Miedo y desinformación: los asturianos que rechazan la vacuna
El Principado publica de forma diaria la estadística de quienes no quieren recibir las dosis, sólo una minoría lo hace por razones médicas
Asturias comenzará la próxima semana con el objetivo de la inmunidad de grupo muy cercano, ya la mitad de la población diana, los mayores de 16 años, tienen al menos una dosis y apenas unos puntos separan la misma meta en la población general. Con una amplia cobertura de los grupos más vulnerables, las escalas de población de mayor edad, también se avanza a buen ritmo en la inmunización, es decir, de quienes ya tienen la pauta completa de dos dosis cuando se requiere (todas las vacunas excepto la de Janssen), así que la cuarta parte de los asturianos ya está inmunizada. Y aún así, con todo estos datos, permanece un grupo pequeño que pero crece poco a poco, de personas que rechazan la vacuna.
No todas las autonomías ofrecen estos datos. De hecho, a preguntas de La Voz de Asturias, el Ministerio de Sanidad señaló que no dispone de cifras sobre rechazo de la vacuna a nivel nacional y que dado que la competencia corresponde a cada una de las comunidades son ellas las que aportan esta información o no. En el caso de Asturias se detalla de forma diaria y además con algunas especificaciones. A fecha del 21 de mayo, ya eran 13.422 las personas que no habían querido ponerse la vacuna en el Principado. De ellas, un pequeño porcentaje tenía una causa justificada: 700 tenían un inmunización contraindicada, es decir, fue un médico el que señaló que por su historial particular no deberían vacunarse. 1.254 personas no tomaron la vacunas porque ya habían pasado el covid; no se trata de que no vayan a recibir la vacuna en ningún momento, de hecho Sanidad apuesta por administrar el fármaco en estos casos pero tras un plazo de unos seis meses después de la infección natural. El problema está en las 11.480 personas que simplemente han rechazado vacunarse ¿por qué? Es una información compleja de obtener.
Lo primero de todo porque la vacuna en España es voluntaria, y nadie está obligado a ponérsela y tampoco a dar explicaciones de por qué la rechaza así que no existe ninguna estadística de este tipo. En el caso de Asturias, además, el sistema de citas para las vacunas está automatizado, se realiza a través de llamadas telefónicas en las que se responde (y en ocasiones con no pocos problemas entre pacientes de mayor edad) a «la máquina». Se marca una tecla para la opción de no recibir la vacuna, sin más. No hay por qué especificar las razones y tampoco hay un quién para darlas.
Tampoco es algo difícil de imaginar, es el miedo. En una época en la que la información fluye como nunca en la historia de la humanidad, también corren a la misma velocidad o más la desinformación y los bulos. Existe una pequeña pero ruidosa comunidad antivacunas en Asturias y que se hizo notar singularmente durante durante el año pasado. En aquellos días, en la desescalada tras el confinamiento en que cada cual se quedó en su casa, un grupo de esta tendencia acampó en el Parque Isabel la Católica de Gijón para protestar por el uso obligatorio de las mascarillas y también contra las vacunas.
A la propaganda antivacunas general, con tesis estrambóticas que aseguraban que servían para implantar un chip bajo la piel, se unió un elemento de confusión en el que tienen buena parte de la responsabilidad los propios gobiernos europeos en el caso de AstraZeneca. La vacuna de Oxford ha quedado etiquetada con mala fama por episodios muy raros y minoritarios, aunque reales, de trombosis que llevaron a las autoridades sanitarias de varios países a suspender su aplicación y cambiar sus recomendaciones sobre los grupos de edad que deberían recibirlas. En la actualidad se prima a los mayores de 60 años. Y todavía esta semana es cuando se empezó a determinar qué pasaría con quienes habían recibido la primera dosis y estaban a la espera de la segunda.
En principio, España optará por una combinación de fármacos. Apoyándose en un estudio de Instituto de Salud Carlos III, se ofrecerá una dosis de Pfizer a quienes recibieron primero AstraZeneca. Pero cabe la opción de mantenerse con el mismo fármaco. Al término de la reunión interterritorial de Salud en la que se adoptó esta decisión, el consejero de Salud de Asturias, Pablo Fernández, destacó que «solo excepcionalmente serán vacunados con AstraZeneca, en caso de que tengan algún reparo, pero siempre con un documento de consentimiento firmado en el que se garantiza que se conocen los daños, que son poco frecuentes pero muy graves, que se describen en la ficha técnica» de la vacuna.
No hay datos sobre el rechazo a la vacuna a nivel nacional por comunidades de manera que no se puede establecer si la renuencia en Asturias es mayor o menor que en otros territorios. Sin embargo, según recoge Datadista, el Gobierno español sí envía a Europa una información al respecto. Así indica que en la información enviada semanalmente al Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) «hasta el 9 de mayo de 2021 y a falta de consolidación de la serie histórica en las próximas semanas, solo el 0,16% de las personas que habían sido llamadas en España para ponerse la primera dosis la había rechazado. En total, 25.840 personas de las cuales el 20,6% son trabajadores sanitarios o sociosanitarios. Es decir, 5.344 personas». Pero la cifra choca de plano con la que ofrece Asturias de forma diaria ya que supondría que casi la mitad de los antivacunas serían asturianos.