Rafa Tarsicio, cantante: «La envidia y la admiración son mi motor»

ÁLVARO BORO REDACCIÓN

ASTURIAS

Rafa Tarsicio
Rafa Tarsicio

Presenta en La Salvaje su último EP

26 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Rafa Tarsicio presenta hoy en La Salvaje Anaconda, su último EP. Ésta es la segunda incursión de Rafa en solitario, tras haber sacado Más astillas en 2018, y tiene muchas ganas de enseñar el resultado de su trabajo a los ovetenses. Entre ensayos y preparativos, sacó un rato para charlar con La Voz.

-Presenta «Anaconda», su nuevo EP, en Asturias. ¿Está nervioso?

-Para nada, nervios ninguno. Tengo muchísimas ganas de que llegue ya y darlo todo. La banda suena como un cañón y todo está bien apuntalado, quiero que sea un conciertazo.

-¿Cómo es reencontrarse con el público después de la pandemia?

-Es de lo que más ganas tengo. Estar frente al público es muy adictivo, necesito su calor cuando me subo a un escenario, fue de lo que más eché de menos durante todo este tiempo. Un bolo bueno puede darse de cualquiera de las maneras y formatos, pero un gran bolo necesita de una buena sala, un buen espacio, y del público bailando y dándolo todo.

-Vuelve a La Salvaje, juega en casa.

-Sin duda, La Salvaje es una sala que me encanta, el sonido y el ambiente son geniales. Tienen un mérito de la hostia, lo pasaron mal durante la pandemia, pero siguen, están aquí, y es algo que hay que celebrar y que toda la ciudad debe apoyar.

-Antes era el vocalista y compositor de Tigra, ahora está usted en solitario. ¿Significa esto que Tigra se acabó?

-Tigra sigue existiendo y está muy viva, de hecho estamos preparando un nuevo proyecto. Bajamos un poco el ritmo por motivos laborales de los componentes y porque queremos hacer las cosas bien, que todo esté bien rematado.

-Algunos de los miembros del grupo están presentes en este proyecto.

-Son mi gente, mis ídolos, siempre van a estar conmigo y yo con ellos. A veces unos, otras veces otros, pero son los músicos con los que trabajo y voy a trabajar siempre.

-¿En qué se inspiró a la hora de elaborar estas canciones?

-La envidia y la admiración son mi motor. Escucho música e intento alcanzar a esos genios, trato de acercarme a esas cotas de perfección, es lo que hace que me imponga a la pereza y me siente a componer.

-¿Cómo es ese proceso de creación?

-Desordenado, muy desordenado. Escribo a diferentes horas y en diferentes lugares y situaciones. Me impongo una fecha límite para las canciones; luego voy recopilando apuntes, notas de voz, acordes, ritmos y demás a lo largo de un tiempo; cuando llega ese límite lo hilvano todo y sale la canción. Trabajo mejor bajo presión, para mí los últimos días son los más productivos.

-¿Su canción favorita de este EP?

-Me gustan todas, no sé qué decirte. Dejo que la gente elija cuál es su favorita.

-¿Qué se le ha posado en la punta de los dedos y se le ha caído de las manos?

- Muchas cosas y demasiadas veces. Y es la peor manera de perder algo.

-Veo que no sólo cuida el plano musical, también la estética: las portadas, de Edu Carrillo y Manu García, y los videoclips, de Famos y Lalo Tenorio, son auténticas obras de arte. ¿En este momento es tan importante llegar por el oído como por los ojos?

-Me encanta mimar mucho el plano artístico, que el arte vaya de la mano de las canciones. Tengo la inmensa suerte de que me rodea gente con un talento apabullante para estas cosas, no usarlo sería delito. Todo está conectado, siento mucho reflejo en estas obras y es un proceso muy divertido.

-¿A qué vuelve siempre Rafa Tarsicio?

-A canciones que beben del rock, que exploten, que tengan rabia contenida. Al Mar Cantábrico y a Libardón. A baterías de Santullano, a producciones de German y a la voz cascada que llevo de serie.

-¿Qué le pone triste?

-El internet me pone muy triste, sobre todo cuando lees los comentarios de la gente, qué mal andan las cabezas.

-¿Y feliz?

-El fútbol, jugar un partidazo y volver a esa sensación de plenitud como cuando era niño. El cine después de ver un peliculón y haber vivido unas horas en ese otro mundo. Y acabar un conci y sentir que hemos dado un bolazo.

-Empezó muy joven en la música. ¿La precocidad es un don o un castigo?

-Fui precoz en ganas, no en talento, porque no tenía ninguno. A esto se aprende, como a casi todo, haciendo, prueba y error. Trabajo, trabajo y más trabajo. No hay otro truco y, aún así, muchas veces no sale.

-Viene de familia de artistas (Alberto García, Manu García, Rita Ojanguren) y futbolistas (Emilín, Falín, Santi García Barrero), está claro que algo tienen. Dígame cuánto hay de aptitud y cuánto de actitud.

-Hablo por mí, mis familiares son bastante más finos en lo suyo que yo. Un noventa y pico por ciento es actitud, le eché ganas, muchas horas y convicción. Y se lo sigo echando, soy consciente de lo poco que sé y de lo que quiero y tengo que mejorar. Espero, algún día, ser un buen músico y futbolista.

-¿Para qué es ya tarde?

-Desgraciadamente, para casi todo ya es tarde. Pero no lo es para pillar las entradas del concierto del viernes, aunque, pronto, puede que también para esto lo sea (dice esto mientras se ríe).

-¿Cuál es la banda sonora de su vida?

-Canciones de El Libro de la Selva en la primera mitad de infancia; Estopa en la segunda mitad; en la adolescencia, Arctic Monkeys, a los veintipocos, Extremoduro y, ahora, Tom Waits.

-La curiosidad es la mecha que prende la vida. ¿Es un hombre curioso?

-Soy competitivo, y esto me obliga a ser curioso, siempre quiero ganar a mis amigos en el Trivial.

-¿Disfrutó de muchas noches galácticas?

-Sí, de alguna que otra. Pero sin restarle importancia a las noches normales y a las malas, que son las que hacen que las noches galácticas brillen tanto.

-Ha participado recientemente en las actividades organizadas por la Cátedra Leonard Cohen de la Universidad de Oviedo. Háblenos de ello.

-Quedé encantado. Todas las actividades y eventos que desarrollan me parecen muy interesantes y necesarios. Es un privilegio disfrutar de esto en Oviedo.

-¿Existe el concierto perfecto? 

-No sé, pero podría imaginarlo. Mira, depende todo del público, el músico poco pincha y corta. Imagina un sold out; la gente haciendo cola horas antes; todo va en su sitio y redondo; no hay retrasos y el público se entrega y baila, canta y disfruta. Sería algo así, y esto es lo que intento hacer en cada bolo y es lo que me hacen sentir cuando bajo del escenario.