James Rhodes: «Nunca voy a decir a un niño de 15 años que Beethoven vale más que Rosalía o Leiva»

Marcos Gutiérrez ASTURIAS

ASTURIAS

James Rhodes
James Rhodes

El pianista y escritor británico actúa el próximo viernes en La Laboral. «El primer concierto que di en España fue en Gijón hace unos años y ahora resulta que vuelvo y ¡coño, ya soy español!»

20 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

James Edward Rhodes (Londres, 1975) es un pianista y escritor británico-español, que ha desarrollado una importante actividad de denuncia sobre los abusos sexuales en la infancia, algo que él mismo sufrió siendo niño. Desde 2017 reside en Madrid y hace un año el Gobierno le concedió la nacionalidad española por carta de naturaleza. Acaba de publicar, Made in Spain: Cómo un país cambió mi forma de ver la vida (2021, Plan B), una obra en la que describe la experiencia tras su cambio de residencia. El viernes 26 de noviembre actúa en el teatro de La Laboral dentro del marco del Gijón Sound Festival. Rhodes cree que «todo ha cambiado a mejor» para él desde su aterrizaje en nuestro país.

-¿Qué nos podremos encontrar en su concierto en Gijón?

-Un piano (ríe). Voy a tocar un programa de los grandes, como Beethoven, Brahms… para mí la música clásica siempre ha sido algo extraño, como un mundo lleno de reglas y clasicismo, en el que hay que aplaudir de la manera correcta… pero la verdad es que vivimos en un momento tan ruidoso, lleno de publicidad, con las redes sociales, polémicas, la prensa que el único sitio al que podemos ir ahora mismo para escapar de todo es la sala de conciertos. Para mí es algo muy íntimo. Estoy en el escenario tocando una pieza y antes voy a hablar durante tres o cuatro minutos acerca del autor o el contexto en el que se compuso lo que voy a tocar. Luego se apagan las luces y el auditorio se convierte en el único lugar en el que podemos cerrar los ojos, escapar de toda la mierda y descansar del estrés, para escuchar piezas compuestas hace doscientos años o más. Es algo muy inmersivo. La mayoría de mi audiencia son adolescentes, parejas que nunca han ido a un concierto de piano de Beethoven o Brahms… y eso es algo que me encanta y es súper importante ahora mismo.

-Para un músico como usted tuvo que ser duro que llegara el coronavirus y le impidiese la posibilidad de actuar. ¿Cómo ha vivido el confinamiento y las restricciones de la pandemia?

-Yo no lo he pasado peor que otros, ni de coña. He de reconocer que tengo toda la suerte del mundo. Tengo un piso maravilloso con terraza y sol, mi piano, he escrito un libro durante el confinamiento… no estoy como la mayoría luchando con peques y escuelas. Pero claro, no ha habido conciertos y eso es muy duro. Ahora volvemos a una, ojalá, mejor normalidad, con una nueva perspectiva. Ahora las cosas pequeñas como poder coger un avión, irme a un concierto con aforo las veo como un lujo y me siento muy emocionado.

-¿Es Gijón un lugar especial para usted?

-Si. El primer concierto que di en España fue en Gijón hace unos años y ahora resulta que vuelvo y ¡coño, soy español! Hace cinco o seis años estaba en Gijón y no hablaba ni una palabra de castellano, muriéndome poco a poco en Londres y, de repente, poco tiempo más tarde estoy aquí como español, intentando hablar castellano, con una nueva familia y es una pasada. Encima me pagan por viajar y tocar por toda España un piano Steinway... lo cierto es que es un sueño. Yo de pequeño soñaba con mis héroes, esas salas y esos pianos como un niño hoy en día puede hacerlo con Messi. Estoy flipando.

-En su último libro, Made in Spain, habla de la manera en la que España le ha cambiado su manera de ver la vida. ¿Qué le ha enamorado de nuestro país?

-Ha sido un cambio inmediato y para toda la vida. Yo llegué a España, literalmente, con tres maletas y cuatro palabras de español. Sin amigos, sin familia y después de toda una vida en Londres. Para mí ha sido como descubrir Disneylandia. Todo ha cambiado a mejor. El clima, la comida, el ritmo de la vida y, en general, los pequeños actos de amabilidad del día a día. Esto no existe, desde mi experiencia, en el Reino Unido. Obviamente durante los primeros meses todo era brillante y en plan Mr. Wonderful. Luego ya se convierte en ¡bienvenido a la deep Spain! con las polémicas, los políticos, la prensa, las redes… pero a pesar de todo estoy casi más enamorado de España ahora, que he visto todas las cosas feas. Es mi hogar y me siento por primera vez en casa y descansado. Tengo raíces aquí que en Londres no existen. Por supuesto que hay problemas en España, como en todo el mundo. No solo en cuestiones como la educación musical o la cultura, sino en temas económicos, políticos, violencia… pero hay cosas tan bonitas y profundas que vivo en las nubes.

