Germán Orizaola, investigador en Chernóbil: «La central es segura, debe preocuparnos la invasión»

X. M REDACCIÓN

ASTURIAS

Germán Arizaola trabajando en Chernóbil
Germán Arizaola trabajando en Chernóbil Germán Ariozola

El doctor en biología de la Universidad de Oviedo ha viajado entre 2016 y 2019 a Ucrania para estudiar los efectos de la radiación en la flora y fauna de la zona de exclusión

12 mar 2022 . Actualizado a las 09:31 h.

La invasión de Ucrania por parte del ejército ruso y la toma de la central de Chernóbil, donde están retenidos alrededor de 200 personas, trabajadores y operarios para mantener la seguridad en la planta. Entre 2016 y 2019, Germán Orizaola, doctor en biología e investigador de la Universidad de Oviedo ha viajado a la zona de exclusión de Chernóbil para estudiar el efecto de la radiación en la flora y fauna. Ayer, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) alertó de que los sistemas que monitorizaban el material nuclear en las instalaciones de los desechos radiactivos de Chernóbil habían dejado de transmitir datos, y el pánico se desató, temiéndose lo peor. Sin embargo, Orizaola garantiza que la central de Chernóbil es totalmente segura y que lo más peligroso ahora mismo para Ucrania es la propia guerra. LA VOZ DE ASTURIAS ha hablado con Orizaola sobre la guerra en Ucrania, cómo podría afectar a la central nuclear y los resultados de sus investigaciones en la zona de exclusión. 

-Usted decía en una entrevista con LA VOZ DE ASTURIAS el año pasado que no creía posible que sucediese un accidente similar al del Chernóbil en la actualidad. Con la invasión rusa, ¿cree que puede suceder algún tipo de incidente relacionado con la guerra que desencadenase un desastre nuclear en la central?

-No lo creo, en lo que respecta a Chernóbil, no. Hace demasiado tiempo que se detuvo su actividad y los niveles de radiación están controlados. Sin embargo, tal vez podría ocurrir en otras centrales del país que están activas, como Zaporiyia, que hace una semana tomaron los rusos. Aún así, las centrales nucleares actuales están diseñadas para soportar hasta la colisión de un avión. Salvo un ataque directo y potente, es muy complicado que haya un accidente. Tenemos que preocuparnos más por otros aspectos, el peligro viene por otro frentes, como los bombardeos a cíviles. 

-La AIEA anunció el miércoles que los sistemas que monitorean el material nuclear en las instalaciones de los desechos radiactivos de Chernóbil dejaron de transmitir datos. ¿A qué se debe? ¿Puede suponer un peligro?

-Por toda Ucrania, al igual que toda España, hay muchos sensores que miden los niveles de radiación y lo transmiten al consejo regulador, que luego se centraliza en la Agencia Internacional de Energía Atómica. Por la guerra, muchos de esos sensores dejaron de funcionar, pero simplemente son sistemas de monitoreo. Mientras no ocurra nada, está todo en orden. Se ha perdido esa información, que siempre es bueno tenerla, pero no tiene por qué suponer un peligro.

-¿Cree que los países tendrán la cabeza fría para no atacar centrales y/o usar armas nucleares?

-No creo que en esta guerra vaya haber consenso en nada, pero tampoco que vaya a haber problema en cuanto a las centrales nucleares. A día de hoy, Chernóbil tiene más valor simbólico, y para el despliegue de convoyes y tropas, que por su actividad nuclear. Otras centrales nucleares del país sí que tienen un interés estratégico porque con ellas controlas la energía.

-Decía usted en la pasada entrevista que no tenía miedo a los efectos de la radiación a largo plazo por sus viajes a Chernóbil, porque «el miedo se combate con conocimiento». A día de hoy sigue habiendo un pánico generalizado con todo lo que implique nuclear...

