La avispa invasora, pese a estar en plena fase de estabilización, se concentra principalmente en el área central y ya entra en zonas montañosas
04 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Cuenta el coordinador del Centro de Control de Plagas y Especies Invasoras de La Mata, Eloy Álvarez Ron, que casi todas las especies invasoras, cuando entran en un territorio, se comportan de la misma manera. «Al principio tienen una fase de colonización y luego una de fuerte expansión porque no tienen nada que las pare, ni depredadores ni competencia, tienen comida en abundancia y la climatología que quieren. Crecen de forma exponencial, pero luego ya hay algún factor que las frena, ya van surgiendo competidores, o depredadores, y van teniendo menos comida al tener que competir con otras especies», explica. Es entonces cuando esa especie invasora entra en una fase de estabilización, como ya está ocurriendo con la invasora Vespa velutina, o avispa asiática, en Asturias.
Los resultados de este cuarto año de gestión del operativo de control de la avispa asiática en Asturias, que se realiza desde este centro situado en el concejo de Grado a través de la plataforma AvisAp, se conocerán a finales de año, pero hasta el pasado septiembre el explosivo crecimiento de la invasora había echado el freno de forma considerable. La principal variable que se maneja en este centro para conocer el nivel de incidencia de la velutina en el territorio es el número de nidos que se detectan y, del año 2017 al 2018, se multiplicaron por 2,99.
«En el 2019 ya se multiplicaron por 3,98 respecto al año anterior y, en 2020, bajó a 1,61. Se siguió incrementando pero ya con menos velocidad y, en lo que llevamos de este año, de momento prácticamente estamos en 1. No sabemos cómo acabará el año pero probablamente sea al mismo nivel de nidos que en 2020, con lo cual estamos ya en plena fase de estabilización. El siguiente paso sería intentar reducir la curva», indica Álvarez Ron, que recuerda que la velutina entró en Asturias por el occidente procedente de Galicia y por el oriente procedente de Francia y el País Vasco a través de Cantabria como se puede apreciar en este mapa de 2017.
«Entonces había nidos en el noroccidente y el oriente por los focos de Galicia de Burela y de Cantabria a través del País Vasco y Francia», explica el coordinador del centro de control de plagas de La Mata. El mapa de 2018 ya muestra cómo la invasora avanza por toa Asturias, con una densidad homogénea.
Y, en el de 2019, la presencia de la velutina, que aumenta también en las alas, ya se empieza a concentrar sobre todo en el centro de Asturias.
En 2020, la concentración en el área central de la comunidad es mucho mayor y también se expande a la zona sur, a los concejos más montañosos.
Este año, una vez que termine la campaña de exterminación de nidos en la que se está trabajando en la actualidad, se podrá situar sobre el mapa esta expansión menos explosiva que en los años anteriores. «La distribución de nidos este año también se está concentrando en el centro de Asturias en su mayoría, pero sobre todo contribuye el hecho de que en esas zonas hay más población y más ojos por tanto para verlos. Lo que observamos es que las avispas buscan zonas habitadas, pobladas, porque en realidad lo que necesitan son hidratos de carbono para alimentar a las adultas y proteínas para las larvas, y eso lo encuentran donde hay frutales, colmenares…», explica Álvarez Ron
En cuanto a su expansión hacia el sur de la comunidad, una de las curiosidades de la evolución de la presencia de la velutina en Asturias es que, aunque el 88% de las capturas de reinas se realizan por debajo de los 500 metros de altitud, la más alta se situó por encima de los 1.400 metros. En concreto, en el Valle de Lago, en Somiedo, en donde se detectó un nido el año pasado.
En todo caso, en este gráfico se muestran la influencia de la altitud en el trampeo de las reinas fundadoras, con el pico más alto de trampas colocadas en las zonas situadas ente los 200 y los 299 metros de altitud.
El mapa del trampeo de reinas fundadoras de esta última primavera también muestra que el control de la invasora avanza de manera exponencial. Este año se colocaron más de 6.600 trampas en al menos 72 concejos asturianos, con una densidad media de 0,62 trampas por kilómetro cuadrado.
