétskaya (actualmente calle Duvanovskaya). Frente al sanatorio, se ubica Villa Lux, otro de los posibles alojamientos de los niños». Esta casa es evacuada tras la invasión nazi a Orlovskoie, en la región de Los Alemanes del Volga. «Tras la guerra, el colectivo de niños vuelve a Eupatoria, donde la institución prosigue como tal hasta 1950».
Uno de los asturianos que pasó por allí fue Luis García Camblor, que se repatrió a España años más tarde, casado con Aurina Martínez Blanco. También estuvo Modesto González Suárez (de Ciaño). Pedro Rabanal Rodríguez fue el subdirector de la expedición de niños y maestro en Eupatoria.
La investigadora Verónica Sierra cita en Palabras huérfanas: los niños y la Guerra Civil más establecimientos ubicados en Crimea: Además del Proletario Eupatoria y el número 4 de Simeiz, menciona uno llamado Persian Ber Noke, el Varanoff, también en Simeiz, el Bandera Roja en Mishkor y el Ai Panda (O Ay Panda), en la misma ciudad, pero que diferencia del número 4. Sierra cita a Gregorio Arrien, quien daba detalles incluso de los residentes. El más grande habría sido el Ai Panda, con 1.362 niños, al parecer un señorial palacio que había pertenecido a una familia aristocrática antes de la revolución.
El libro Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007) de Ángel Luis Encinas Moral cita otra casa, la número 3, que habría estado ubicada en «Kokand, Crimea» y donde por cierto fue auxiliar la gijonesa Celsa García Camblor y educadora la ovetense Oliva González Rodríguez, que también trabajó en Samarcanda y Eupatoria. Pero se trata muy probablemente de un error, puesto que Kokand está en Uzbekistán, una de las casas de evacuación durante la guerra mundial.
Odessa
El gran puerto ucraniano del mar Negro, ahora mismo bajo asedio marítimo por los rusos, fue un punto de residencia de niños asturianos, al igual que Leningrado. La niña de la guerra Araceli Ruiz contaba, muchos años después cómo los «despiojaron y vistieron con ropa limpia a todos iguales, como de marineros» cuando llegó con sus tres hermanas. El colectivo Niños de la Guerra cita dos: Revolución de Octubre (al parecer, también sanatorio), en el bulevar Proletario número 77; y otra en Arcadia, 2.
Si bien los niños fueron, en general, bien tratados, educados y cuidados, también hay que mencionar a los adultos, marinos que arribaron a esta ciudad, junto a educadores de los niños y otros republicanos (Vidas y destinos. Los marineros republicanos del gulag. Luiza Lordche Cârstea) y que después fueron obligados a quedarse en la URSS e incluso cruelmente represaliados, encarcelados o enviados a cárceles soviéticas.
Ángel Luis Encinas Moral cita casos como el del alicantino Ginés Agulló, ayudante de cocinero de barco, que trabajó en una casa de niños de Odessa, igual que la educadora Alegría Zamora o la costurera Teresa Blanco. También habla del conocido José Laín Entralgo, que ejerció como maestro en una de las casas de Odessa.
Járkov
Ubicada en la calle Pomietki número 27, esta casa tenía capacidad para 95 niños. Como dato llamativo, en Járkov habría estado el moscón José González Prida, llegado desde Leningrado, que murió en un bombardeo de Stalingrado en agosto de 1942, según Encinas. También, con los mismos apellidos y lugar de procedencia, estuvieron Julio César, Manuel y Marina, posiblemente cuatro hermanos, dada la cercanía de sus fechas de nacimiento.
Jersón
La casa de Jersón, en el sureste de Ucrania, se conoció a veces como Bandera Roja por los niños que procedían del sanatorio de Crimea con el mismo nombre. Estaba en la calle 1º de mayo (hoy cambiada de nombre) de esa ciudad y no era muy grande; en total acogió 49 niñas y 30 niños. Se ubicó en una casa que había sido residencia del rabino e institución bancaria a principios de siglo. «Cuando la amenaza de la ocupación nazi se cernía sobre Jerson, el orfanato fue evacuado tierra adentro. Después de 1945, el edificio albergó el Hospital Nº 1», dice Niños de la Guerra.
Kiev
La casa de la capital ucraniana se ubicaba en la calle Sviatoshino Yusnaya, 65 y albergó 104 niños y tenía empleadas 85 personas para atenderlos, señala Norberto Ibáñez. Según algunos testimonios, era una construcción antigua, muy grande. Quizá un palacete zarista.
A este listado (junto a las casas de Moscú y Leningrado), dice Niños de la Guerra, «habría que añadir las casas que se constituyeron como resultado de la segunda evacuación» debido a la II Guerra Mundial y que fueron a la retaguardia mientras avanzaban los ejércitos del Eje. Porque, para muchos de esos menores, el conflicto no había hecho más que comenzar.