Un ataque frustrado de la partida de «Caxigal» al dictador, con ametralladoras y granadas, quizá pudo cambiar el curso de la historia española en 1949

G. GUITER

Era una tarde luminosa en la comarca leonesa del Bierzo. Francisco Franco viaja en su gran limusina Mercedes blindada hacia una de las inauguraciones que tanto le gustaba publicitar en el No-Do: la obra de la central térmica de Compostilla, a orillas del embalse de la Bárcena y muy cerca de Ponferrada.

La fecha es significativa, el 28 de julio de 1949, porque hace más de diez años que la Guerra Civil ha terminado y está claro que Franco ha llegado para quedarse. Sin embargo, un puñado de guerrilleros aún resiste en los montes asturianos.

Imagen actual de la Limusina Mercedes 770 que Hitler regaló a Franco, en la que viajaba cuando se produjo el atentado organizado por la guerrilla asturiana en 1949
Imagen actual de la Limusina Mercedes 770 que Hitler regaló a Franco, en la que viajaba cuando se produjo el atentado organizado por la guerrilla asturiana en 1949

Son ellos, la partida del asturiano Manuel Díez, apodado Caxigal, quienes deciden llevar a cabo una acción casi suicida: atentar contar el dictador en esa precisa visita. La idea es buena: conocen la fecha, el lugar y la hora, tal vez por algún trabajador de la central. Tampoco eran datos muy secretos, pues el día anterior Franco es nombrado alcalde honorario de Ponferrada y miles de personas lo ven desfilar.

Todo recuerda a aquel atentado contra el carnicero Heydrich, el criminal nazi ejecutado por la resistencia checa (con apoyo británico) en Praga en 1942 cuando viajaba también en un Mercedes. Eso costó muy caro a los checos, duramente reprimidos.

El gran coche (regalo de Hitler) en el que viaja Franco acompañado por el obispo de Astorga, Jesús Mérida, se aproxima no muy rápido por la carretera. De pronto, los guerrilleros saltan al paso y, armados únicamente con subfusiles y granadas, lanzan el ataque. Furioso, valiente, pero inútil: apenas hieren al obispo y a algún escolta. Consiguen escapar, no obstante.

La noticia del atentado de «Caxigal» contra Franco, publicada por un diario próximo a lo exiliados republicanos en Estados Unidos. En España fue silenciado
La noticia del atentado de «Caxigal» contra Franco, publicada por un diario próximo a lo exiliados republicanos en Estados Unidos. En España fue silenciado

Poco se sabe, en realidad, puesto que el régimen ocultó el hecho. Solo algún pequeño medio extranjero próximo al exilio republicano recoge el atentado. El No-Do emitió la película de la inauguración como si nada hubiera pasado. Franco paseaba con su uniforme blanco, aparentemente tranquilo e indemne. La dictadura continúo otros 25 años más, hasta la muerte del general.

El destino de Caxigal y sus hombres estaba sellado: Franco los persiguió (aún más si cabe) a muerte hasta que consiguió acabar con ellos un año después. Yacen en una fosa en San Esteban del Condao (Laviana).