En este otro mapa, en las zonas más oscuras, se concentraron el mayor número de capturas. En conjunto, según los datos recabados a través de AvisAp, se capturaron más de 102.000 reinas fundadoras, con una media de 15,51 reinas por trampa y una densidad media de 9,67 por kilómetro cuadrado.
En cuanto a los nidos, el año pasado se exterminaron un 63% más que en 2019. Si se compara la evolución de la exterminación de nidos entre 2020 y 2021, con datos en ambos años hasta el 29 de septiembre, el resultado es prácticamente similar. En 2020 se habían eliminado 4.717 nidos y en lo que va de este año son algo más, 5.011, un 12% más.
Nidos grandes pero también pequeños
La velutina avanza sobre el territorio, pero se la mantiene a raya. «Este año, además, han influido las variables meteorológicas. El temporal que vino de frio intenso a finales del año pasado y principios de este les hizo bastante daño y, si otros años detectábamos nidos activos que sobrepasaban el año en enero, febrero e incluso en marzo, este año había muy pocos. Y, desde luego, lo que más contribuye a mantenerlas a raya es el trabajo que se está haciendo con el trampeo y con la eliminación de nidos», señala Álvarez Ron.
No obstante este 2021 es un año un poco diferente, según añade, porque los nidos están siendo bastante heterogéneos en cuanto a su fase de desarrollo y de tamaño: «Otros años, por estas fechas, todos los nidos eran grandes porque alcanzan su máximo nivel de población, pero este año estamos viendo nidos que son sí, son grandes como otros años, pero también mucho más pequeños. Seguramente sea debido a esas variables climatológicas derivadas del año pasado y de esta primavera».
Trampeos caseros
Álvarez Ron recuerda también que la campaña contra la velutina está inmersa ahora en la exterminación de nidos y recuerda que el trampeo tiene sentido en primavera, entre los meses de febrero a junio para capturar a las reinas fundadoras. «A partir de ahí ya no tiene sentido porque las reinas no salen del nido y todas las capturas son de obreras. El trampeo en verano no es un método válido para disminuir la presencia de de avispas, es más, en ocasiones podemos conseguir el efecto contrario, los líquidos atrayentes pueden contribuir a aumentar su presencia», indica.
Gracias a la plataforma con la que centralizan la monitorización de esos trampeos primaverales y la exterminación ahora de nidos, saben por ejemplo que a principios de abril es cuando más capturas de reinas se realizan. «En junio bajan las reinas y ya suben las obreras». O que, aunque algunas trampas son aún más efectivas que otras, la mayoría de quienes introducen sus datos en AvisAp usan cebos caseros: «Funcionan todas las trampas, pero la mayoría son caseras al igual que los atrayentes».
Este año, además, se ha realizado un estudio faunístico del trampeo para analizar exactamente qué insectos entran en las trampas y cuál es el impacto en otras poblaciones que no son velutinas. Para ello, se colocaron dos tipos de trampas -una comercial y otra con tapones diseñados por 3D- en 91 puntos de control y se tomaron 748 muestras que están en fase de estudio en la Universidad de Oviedo.
Esas muestras también incluyen una encuesta en la que se recopilan datos como la distancia de la trampa a los cursos de agua y a colmenares, así como la presencia de ciertas especies de plantas atrayentes en el entorno. Álvarez Ron recuerda que en su momento ya se había hecho otro estudio, aunque con una muestra de trampas mucho menor, en el que los resultados apuntaban a que el 90% de los insectos que caían atrapados junto a las velutinas eran dípteros (moscas) y, de entre ellos, algo más del 40% eran precisamente de otra especie invasora causante de graves daños a plantaciones de pequeños frutos, la mosca del vinagre, lo que apunta a que no todos los efectos colaterales son negativos, sino que alguno de ellos puede ser incluso positivo.
Este nuevo muestreo, que se realizó en otoño de 2020, y que en esta primavera se amplió a toda Asturias, es mucho más riguroso y los resultados sobre el posible daño que se está causando a otras especies estará disponible en breve.