
Un estudio de la Universidad de Oviedo recoge que las personas que realizaron más actividad física y de mayor intensidad durante el confinamiento experimentaron menos síntomas depresivos y mayor bienestar emocional
18 may 2021 . Actualizado a las 13:07 h.Las personas que realizaron más actividad física y de mayor intensidad durante el confinamiento experimentaron menos síntomas depresivos y mayor bienestar emocional. Esta es la principal conclusión a la que han llegado varios estudios realizados por el Grupo de Investigación Edafides de la Universidad de Oviedo, que confirman el papel protector de la actividad física para la salud mental.
Este proyecto de investigación perseguía medir los síntomas depresivos de la población española durante el confinamiento y analizar su relación con los niveles de actividad física. Para ello, se realizaron varios estudios transversales y longitudinales que demostraron el importante papel que desempeñó la actividad física durante el encierro domiciliario obligado por la pandemia. Los resultados de estos trabajos han visto la luz en siete revistas entre las que destacan International Journal of Clinical and Health Psychology, Psicothema y American Journal of Geriatric Psychiatry.
Alejandro Carriedo Cayón, profesor del Departamento de Educación y firmante de los estudios, explica que, desde hace varios años, se viene destacando la importancia de realizar actividad física y, sobre todo, que se adquiera como hábito diario, porque se ha demostrado que su práctica repercute positivamente en los aspectos físicos, mentales, sociales y afectivos de las personas. Diversos estudios, según Carriedo, han observado, sin embargo, que la mayoría de la población no alcanza los niveles de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
«Nos preocupaba que las restricciones sanitarias y las medidas de distanciamiento social puestas en marcha durante la pandemia empeoraran este panorama y provocaran una reducción de la actividad física y un aumento de los efectos negativos sobre la salud mental y el bienestar emocional», comenta.
Los estudios llevados a cabo por estos investigadores abordaron distintos aspectos vinculados al confinamiento domiciliario como sus efectos en los cambios de peso, el papel de la resiliencia o los síntomas depresivos.
Cambios de peso
En un primer momento, los investigadores de la Universidad de Oviedo analizaron los cambios de peso como consecuencia de los nuevos hábitos de actividad y alimentación adquiridos durante el confinamiento domiciliario en una muestra de más de 4.300 individuos. Los autores destacan que parece que hay una conexión entre la obesidad, la depresión y la alimentación. Ante una situación estresante, las personas pueden aumentar o reducir la comida que ingieren.
El segundo estudio realizado con una muestra de 483 personas de entre 60 y 92 años analizó la relación entre síntomas depresivos, bajo afecto y poca resiliencia. «Descubrimos que aquellas personas que se involucraban regularmente en actividades físicas vigorosas y moderadas manifestaban mayores niveles de resiliencia, afecto positivo y menores síntomas depresivos».
Otro de los trabajos estudió la asociación entre actividad física y resiliencia durante la primera semana de confinamiento en una población de 4.000 personas de entre 16 y 82 años. Esta investigación concluyó, en línea con los trabajos precedentes, que aquellas que realizaban más actividad vigorosa mostraban mayores niveles de resiliencia, sobre todo los varones de entre 25 y 54 años con peso normal.
Síntomas depresivos
Medio millar de personas respondieron también a un cuestionario durante cuatro semanas de confinamiento sobre síntomas relacionados con la depresión. Los resultados indicaron que la actividad física moderada era suficiente para prevenir los síntomas depresivos, pero los beneficios eran mayores en aquellas personas que realizaban más actividad física.
El profesor Antonio Méndez Giménez apunta que aquellas personas que realizaron 477 METs-min semanales redujeron un 33% las probabilidades de sufrir síntomas depresivos frente al 47% de quienes alcanzaron 3.000 METs-min semanales. La OMS recomienda llegar, al menos, a los 3.000 METs por semana. Un MET se define como el gasto energético de estar sentado tranquilamente y es equivalente a un consumo de 1 kcal/kg/h.
El último de los estudios realizados permitió establecer tres tipologías de la población española durante el encierro domiciliario. Así, uno de estos grupos estaba formado por personas que realizaban altos niveles de actividad física, con gran resiliencia y bajos síntomas depresivos. Eran, fundamentalmente, personas de entre 40 y 54 años, con peso normal, que ya practicaban mucha actividad física antes del confinamiento. El 60% de ellas consiguieron cumplir durante el encierro con las recomendaciones mínimas de la OMS.
El grupo intermedio, que representa al 60% de la población, la mayoría de ellos mayores de 40 años, estaba integrado por personas con valores medios en actividad física, resiliencia y síntomas depresivos. Solo el 38% de ellas cumplió con las recomendaciones de actividad física que establece la OMS.
El grupo menos adaptativo estaba formado mayoritariamente por mujeres jóvenes, de menos de 25 años, con bajos niveles de resiliencia y altos de depresión y afecto negativo. Estas mujeres redujeron además drásticamente su actividad física durante el confinamiento al pasar del 69% que realizaba algún tipo de actividad al 30% que consiguió seguir los consejos de la OMS, informa Europa Press.