Un abogado asturiano logra que el Supremo proteja por primera vez un apellido en extinción

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

El abogado asturiano Miguel Ángel Rodríguez Vacelar
El abogado asturiano Miguel Ángel Rodríguez Vacelar

Miguel Ángel Rodríguez Vacelar, tras siete años de litigios, consigue que el apellido de su madre, con origen en la Ribeira Sacra ourensana, pase también a su hija sin tener que cambiar el orden de los suyos: «Me daba pena que el legado de mi madre desapareciera conmigo»

12 nov 2021 . Actualizado a las 20:46 h.

Apenas una veintena de personas en España se apellida Vacelar. Hace siete años, cuando el abogado asturiano Miguel Ángel Rodríguez Vacelar acudió a comprobarlo al Instituto Nacional de Estadística (INE), le indicaron que solo nueve personas lo tenían como primer apellido y otras 11 como segundo. «Todas son de mi familia y yo era el Vacelar más joven que quedaba», explica este ovetense afincado desde hace 15 años en Madrid que ha conseguido que el Tribunal Supremo reconozca en una sentencia pionera que su apellido materno, en evidente peligro de extinción, es «un bien a proteger».

Hace siete años fue cuando su mujer se quedó embarazada. Rodríguez Vacelar empezó a pensar en los apellidos que tendría su hija y lo tuvo claro desde un primer momento. «Nunca conocí a nadie, aparte de mi familia, que se apellidara Vacelar. A todos los que tenemos un apellido raro siempre se nos acaba identificando con él. En el colegio a mí siempre me llamaban Vacelar y al final le coges cariño. Te identificas con el apellido». No quería que desapareciera el apellido de su madre, que entonces estaba enferma y que falleció en 2016, por no poder trasladárselo a su hija.

Su madre era gallega y había nacido en Freixoso, en el municipio ourensano de Cartelle, y su padre, que falleció el año pasado, era asturiano, de Cangas del Narcea. «Lo último que imaginaba cuando hice la solicitud en el Registro Civil era que acabaría llegando al Tribunal Supremo», dice Rodríguez Vacelar, que lógicamente primero pensó en invertir el orden de sus apellidos. «Me pasaría a llamar Vacelar Rodríguez e inmediatamente mis descendientes ya tendrían el apellido de mi madre», explica.

Sin embargo, de aquélla tenía 37 años y una trayectoria como abogado con un importante tráfico jurídico: «Cuando empiezo a valorar las consecuencias burocráticas de cambiarme los apellidos me echo para atrás, ya no solo por los títulos que tienes y las sentencias en las que aparece mi nombre como abogado, sino porque además durante toda mi vida tendría que acreditar que antes me llamaba de otra manera cada vez que acudiera a cualquier sitio. Prácticamente tendría que ir siempre con un certificado de nacimiento en el que se acreditara además el cambio de apellidos».

Apellidos españoles en peligro de desaparición

Descartada esta opción, empieza a estudiar la Ley de Registro Civil, aprobada en 1957, que era la que estaba vigente entonces, para ver qué posibilidades tenía de transmitir su apellido materno sin entrar en semejante lío burocrático para el resto de su vida. «La suerte que he tenido en esta historia es ser abogado -reconoce-, y encontré una regulación específica para salvar apellidos españoles en peligro de desaparición, que además se sigue incluyendo en el cambio de la Ley de Registro Civil del pasado abril».

Rodríguez Vacelar consideró que la opción menos gravosa para su hija era unir sus apellidos en ella. «No tenía mucho sentido que la niña tuviera Vacelar primero si no formaba parte ni del primer apellido de su padre ni del de su madre». Con ello, además, se preserva el derecho de filiación y queda claro quiénes son el padre y la madre. «La ley permite unir apellidos siempre que vengan de la misma línea. Es decir, no puedes unir tu apellido materno a tu apellido paterno. Tienen que venir o de la línea paterna o materna, así que yo no podía hacerlo, pero sí lo podía hacer en mi hija», aclara Rodríguez Vacelar, que acudió al INE para obtener el certificado que acreditara que su apellido materno estaba en peligro de desaparición.

«Quienes tienen Vacelar como primer apellido son los que tienen capacidad de transmitirlo y, como los nueve que había entonces forman parte de mi familia materna, sé que por edad ya no tienen esa capacidad», aclara. También tuvo que acreditar que Vacelar era un apellido español y, cuando su mujer estaba embarazada de seis meses, recurrió a una empresa para que le buscaran todos los certificados de nacimiento y de matrimonio de sus antepasados. «Esto no se hace por gusto -recalca-, sino para demostrar, por llamativo que parezca, que Vacelar es un apellido español».

300 años de historia en la Ribeira Sacra

Reconoce que se le fue la mano y, aunque hubiera bastado con cuatro o cinco generaciones de los Vacelar -algo más de un siglo-, llegaron hasta 1665. «Gregorio Vacelar Gómez es mi antepasado más antiguo documentado. A su padre ya no le encontramos». Como el Registro Civil de España es de 1871, recurrieron a los registros canónicos para encontrar tres siglos de historia del apellido Vacelar.

«Todos eran de la misma zona, la Ribeira Sacra de Ourense, y la primera Vacelar que salió de la zona fue mi madre, que acabó en Oviedo». Gregorio Vacelar, su antepasado más remoto, era cirujano, pero la mayoría de quienes forman parte de su árbol genealógico se dedicaba al cultivo de viñedos. De hecho, ahí está el origen de este apellido gallego. «Vacelar viene de la palabra gallega bacelo, que significa parra de vid», aclara el abogado, que con todo lo recabado, a los tres días de nacer su hija -«hay que hacerlo cuanto antes porque si tardas pueden alegarte que le causas perjuicio al menor porque ya se ha identificado con otro apellido»-, pidió en la Dirección General de Registros el amparo legar de proteger su apellido materno.

«Ahí es donde comenzó mi mala suerte, aunque luego ha sido mi buena suerte», dice, pensando en los casi siete años que le ha llevado conseguir proteger el legado de su madre a través de su hija, que se apellida Rodríguez-Vacelar García. «Como está en 1º de Primaria ha empezado ahora a escribir sus apellidos», dice, orgulloso. Como es abogado y tiene un bufete -que por cierto se llama Vacelar Abogados-, no le supuso coste económico porque él mismo se hizo cargo de todo, siempre apoyado por su mujer. «Hasta mi padre me decía que invirtiera los apellidos, que no le importaba».

La sentencia del Tribunal Supremo crea jurisprudencia en un asunto en el que no existía precedente jurídico alguno. «No había ninguna sentencia en España que amparase proteger un apellido en extinción, solo cuatro de audiencias provinciales que lo denegaban». Y lo mismo le ocurrió a él hasta que, a base de recursos, llegó al Supremo. La respuesta que obtenía siempre era que invirtiera el orden de los apellidos.

Casos como el de Rodríguez Vacelar no son demasiado comunes, pero la sentencia permitirá ver reconocida esa protección de apellidos españoles en peligro de extinción: «Aunque no sea algo muy común, es especialmente relevante porque los apellidos, aparte de ser vectores de identidad, forman parte de la historia del pueblo. Yo lo hice para salvar el legado de mi madre, a la que adoraba. Me daba pena que se perdiera su apellido porque yo era el último».