«Fijar el cierre a la una de la madrugada va a ser la ruina total para el ocio nocturno»
ASTURIAS
El propietario del Lanna Club de Gijón, un local con renombre internacional por su oferta de música electrónica, cuenta lo difícil que ha sido aguantar tantos meses de cierre: «Pensamos muchas veces en tirar la toalla»
29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La historia del Lanna Club de Gijón desde que comenzara la pandemia bien puede ser la historia de cualquier otro establecimiento de ocio nocturno de Asturias. Tras el cerrojazo al que obligó la crisis sanitaria que se desató a mediados de marzo de 2020 en nuestro país por el coronavirus, el sector volvía con esperanzas a finales de junio del año pasado. El Lanna Club anunciaba en su perfil de Facebook su reapertura el 26 de junio. Aunque con aforo limitado, medidas de seguridad y distancia y peticiones a los clientes de que respetaran las normas, el establecimiento volvió a informar de sus conciertos y actuaciones, hasta que el empeoramiento de la situación sanitaria derivó nuevamente en el cierre del sector. El Lanna Club posteaba el 7 de agosto en su red social: «Debido a lo que todos sabemos volvemos a bajar la persiana indefinidamente, cuídense todos, volveremos cuando todo mejore».
Desde entonces, los post que se han podido visualizar en el perfil de este establecimiento de ocio nocturno estaban relacionados con el negocio de venta de camisetas, sudaderas, gafas de sol o mascarillas que los propietarios del Lanna Club pusieron en marcha para tratar de mantenerse a flote y no cerrar. También noticias compartidas de las reivindicaciones que el sector del ocio nocturno ha ido llevando a cabo en estos meses y de las informaciones publicadas por los medios de comunicación sobre las previsiones de apertura para el mismo.
En esta últimas horas Jorge Romero y su socia, Alba Sánchez, propietarios ambos del Lanna Club, han estado pendientes de las noticias. Tras conocer que se permitiría abrir a los establecimientos de ocio nocturno, discotecas y clubs como el suyo, la incertidumbre para ellos estaba en las restricciones o limitaciones que impondría el Principado y, sobre todo, en la hora a la que tendrán que cerrar cada día.
La decisión del Gobierno regional de que la actividad de estos locales concluya a la una de la madrugada les ha caído como un jarro de agua fría porque esperaban poder abrir «hasta las tres». Jorge Romero considera que esa medida será «la ruina total para el ocio nocturno» porque se ha hecho coincidir con la hora de cierre del resto de negocios de hostelería y restauración. «Va a estar todo abierto hasta la misma hora y a ver quien se levanta de una terraza para meterse en un garito», manifiesta el propietario de Lanna Club, que tiene claro que dejarles abrir con esta limitación de horario les va a perjudicar mucho, hasta el punto de que «puede ser la puntilla para los negocios que quedan» porque «muchísimos han cerrado de forma definitiva al no poder aguantar la situación».
Jorge Romero sabe bien de lo que habla: «además de todo el dinero que perdimos el año pasado, el crédito ICO de 30.000 euros que pedimos ya se ha ido al garete», explica, antes de poner de relieve que si han podido resistir hasta ahora ha sido «gracias a que nuestro casero se ha portado muy bien». Aún así, señala que «no hemos tenido ayudas y los gastos fijos de 500 o 600 euros llegaban todos los meses», por lo que critica que las administraciones no tuvieran en cuenta que estaban cerrados a la hora de cobrarles recibos como el del agua o la basura cuando la mayoría de establecimientos han tenido que seguir haciendo frente a los pagos mensuales por las inversiones realizadas en sus locales. «Hemos tenido que estar poniendo del bolsillo todos estos meses», apostilla Jorge Romero.
Un club de música electrónica con renombre internacional
Según explica, el Lanna Club es un establecimiento muy específico de música electrónica que, de hecho, está considerado uno de los mejores de España y también de Europa. Cuando tuvieron que cerrar en marzo del año pasado tenían programadas las actuaciones y conciertos de todo el 2020, así que el parón por la crisis sanitaria del coronavirus les hizo perder mucho dinero de los adelantos que tienen que realizar por las reservas de fecha a los artistas internacionales que acuden a este club y los viajes. «Perdimos nueve meses de adelantos de las actuaciones y de los vuelos y aunque nos decían que nos guardaban la reserva, ahora mismo no puedes programar traer artistas de fuera», comenta Jorge Romero, que tiene claro que «el dinero perdido en un año no se va a recuperar en otro año».
Para empezar, el aforo de su establecimiento se verá reducido a la mitad para cumplir las restricciones establecidas por el Principado y el suyo no es un local que pueda reconvertir en otro tipo de negocio porque se trata de un sótano al que no es posible anexar una terraza o convertir en cafetería. «Está preparado para ser un club nocturno», indica el propietario del Lanna Club, que confiesa que durante los últimos meses «pensamos muchas veces en tirar la toalla». Tratando de reinventarse para aguantar, Jorge Romero y su socia desarrollaron una línea de ropa y complementos que han vendido por internet. Esos ingresos, y el crédito ICO al que hacía mención antes, les han permitido «llegar hasta aquí», pero no obvia que ha habido momentos en los que se han sentido «derrotados totalmente» al ver que pasaban los meses y la situación no mejoraba.
«Somos la solución, no el problema»
Ahora que el Principado ha permitido la reapertura del ocio nocturno, Jorge Romero espera que sus clientes vuelvan. Señala que «aunque sea de ocho de la tarde a una de la madrugada, el Lanna Club va a abrir», aunque su expectativa es que la situación sanitaria siga mejorando y el Gobierno regional les permita ampliar el horario de cierre. Además, opina que los establecimientos como el suyo pueden ser «parte de la solución y no el problema» como se les ha considerado hasta ahora: «en mi club hay control de temperatura, distancia entre las mesas, una persona de seguridad que controla que se cumplan las normas y la gente lleve la mascarilla. Sin embargo, en una casa a la que se pueden ir 40 personas cuando todos los establecimientos cierran, nadie controla nada», traslada el mismo, que añade que en todos estos meses el ocio nocturno estaba cerrado y seguía habiendo contagios.