Si hay alguien que saque de sus casillas de corrección diplomática al presidente Adrián Barbón es el portavoz de Vox, Ignacio Blanco. En el último capítulo de enfrentamiento se acabó hablando de manos sin callos, de fesorias, de mapas erróneos y de viajes para comer queso. Sucedió ayer en la Junta.
«¡De qué va! ¡Quiere dejar de estar permanentemente humillando al medio rural! No diga tonterías», le espetó Barbón a Blanco. El diputado derechista le había pedido antes que «dejase de dar paseos por el suroccidente en coche para comer queso», en referencia a la visita que Barbón hizo la semana a Taramundi. Barbón contraatacó con una lección de geografía: le afeó a Blanco su «desconocimiento de primera» por situar Taramundi y la comarca de los Oscos en el suroccidente.
Blanco es conocido, más allá de sus ideas extremas, por sus ocurrencias dialécticas de tertuliano radiotelevisivo. Y optó por apelar al físico de Adrián Barbón para tocar las narices. En su intervención, Blanco leyó «un cuento» sobre un presidente que descubre el suroccidente, donde es conocido por «el hombre grande de las suaves manos, de despacho, sin callos», por no haber cogido una fesoria.
Así que el cuentecillo le hinchó los bemoles al presidente, que contraatacó y esgrimió DNI rural. «He cogido mil veces más la fesoria que usted en su vida. Si le pongo tres instrumentos del campo no sabría distinguir la fesoria de otras cosas», le respondió. Sería interesante hacer un concurso de fesoria en el parlamento, cabe añadir. Y una prueba práctica en un prao de Tineo.
Barbón acabó señalando una contradicción: que Vox sea contrario a la Unión Europea mientras es en ese foro en el que se aprueba la Política Agraria Común, necesaria para la supervivencia de la agricultura y ganadería asturianas. El capítulo continuará, sin lugar a dudas.