Un convenio entre instituciones gallegas y la Fundación Muñiz Zapico se propone «sacar de la oscuridad» la historia de ese campo de concentración
08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El campo de concentración de Camposancos (Galicia) fue uno de los casi 300 de esos lugares de reclusión creados en España por Franco desde 1936. Se empezó a organizar ya durante la Guerra Civil, en agosto de 1937, y por él pasaron 4.665 presos hasta su cierre en el año 1942. El primer gran contingente de prisioneros llegaría en el buque Arrichachu al puerto de Baiona tras la caída del frente de Asturias, en octubre de 1937. Después siguieron llegando presos de las distintos frentes, en concreto de Santander, Andalucía y Cataluña.
Durante su funcionamiento, el Tribunal Militar instalado en Camposancos dictó 233 penas de muerte y fueron ejecutados al menos 169 prisioneros. También ordenó 143 condenas de cárcel perpetua y 118 de veinte años de prisión.
En la fosa común de Sestás, también una de las miles excavadas en este periodo, reposan los restos de 49 esos 169 ejecutados. De estos, 35 son asturianos, y también hay seis castellano-leoneses, un portugués, un argentino y tres de otras partes del territorio español. Todos ellos fueros ejecutados en julio de 1938 y, desde entonces, ha sido un lugar de memoria y recuerdo.
Ahora, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica del campo de concentración de Camposancos y la fosa común de Sestás, conjuntamente con el Sindicato Nacional de Galicia de CCOO, la Unión Comarcal de Vigo, su Sindicato de Pensionistas y Jubilados, la Fundación Juan Muñiz Zapico de Asturias y la Fundación 10 de Marzo de Galicia, han firmado un convenico con el que se proponen empezar a dar pasos, en el marco de la nueva Ley de Memoria Democrática, para «sacar de la oscuridad todo esa parte de nuestra historia, ocultada por la dictadura y a la que se sigue oponiendo la derecha de nuestro país».
Se trata, según explican, de incorporarla a la formación de las nuevas generaciones en su proceso educativo, para lo que se ha elaborado una unidad didáctica que sirva al profesorado en la explicación de este periodo histórico a sus alumnos.
También quieren «llevarla al conjunto de la sociedad» con una exposición itinerante sobre los campos de concentración y las fosas comunes basada en la realidad de Camposancos y Sestás, y conseguir un Centro de Interpretación Histórica de referencia en el ámbito estatal en las instalaciones que todavía existen en Camposancos.
Asimismo, es intención de la asociación hacer un archivo histórico y documental de todo lo ocurrido, que esté al servicio público y sea centro de información para estudiosos. Desde la Fundación Muñiz Zapico quieren «agradecer públicamente a todos los herederos de Juan Noya el que delegasen en nuestra asociación su representación para el debido cuidado, mantenimiento y uso de la fosa Común de Sestás».
A principios de los años ochenta del siglo pasado, Juan Noya Gil compró este terreno para preservar su memoria. Junto a Manuel Domínguez Pacheco Taxotas (ambos represaliados y víctimas directas) y Comisiones Obreras da Guarda, impulsaron una comisión ciudadana para la realización de un monumento inaugurado el 15 de agosto de 1986, con la presencia de las familias procedentes de Asturias.