«Siempre tendría que darse un clima favorable y la historia nos dice que es imposible», recuerda el economista Fernando Rubiera, que ve necesario que se impulse la coordinación entre municipios, empezando por la movilidad
09 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«Siempre tendría que darse un clima favorable, pero la historia nos ha dicho que la fusión de ayuntamientos en Asturias es imposible. Y todas las demás soluciones no han ido a ningún lado», recuerda Fernando Rubiera, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo e investigador del Laboratorio de Análisis Económico Regional (RegioLAB). «Las mancomunidades funcionaron muy bien durante una época, sobre todo en lo que se llamó la ciudad lineal del Nalón, pero también se fue al traste», añade.
Hace precisamente 10 años, desde RegioLAB planteaban un nuevo mapa de Asturias que dejaba sus 78 concejos en menos de 40, como respuesta a la continua pérdida de habitantes que se ceba sobre todo en los municipios menos poblados y a la necesidad de generar una nueva economía de escala que abra nuevas oportunidades como han visto en las localidades extremeñas de Don Benito y Villanueva de la Serena.
El alcalde de Siero, Ángel García, reavivaba esta semana en Asturias el debate sobre una problemática común en España, en donde el 84% de los municipios tienen menos de 5.000 habitantes, al afirmar que «sobran ayuntamientos en Asturias» y «deberíamos colaborar mucho más para dar mejor servicio a la ciudadanía». Racionalizar el número de ayuntamientos, como recuerda Rubiera, no tiene nada que ver con que en esos municipios se pierdan servicios. Es justo lo contrario.
¿Cómo de grave es el problema del «minifundismo» municipal en Asturias?
«El problema es mucho más grave en otras comunidades autónomas como Castilla y León y Cataluña, por razones diferentes», dice Rubiera, que explica que en la comunidad vecina se ha ido perdiendo mucha población y se tiene una gran cantidad de municipios que apenas tienen residentes. «Tienen que soportar toda una infraestructura de gestión para poder administrar territorios en los que viven apenas 100 personas. Ahí es muy urgente dar respuesta porque es una ineficiencia gravísima al perder muchos recursos».
Mientras, en Cataluña, el problema radica en que los municipios son también muy pequeños pero han crecido mucho y, en zonas como la comarca del Vallés, ya son un continuo urbano -«no se distingue dónde está un municipio de otro, la realidad ya los ha unificado totalmente»- como ocurre en las dos localidades de Badajoz que celebran un referéndum para fusionarse.
Rubiera indica que, en términos relativos, los 78 concejos de Asturias es un número reducido en comparación con otras comunidades autónomas como las dos anteriores. «Al ser 78 es más fácil de gestionar, pero no deja de ser un número excesivo. Asturias, además, es como un micropaís -señala-. Por un lado, en el Occidente existe un problema similar al de Castilla y León, con muchos municipios que han perdido mucha población y en los que sería conveniente reconstruir áreas para tener un poco más de eficiencia en la gestión. Y por otro, en el centro tenemos un caso similar a Cataluña, con concejos que ya forman una unidad urbana y en los que el municipio rompe dinámicas reales, convirtiéndose en muchas ocasiones en un impedimento para que las cosas funcionen mejor».
¿Cuál sería la solución en uno y otro caso?
Rubiera ve claro que en el centro la solución pasa, como decía el alcalde de Siero, por más coordinación entre concejos sin necesidad de que desaparezcan ayuntamientos, mientras que en las alas de Asturias -sobre todo en el interior del Occidente y en algunas zonas del Oriente- «lo que se necesita es un poco más de eficiencia administrativa sin perder la proximidad de los servicios con la ciudadanía». Aquí insiste en que conseguir una mayor eficiencia administrativa en municipios pequeños no tiene nada que ver con que se pierdan oficinas en cada pueblo.
«Una cosa es la proximidad o la lejanía de la Administración y otra cosa es el tamaño óptimo que debería de tener un gobierno local para hacer políticas realmente útiles, que no es desde luego el que tienen la mayoría de los municipios asturianos. Hay algunos que tienen un presupuesto y unos recursos tan escasos que no se puede hacer casi nada», señala Rubiera.
¿Cuál debería ser el tamaño óptimo de un municipio?
Rubiera indica que no existe una medida concreta, pero pone como ejemplo el sistema de gobierno que tienen los condados (counties) en Estados Unidos porque podría servir como referencia. «Cuando un condado tiene un tamaño inferior a 50.000 habitantes, lo que hacen es funcionar como una comunidad de vecinos aquí: se reúnen una o dos veces al año en asamblea y dan las orientaciones a un gestor contratado para ello. Cuando ya tienen un tamaño de más de 50.000 habitantes, ya pasan a tener una independencia y una serie de órganos de representación política. Es la única referencia que marca un límite en el tamaño óptimo, pero 50.000 habitantes es demasiado y aquí lógicamente no podríamos aplicarlo».
