Al plan de adaptación de los 24 puertos autonómicos se suman actuaciones a corto plazo en las zonas fluviales más vulnerables, como Arriondas y Vegadeo
07 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«Es indiscutible que las actividades humanas están provocando el cambio climático y haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes y graves», decía en agosto el presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Hoesung Lee, para resumir los hallazgos del sexto y demoledor informe de este grupo de expertos vinculados a Organización de Naciones Unidas (ONU), en el que se demuestra que las emisiones de gases de efecto invernadero de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en 1,1 grados centígrados desde 1850-1900 hasta la actualidad y que predice que la temperatura global alcance los 1,5 grados centígrados o más en los próximos 20 años.
Y, como consecuencia directa, los fenómenos meteorológicos adversos como las olas de calor o las lluvias torrenciales e inundaciones seguirán aumentando en intensidad y frecuencia. Estas últimas, unidas a la coincidencia de temporales en el mar, ya vienen causando estragos en Asturias como ocurría con las inundaciones registradas en 2019, en 2010 o en los años 80, cuando los grandes ríos asturianos se desbordaban tras episodios de lluvias torrenciales. 2014 es otro año de referencia por los intensos temporales que en el mes de febrero causaban numerosos daños en el litoral asturiano.
Ríos y puertos son dos de los frentes en los que el Gobierno asturiano tiene en marcha o previstas actuaciones y planes a corto plazo que ayuden a adaptarse a esta crisis climática. Dos son las actuaciones más inmediatas en el caso de las riadas: en Arriondas y en Vegadeo. La viceconsejera de Medio Ambiente y Cambio Climático, Nieves Roqueñí, recuerda que, en el caso de Arriondas, este año se firmaba un convenio con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y que la inversión prevista es de 17 millones de euros, destinados a obras como la defensa de márgenes, la sustitución de puentes y la mejora de la red de drenajes. «Arriondas, con la confluencia de los ríos Piloña y Sella, es una zona muy vulnerable», indica, recordando también las grandes inundaciones que afectaron a la zona en los años 80, que tuvieron aún mayor envergadura que las de este siglo.
El ministerio, añade, también va a actuar en Vegadeo, otra de las zonas más vulnerables de las 76 áreas de riesgo potencial significativo de inundación (ARPSIs) que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico localiza en Asturias. Esta actuación también es cuantiosa, de unos 9 millones de euros, e incluye la elevación y ejecución de nuevos muros en los ríos Suarón y Monjardín, la ampliación del cauce del río Monjardín en su tramo urbano, así como la construcción de dos nuevos puentes y de un gran depósito para aguas de lluvia que permita acumularlas en periodos de fuertes precipitaciones y mareas extremas, paliando así las inundaciones en la población.
«Hay muchas zonas así, en los grandes ríos sobre todo tenemos áreas que son más sensibles», recuerda Roqueñí, que explica que también se están incorporando las predicciones respecto a las inundaciones a los planes territoriales y urbanísticos. Además, es necesario hacerlo también con los proyectos de nueva obra. «En una zona definida como de riesgo vas a limitar mucho las infraestructuras o la educación porque si no ya sabes que le va a terminar afectando y seguramente con mayor frecuencia de la que lo haría en tiempos pasados».
Actuaciones en los puertos
Según las proyecciones disponibles y los distintos escenarios probables de emisiones, los impactos del cambio climático más relevantes en los puertos asturianos serán precisamente, aparte de un aumento del nivel del mar, una mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos como tormentas y temporales. El Gobierno asturiano, para afrontar este reto en los 24 puertos de titularidad autonómica -Gijón y Avilés son puertos del Estado-, ya tiene en información pública el documento inicial del denominado Plan de Adaptación al Cambio Climático de los Puertos Autonómicos, que evalúa el nivel de riesgo climático en todos ellos con los horizontes temporales de 2050 y 2100.
«Se ha analizado el riesgo en los 24 puertos y hay algunos que son más vulnerables por distintas cuestiones como su orientación, el tipo de infraestructuras que tienen o incluso el propio mantenimiento que se ha hecho de ellas», explica Roqueñí. «El plan va a poner encima de la mesa medidas que tienen que ver tanto con la actuación sobre las propias infraestructuras, con inversiones importantes al tratarse de recrecidos o la colocación de bloques en los diques, como con los cambios de uso, porque hay ciertos puertos en los que probablemente no tiene sentido seguir invirtiendo para que el temporal se lo lleve año tras año o cada cierto tiempo», añade.
En este sentido, Roqueñí asume que también habrá que tomar medidas de adaptación que impliquen la retirada en algunos puertos. «Desde luego siempre va a haber medidas de adaptación en relación al mantenimiento y a los sistemas de prevención temprana y de alerta para que cuando haya un temporal se tomen medidas para que no afecte tanto», explica, recordando en todo caso que durante el invierno, en algunos puertos con pantalanes deportivos, «no es raro que se retiren para evitar este tipo de afecciones que tienen unas consecuencias importantes».
Factores como el crecimiento de la inversión necesaria para la reparación de los daños causados en las infraestructuras, instalaciones y equipamiento por inundación costera, aumento del oleaje o precipitaciones, la subida de los costes de mantenimiento o la reducción de ingresos por parada operativa a causa del aumento de la precipitación, viento, temperatura, agitación, rebase o indisponibilidad del francobordo mínimo son algunos de los que se tienen en cuenta en este plan.
En el caso de las playas, Roqueñí afirma que los efectos son diferentes en función de su antropización. «Es verdad que playas en las que tienes superficies de reflexión muy cercanas, porque tienen un paseo marítimo e incluso edificaciones próximas, el mar trabaja de forma muy diferente y se adapta mucho peor que en una playa que sea salvaje. Suele ser habitual que cada vez con más frecuencia haya que realizar reparaciones en los paseos marítimos tras la afección de un temporal, es algo también a tener en cuenta. pero las playas naturales tienen más capacidad para adaptarse», indica.