-Sigue habiendo mucho miedo a lo nuclear. Hay mucho desconocimiento respecto a este tema y, a pesar de ello, se opina mucho y se dicen muchas cosas sobre Chernóbil. De verdad, la central nuclear de Chernóbil no significa ningún tipo peligro. Con el apagón de anoche, parecía que iba a haber una explosión nuclear en los medios y redes sociales. En Chernóbil eso ya no puede ocurrir. Es más grave que explote cualquier planta de productos químicos o se ataque un hospital, como ocurrió ayer en Ucrania, que cualquier accidente que ocurra ahora mismo en Chernóbil. No puede explotar ni nada de ese estilo. Y también es imposible que en las otras plantas se genere un nuevo Chernóbil porque los reactores son distintos, los sistemas de refrigeración son mucho mejores, están mejor protegidos. Esto es necesario que se sepa porque se quita ese miedo e impide que centramos la atención donde no la merece. Debemos centrarnos en el ataque que está sucediendo en las ciudades ucranianos.

-Desde 2016 estudiando flora y fauna de la zona. Habrá personas que les resulte extraño que en Chernóbil haya una reserva natural. A pesar del accidente hace casi 36 años, en Chernóbil hay mucha vida…

-Es otro de los errores cuando se piensa en Chernóbil y en la radiación. Allí hay mucha vida. Ahora mismo queda el 10% de radiación que se emitió, está muy dispersa, y efectos prácticamente nulos en los animales que residen en la zona. Chernóbil es una de las mayores reservas de Europa. Tiene una extensión muy grande, similar a la del Principado de Asturias, y como no hay casi presencia humana se dan las condiciones idóneas para que la vida animal se desarrolle. Chernóbil es el hogar de una gran cantidad de osos pardos, lobos, linces, multitudes de tipos de aves; animales de todo tipo. Pero ya no es que no afecte a los animales. Yo lo pongo siempre de ejemplo y la gente se sorprende: en mi despacho de la universidad hay los mismos niveles de radiación que en la zona sur de Chernóbil. Esto se debe a dos razones. Primero, a que la zona de exclusión tampoco se contaminó mucho. Las zonas que recibieron radiación fuerte son muy limitadas. Poniendo el ejemplo de Asturias, es como si hubiese ocurrido en Oviedo. El centro estuvo muy contaminado, pero el resto no recibió apenas. Segundo, porque los productos radiactivos se van descomponiendo en la naturaleza. Actualmente gran parte de los productos radiactivos, como el yodo, han desaparecido. Tan solo queda el 10 % de la radiación a día de hoy. A veces incluso nos es complicado encontrar a las especies que queremos investigar en zonas de alta radiación, para estudiar sus efectos. La zona es mayoritariamente segura. 

-Usted ha viajado en numerosas ocasiones a Ucrania. ¿Se podía predecir este conflicto? ¿Mantiene contacto con personas que están en el país?

-Algo se podía sentir. Siempre que viajamos a Chernóbil pasábamos por Kiev, y sí que es verdad que se veía miedo a los avances rusos. En 2016 expulsaron al gobierno y ha habido muchos problemas estos últimos años. Yo tenía claro que está invasión iba a ser contestada por el pueblo ucraniano porque van a pelear por su libertad e independencia. Ucrania es un país muy próximo a la Unión Europea. Estoy en contacto con muchos conocidos de allí. Un colega ucraniano, con el que una semana antes del conflicto hablaba sobre nuestros trabajos y el nuevo viaje que pensábamos hacer a Chernóbil esta primavera, ahora mismo se encuentra en la ciudad más bombardeada de Ucrania, fabricando cócteles molotovs para defenderse de los rusos. Toda la gente con la que he estado trabajando allí está ahora mismo en refugios, fabricando molotovs; en zonas más tranquilas  pero están sin electricidad y con falta de alimentos, o en Kiev, rodeados por el ejército ruso. A nivel personal la situación es bastante dura. Lo primero que hago todos los días por la mañana es ver si se han conectado en Facebook y cuando es su última hora de conexión, para comprobar que están bien. Estoy preocupado por ellos, porque en cualquier momento puede caer una bomba en su casa.

Germán Arizaola y Sergey Gaschack, colaborador local, en Chernóbil
Germán Arizaola y Sergey Gaschack, colaborador local, en Chernóbil Germán Arizaola