El activista y transexual Mané Fernández considera que en los últimos años se ha avanzado mucho en los derechos del colectivo LGTBI pero advierte de que «hay que seguir trabajando» por la diversidad de las personas
04 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Mané Fernández Noriega no siempre fue Mané. Nació y fue bautizado como María Inés y durante muchos años vivió en un cuerpo de mujer porque los tiempos de su infancia y su juventud ni mucho menos eran los de ahora. Santiago de Chile, donde nació y había un régimen dictatorial, tampoco era el lugar más apropiado para vivir su orientación sexual de la mejor manera y esa circunstancia también marcó su futuro hasta hacer efectiva la transexualidad.
Hijo de padres asturianos y criado en un ambiente de clase media-alta, Mané Fernández Noriega explica que aunque en su casa «la situación no era complicada por sentirse hombre aunque fuera una familia conservadora, sí ponía problemas la sociedad y el régimen en el que vivía» tanto a él como a su familia, así que en 1986, con 22 años, decidieron que lo mejor sería que viniera a España y, en concreto, a Asturias donde tenía familia en Lastres. «Hubo un cambio porque la España del 86 no era Chile, pero tampoco era la España de ahora», comenta Mané, que por «cambiar la forma de expresarse a nivel social» tuvo que pagar el precio «de no tener a mi familia al lado» cuando aquí también pasó por momentos difíciles.
Uno de ellos, que considera punto de inflexión, fue cuando terminó una relación de 17 años porque en ese tiempo «también hubo mucho armario por parte de mi pareja». Según cuenta «era Mané en casa, pero fuera no», hasta que a finales de los años 90 toma cartas en el asunto y la decisión de empezar con el cambio social y corporal. «Empecé con el tratamiento hormonal y el cambio corporal que creía que necesitaba para que me trataran con la identidad que me correspondía», recuerda Fernández, que apostilla que es entonces «cuando empiezo a vivir como Mané».
No obstante, en la actualidad, visto con la perspectiva del tiempo, señala que si bien cuando empezó el proceso de cambio de sexo lo hizo «con una meta fija», matiza que ahora esa meta «ha ido cambiando con el tiempo, por lo que lees, por lo que estudias y porque cuestionas que tengas que hacer cosas porque la sociedad lo exige». En este sentido, manifiesta que «yo no nací en un cuerpo equivocado, la equivocada es la sociedad». No entiende que tenga que haber normatividad sobre lo corporal o la genitalidad. «Hablar de cuerpos equivocados es un error, lo equivocado es el pensamiento de quien dice eso», apunta en defensa de quienes se declaran no binarios, una condición «que ha existido siempre y ahora se está visualizando».
Sus estudios de medicina, enfermería y, sobre todo, los de psicología, en lo que se licenció Mané Fernández, le ayudaron a gestionar sus circunstancias «y a crecer como persona» y con su experiencia y profesionalidad trata de ayudar a quienes les pueda estar resultado difícil entender su orientación sexual. De todos modos, y al margen de que sea psicólogo de profesión, comenta que «es importante que la gente pueda hablar con iguales». En este sentido, hace una advertencia a quienes puedan estar en una disyuntiva sobre su orientación sexual: «cuidado con internet», sostiene Mané, que aconseja a adolescentes y jóvenes o, incluso, a los padres, que se dirijan a asociaciones o colectivos LGTBI que tengan cerca si necesitan ayuda o apoyo.
El desatasco de la Ley Trans
De hecho, reconoce que fue importante para él cuando estaba en el proceso de cambio de sexo conocer a gente que estaba en una situación similar y acercarse a la asociación Xega a comienzos de los dos mil. «Ahí empezó mi activismo y el movimiento y lucha por los derechos del colectivo LGTBI», traslada Mané, que considera que en los últimos años se ha avanzado mucho en esos derechos aunque advierte que «hay que seguir trabajando» por la diversidad de las personas porque en el borrador de la Ley Trans que hace unos días pasaba por el consejo de ministros «aún faltan muchas reivindicaciones».
«Celebramos que se haya desatascado y que se haya logrado algo tan importante como la autodeterminación de las personas trans, pero la gente piensa que esa ley ya se ha aprobado y todavía tiene que llegar al Parlamento y ahí seguir trabajando», comenta como vicepresidente de la FELGTB. De hecho, apostilla que aunque el activismo ocupa el cien por cien de su tiempo y en ocasiones la reivindicación y la negociación puede llegar a ser «agotadora y hasta desoladora», por el momento entiende que «no es el momento de retirarme y lo que me toca es seguir. El activismo es mi vida», destaca Mané, que pone de relieve que hoy en día se pueda hablar de infancia o menores trans «cuando hace años no se nos pasaba ni por la cabeza». «Vamos caminando para que estas infancias puedan ser visibles y legislar a favor de ellas para que vivan la realidad diferente a como la que viví yo», concluye.