Se plantó en Ucrania en pleno conflicto con Rusia para acoger a Ania: la generosa aventura de una familia asturiana

ASTURIAS

Ni corto ni perezoso, Rubén Estuñiga aterrizó en Kiev para traer a la que ya es su segunda casa a Ania Romanenko, de 14 años
16 feb 2022 . Actualizado a las 18:41 h.La posible invasión rusa a Ucrania trae al mundo entero en vilo. El temor a que estalle una nueva guerra ya es palpable. Ante las advertencias de Estados Unidos de un ataque inminente, el asturiano Rubén Estuñiga, ni corto ni perezoso, compró un billete de avión, puso rumbo a Kiev y trajo de vuelta a Ania Romanenko, de 14 años, con el objetivo de que esté a salvo en la que ya es su segunda casa. «Es como una hija más y no podíamos permitirnos que le pasase algo. Teníamos que arrimar el hombro», asegura este Policía Nacional destinado en Pola de Siero.
La menor lleva desde los seis años compartiendo estancia estival con esta familia asturiana -formada por Rubén Estuñiga, su mujer Lorena Escobio y su hijo Mateo-. Todo ello gracias al programa de acogida de los niños de Chernóbil, «que lo gestiona todo». Sin embargo, «como solo puede venir por el verano y nos dimos cuenta que la cosa ya iba en serio, nos asustamos y decidí ir a por ella», confiesa Estuñiga, quien voló a Ucrania el pasado día 11.
Para poder venir a España, Ania Romanenko lo tuvo que hacer como turista. Un visado que requirió «bastantes» trámites burocráticos. «Sus padres tuvieron que autorizar ante notario para que viajase conmigo. Se tuvo que hacer una carta de invitación aquí en España y luego cumplir los requisitos covid que tienen su historia. Estos van desde la prueba PCR, hasta la cartilla de vacunación, incluido el rellenar un documento de sanidad español para generar un código qr y poder pasar», detalla.
Por suerte, los vuelos, tanto el de ida como el de vuelta fueron directos. «Menos mal porque si tengo que hacer escala con una niña que te autorizan los padres a traerla no sé si hubiese tenido que gestionar algún papel más. Además justo había plaza para el domingo 13, que fue la fecha que me puse de tope para traerla de vuelta. De haber esperado un día más, no hubiese sido posible porque el avión ya estaba lleno», resalta.
Ahora, Ania Romanenko ya se encuentra a salvo del conflicto de Ucrania. «Está muy contenta y estará aquí 90 días, que es lo que permiten como máximo al venir como turista, pero iremos tomando decisiones según evolucione la cosa. Si hay invasión, si se retiran las tropas rusas, si llegan a un acuerdo… Al fin y al cabo va a tener que volver porque tiene ahí su vida, su familia, su colegio… no es plan de que esté aquí sin más».
Un combinado de felicidad y preocupación
Mientras tanto, la menor continúa con su rutina en Asturias. «Las clases las imparte de forma online, con el tema del covid ya había sido así y los profesores como son previsores mandaron los libros para casa y dieron una guía de lo que debían hacer por si había una invasión». Además, como su español es «perfecto», incluso «tiene un deje asturiano», «es muy cariñosa» y «pura alegría», Ania Romanenko no tiene ningún problema para relacionarse con asturianos de su edad.
No obstante, no deja de sentir cierta preocupación por sus seres queridos. «Tiene miedo de que haya una invasión y afecte a su familia. Ella vive con su madre y su hermano de cuatro años. Además, aunque no tiene mucha relación con su padre porque están separados, este cuando le dijimos que necesitamos su firma para sacarla accedió porque se podía complicar mucho la cosa. Todos son conscientes del problema y están muy agradecidos de que esté aquí con nosotros», apunta Estuñiga.
¿Un posible escenario bélico?
Aun así la situación en Ucrania es totalmente distinta a lo que se puede apreciar a través de los medios de comunicación. «Todo está muy tranquilo. Los niños van al colegio, los restaurantes están abiertos y la gente hace vida normal. Además, allí las noticias son tranquilizadoras de que Rusia no va a invadir. No había histeria, solo preocupación cuando hablabas con la gente. La sensación que tienen es que se trata de una historia más de Rusia», pormenoriza Rubén Estuñiga, quien lamenta que Ucrania no puede ser más desfavorecida. «Es un país pobre, está la pandemia, ahora se junta la guerra y además donde vivía Ania es una zona de influencia de Chernóbil y siempre hay radiactividad». «Viven en una crisis continua», sentencia.