La fragmentación del parlamento generará una geometría variable que se complica más con la situación interna de cada partido
01 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En una legislatura marcada intensamente por la pandemia, el presidente asturiano, Adrián Barbón comenzará el nuevo año con un cimiento sólido para arrancar el nuevo curso político. Barbón ha ido aprobando año a año los presupuestos de la comunidad haciendo uso de la geometría variable que le permite su holgadísima representación en la Junta General, con 20 escaños, a sólo tres de la mayoría absoluta y que ha ido completando principalmente con Izquierda Unida pero también con Podemos y Ciudadanos; no sin tensiones, algo que se exacerbará probablemente en el medio y largo plazo.
Contar con presupuestos actualizados presenta numerosas ventajas en cualquier momento, pero más todavía en unos años en los que tener las cuentas al día supone en muchas ocasiones acceder en tiempo y forma a los fondos de recuperación europeos: se cuentan por centenares los millones que procedentes de Bruselas tiene ya destino a Asturias para este 2022. Y precisamente la gestión de la reconstrucción será el elemento fundamental para que Barbón pueda consolidar o aumentar, si no lo quiere perder, su respaldo electoral.
En el ámbito político interno, Barbón y los socialistas cuentan con un horizonte despejado salvo sorpresa mayúscula. El liderazgo orgánico del presidente y secretario general es indiscutido y sólo le falta la confirmación simbólica del congreso de la FSA, aplazado precisamente por su contagio por covid, que le ha llevado a pasar el cambio de año aislado y en cuarentena. Sus retos políticos estarán principalmente en las relaciones con otras fuerzas.
También Teresa Mallada, la presidenta del PP asturiano, padeció en fechas recientes un contagio de covid, aunque no lo hizo en vísperas de su congreso regional, y no precisamente porque sea un cónclave ya resuelto sino porque se ha ido demorando sistemáticamente desde la llegada a la dirección nacional de Pablo Casado. Los medios nacionales se ha hecho amplio eco de las cuitas regionales de Madrid y la batalla interna por la presidencia de la organización autonómica entre Casado y Ayuso por lo que su congreso se demora. Pero es que el de Asturias acumula retrasos por todo tipo de motivos; desde luego la pandemia, pero también se han excusado en las repeticiones electores de ámbito nacional, las autonómicas de País Vasco y Cataluña, ahora las de Castilla y León y probablemente en el futuro cercano las de Andalucía.
Mientras tanto, Mallada es líder del partido en Asturias, sin apenas fricciones ya (aunque el polvorín de Gijón tiene ascuas que nunca terminan de apagarse del todo), pero escogida a dedo en decisión salomónica de Génova para zanjar la agria disputa que mantuvo al comienzo de la legislatura con Mercedes Fernández, ahora en el Senado. El PP brega además con un escenario difícil por la fragmentación de partido en el centro derecha, pero que también puede ser una buena ocasión para un timonel que sepa llevar el rumbo. Entre sus objetivos inmediatos estará absorber al menor coste posible cuadros y votantes de Ciudadanos para remontar como principal grupo conservador, y los naranjas se lo están poniendo fácil.
Ciudadanos se ha convertido en los dos últimos mandatos en un apoyo circunstancial para los presupuestos, pero el grupo afronta enormes problemas, tanto por la descomposición del partido a nivel nacional, tocadísimo por los adelantos electorales del PP que eligió como aliado preferente y que le come todo el terreno, como por la división abismal que padece en el seno del grupo parlamentario. Los dos diputados díscolos, Laura Pérez Macho y Armando Fernández Bartolomé se quejan en público de no haber tomado parte alguna en las negociaciones de las cuentas y además han denunciado un plan de los dirigentes para saltar a las filas populares. Negado con vehemencia por su coordinador, Ignacio Cuesta, teniente de alcalde en Oviedo, lo cierto es que la dirección nacional de Inés Arrimadas se ha ofrecido para concurrir en listas conjuntas con el PP, algo que ni siquiera fue tomado en cuenta por los de Casado. A medio plazo las preguntas no son si votantes y cuadros de Ciudadanos se pasarán al PP, sino cuántos de ellos lo harán y en qué condiciones.
La geometría variable de Barbón funciona si las piezas están bien lubricadas y precisamente el acercamiento a Ciudadanos empieza a formar las primeras fricciones con IU. La coalición, que llegó a esta legislatura muy dañada por la caída electoral, guarda, sin embargo, un relevante peso municipal que le hace ser la segunda fuerza en los concejos. Ese arraigo y su defensa de las políticas industriales marcarán su camino en un nuevo año en el que se buscará que los choques con la coordinadora estatal queden enterrados y comience una nueva fase en la que todo a la izquierda del PSOE mira a Yolanda Díaz. También lo hace lógicamente Podemos que, en Asturias, iniciará 2022 con una renovación trascendental tras imponerse por cien votos y después de unas primarias a cara de perro, Sofía Castañón a un Daniel Ripa que acumulaba dos mandatos.
Podemos Asturies nació, y no podía ser de otra manera, como una fuerza ferozmente opuesta a lo que tiene de «casta» un partido socialista que ha gobernado la comunidad casi todo el periodo democrático, y Daniel Ripa encarnaba con gusto ese papel. Pero con la coalición de gobierno en Moncloa los choques empezaban a ser extravagantes, el liderazgo de Castañón buscará conectar con un enfoque femenino y feminista también en el ámbito nacional. La reivindicación común que hacen IU y Podemos de Yolanda Díaz podría llevarlos a un entendimiento que nunca se ha dado en la comunidad por un camino inesperado para los protagonistas.
Foro Asturias comenzará 2022 buscando su hueco en ese fragmentado panorama del centro derecha y lo hará definiéndose como una fuerza autonomista. Alejado del PP y de su fundador, Francisco Álvarez Cascos, el partido queda en manos de Adrián Pumares y Carmen Moriyón para definirse como partido regionalista. Lo que vaya a suceder en el debate sobre la oficialidad del asturiano será clave, porque además cuenta con el voto decisivo. Las fuerzas que apoyan la reforma empiezan a achuchar a Barbón por sus retrasos, el horizonte de enero puede ser el límite para sacar adelante una modificación del Estatuto que pueda ser refrendada en el Congreso en esta legislatura y, de no salir adelante, la explosión de descontento podría ser atómica.
Queda Vox, precisamente el partido que ha hecho de la oposición hasta el acoso personal por la cuestión del asturiano una de sus banderas al igual que en anteriores ocasiones lo hizo, con escaso éxito, sobre la enseñanza de educación sexual en institutos. Con hipérboles, grandilocuencia, exageraciones groseras y a veces directamente bulos, el partido de Abascal sí tiene muy claro qué tipo de electorado quiere pescar en esa división del centro derecha en la que Ciudadanos mengua y consiguiendo también con cierta frecuencia, marcar el paso al PP.
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