-Se habla mucho del estado actual de la música. ¿Cree que algunos de los artistas que triunfan en las listas hoy podrán a llegar algún día a ser recordados como un Bach, una Aretha Franklin, unos Led Zeppelin o un Freddie Mercury?

-Nunca voy a decir a un niño de quince años que Beethoven vale más que Rosalía o Leiva. De ninguna manera. Pero hay una razón por la que seguimos escuchando a Bach, Beethoven o Chopin doscientos o trescientos años después. Creo que gente como Serrat, Sabina y los verdaderos artistas españoles siempre serán recordados. Bad Bunny, ¿quién sabe? La verdad es que odio esta separación entre la música clásica, el rap, el reguetón… la música es música. Da igual que escuches a Los Secretos y te emocionen o que sean Chopin y Beethoven los que lo hagan. Lo más triste del caso es que si estás en una familia sin muchos medios económicos nunca vas a tener la oportunidad de aprender piano, tocar un violín o formar parte de una orquesta. Incluso no vas a escuchar Bach o Beethoven y está muy claro que hay una línea desde estos hasta Rosalía. Es un derecho humano poder aprender todo esto cuando eres pequeño. Muchas veces me pregunto cuántos Sabinas tenemos aquí que ni siquiera saben que tienen ese talento, simplemente porque no tienen la oportunidad de aprender y descubrirlo.  

-¿Qué hace falta para atraer a los jóvenes a la música clásica?

-No creo que sea más difícil atraerlos. En ocasiones subestimamos a los adolescentes y es algo muy injusto. Por mi experiencia, me he encontrado con adolescentes más majos y respetuosos que la mayoría de adultos. Con mentes mucho más abiertas y sin ese esnobismo que hay en los conciertos de clásica. Obviamente, si no está en las escuelas hay que trabajar un poco más como músicos para hacerlo llegar. Es por eso, por ejemplo, por lo que salgo en televisión tocando Rachmaninoff en prime time o hago cosas en Instagram, playlists en Spotify, toco en festivales de rock… yo he compartido escenario con Serrat, por ejemplo, he tocado en el jardín Botánico de Madrid, en el Sónar de Barcelona… lo realmente importante es charlar con el público desde el escenario. Nadie habla en la música clásica. Es algo muy estricto, casi sagrado. Como ir a la iglesia. Y es una lástima, porque para mí es muy importante compartir con el público esta música y ¿sabes? Si no le gusta no pasa nada, pero al menos tienes la oportunidad de escuchar y decidir.

-¿Se margina en España la música en la escuela?

-No, es en todo el mundo. Incluso en Alemania, donde nacieron algunos de los más grandes compositores. Otra vez vemos que los niños son invisibles para los políticos, porque no pagan impuestos, no votan… entiendo el problema, pero me da pena la hipocresía de esos políticos que van al Teatro Real y hablan de lo importante que es la cultura. ¡Pues demuéstralo y pon el dinero en la mesa para los niños de una vez! Por eso los músicos necesitamos trabajar más para ayudar en esto.

-La batalla por la aprobación de la Ley de la Protección de la Infancia, ¿le ha dejado muchas cicatrices ante los ataques de la ultraderecha y otros voceros en redes sociales?

-Esta cuestión es tan triste. Solo pensar en usar un término como la batalla por la protección infantil. No estamos hablando de impuestos, sino en algo que es lo más fundamental. Han sido un montón de ataques y cosas chungas. Yo me lo planteé de modo muy ingenuo. Me dije que iba a haber una nueva ley para proteger a millones de nuestros niños y niñas. Fui a Moncloa, obviamente, porque si quieres que salga adelante una ley es allí a donde tienes que ir. Fueron años luchando, luchando y luchando. Yo no quiero ser el tío al que violaron cuando era pequeño. He tomado la decisión de hablar sobre este tema, solo para presionar a los políticos. Hablar de una cuestión tan dramática para mí, públicamente, una y otra vez tiene un precio muy alto, porque estoy reabriendo la misma herida. Pero valió la pena. He cerrado mi cuenta de Twitter y ahora voy a enfocarme en mi música, los conciertos, mi matrimonio, la fotografía, viajar… cosas que me aporten esa chispa de alegría, porque la verdad que ha sido brutal. ¡Qué triste que haya que luchar tanto por algo tan fundamental!