Otra idea más cercana es la de las ocho áreas sanitarias en las que se divide Asturias, «que tienen mucho sentido geográfico y deja resueltos con cierta proximidad los servicios sanitarios de los 78 municipios». Aunque reducir a ocho los municipios asturianos es «muy exagerado», Rubiera considera que la organización de las áreas sanitarias es un buen indicador para trabajar en lograr ese equilibrio entre la equidad y la eficiencia en los servicios municipales.
En ese sentido, recuerda que el mapa que elaboraron en RegioLAB con menos de 40 concejos se basaba en criterios de movilidad más que de eficiencia administrativa. Es decir, teniendo en cuenta cómo se mueven los residentes de un concejo y qué áreas confirman un espacio único laboral. «La gente reside en un municipio pero trabaja en otro y, teniendo en cuenta los que están fuertemente integrados, nos quedaba que tenía un absoluto sentido pasar de 78 municipios a unos treinta y pico. Eso garantizaba que los espacios nuevos que creabas tuvieran mucho sentido económicamente, porque eran áreas laborales integradas», explica.
¿Es impensable plantear una fusión de municipios en Asturias?
Desde un punto de vista político, Rubiera asume que plantear una fusión de municipios en Asturias es imposible. «En su momento fue muy criticado por ejemplo que Mieres nos saliera integrado con Oviedo y la realidad es que el 70% de la población laboral de Mieres trabaja en Oviedo. La realidad de los datos se impone, otra cosa es que políticamente digas que Mieres siga siendo independiente. No hay ninguna objeción, pero hay que saber cuál es el punto de partida y, laboralmente, hoy por hoy Mieres forma parte del área de Oviedo», señala.
Rubiera entiende perfectamente que no haya habido ninguna propuesta política en firme pese a que el debate resurge cada cierto tiempo. «Las elecciones en Asturias se ganan o se pierden en las alas y, aunque el voto más fuerte esté en el centro, cualquier cosa que en las alas puedan considerar un ataque a su bienestar va a ser muy difícil que alguien lo asuma».
Y si se considera un ataque al bienestar es porque «lo que se ve es que eliminas un ayuntamiento en vez de darte cuenta de que construyes uno más eficiente, que es capaz de hacer políticas más eficientes que el anterior, pero esto se va a ver siempre como un ataque al bienestar de las alas, así que políticamente es casi imposible que esto se pueda plantear».
¿Qué otras alternativas existen a la fusión de ayuntamientos?
Rubiera, teniendo en cuenta lo anterior, plantea algo tan sencillo y de sentido común como fomentar relaciones de coordinación entre los municipios. «Trataría de impulsarlas lo máximo posible», dice, recordando también la experiencia asturiana de las mancomunidades, que sobre el papel se mostraron muy convenientes pero que, como se ha visto en la práctica, requieren de un interés político para mantenerlas e impulsarlas: «Así que yo plantearía coordinarse para hacer algo en común y para que así la población vea que funciona mejor la política que no se hace exclusivamente desde un ayuntamiento, sino desde varios a la vez».
¿Cómo se podría poner en práctica una política de coordinación real entre concejos?
Rubiera considera que la movilidad es una de las cuestiones fundamentales para que eche a andar esa coordinación entre concejos asturianos de la que precisamente hablaba también el alcalde de Siero. Tiene claro que esa coordinación entre concejos tendría que empezar por la movilidad.
«Es un asunto clarísimo además en el área central y puede que también esté ocurriendo en algunas zonas de las alas, en donde muchas veces no hay transporte público porque la movilidad dentro del municipio es muy reducida y entre municipios escapa a las competencias de un ayuntamiento, sobre todo cuando además no tiene capacidad para hacer casi nada por su reducido tamaño». Sin embargo, añade Rubiera, «si coordinas de repente varios ayuntamientos y empiezas a crear sistemas de movilidad pública muchísimo más eficientes sería una de las maneras en las que se vería claramente que esto funciona».
En el área central, pese a que como dice puede parecer que ya existe esa coordinación en el transporte público que traspasa un único municipio en zonas como Oviedo y Lugones y el «continuo urbano» de la comarca de Avilés, «está muy mal hecho y, en el fondo, lo que ocurre es que el ayuntamiento grande, que tiene más posibilidades de hacer, se mete dentro del ayuntamiento pequeño».
Y aunque, por ejemplo, el autobús de Oviedo llega a Siero, o el de Avilés a Castrillón, «no está bien hecho porque lo interesante sería que estuviese coordinado con una movilidad dentro de Siero o de Castrillón, que ni en Oviedo ni en Avilés funciona porque no hay coordinación dentro de los sistemas y menos todavía ya si vas al tren».
Rubiera considera que el campo para poner en práctica políticas coordinadas entre concejos, con las que sea imposible obviar que «se gana muchísimo más cooperando que compitiendo», es amplio. Menciona por ejemplo el suelo industrial, las políticas económicas o de las de formación de empleo, que evitarían por ejemplo que en municipios cercanos se impartan los mismos cursos. «La movilidad es lo que haría fluir a todo lo demás como una ficha de dominó», considera.