De la tierra a la mesa: el proyecto de Avilés para acercar la alimentación de kilómetro cero
El municipio más urbano de Asturias quiere poner en el mapa las iniciativas rurales de los ocho concejos de su área de influencia para abastecerse de forma directa de productos saludables e impulsar su consumo en hogares y colegios
Redactora
La confluencia de intereses no puede ser más propicia. Cada vez son más las personas que cuidan su alimentación, conscientes de los beneficios de una dieta saludable para la salud. También cada vez son más las personas que se preocupan por el impacto ambiental de lo que comen y procuran realizar un consumo sostenible y de proximidad, o de kilómetro cero. Avilés, el municipio más urbano de Asturias, tiene en su área de influencia a ocho concejos netamente rurales (Gozón, Carreño, Corvera, Illas, Castrillón, Candamo, Soto del Barco, Pravia y Muros del Nalón) en los que existen o están surgiendo iniciativas agroalimentarias que ofrecen precisamente lo anterior: productos de calidad, sanos y prácticamente de al lado de casa.
Pero es que además algunas de esas iniciativas están protagonizadas por agricultores ecológicos que dejaron la ciudad para instalarse en el medio rural, como explican en este reportaje algunos de los que precisamente viven en esos concejos y venden sus productos de forma directa a familias de la comarca de Avilés, a través de grupos de consumo y en los mercados locales.
Teniendo en cuenta que uno de los principales objetivos de Asturias es frenar la despoblación en el medio rural haciéndolo atractivo para vivir y trabajar, a esta confluencia de intereses e iniciativas emergentes parece que le viene como anillo al dedo la estrategia agroalimentaria que el Ayuntamiento de Avilés quiere poner en marcha para impulsar el conocimiento y el consumo de una alimentación saludable y de proximidad en hogares y colegios.
oportunidades laborales para retener a los jóvenes
La propuesta, que se ha presentado a los fondos europeos España Puede en la convocatoria abierta por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para identificar proyectos solventes con impacto para la lucha contra la despoblación, se llevaría a cabo en todo caso con el apoyo del Gobierno asturiano porque casa perfectamente con el impulso que se le quiere dar al sector agroalimentario de aquí a 10 años, propiciando entre 8.000 y 10.000 nuevos puestos de trabajo en el medio rural.
«Queremos abordar de una manera integral la relación de la cuidad con el medio rural, que se pueden beneficiar mutuamente, en lo que tiene que ver con la alimentación y el abastecimiento de productos, pero también queremos desarrollar sistemas de sensibilización mucho más fuertes por parte de la ciudadanía hacia la sostenibilidad», explicaba recientemente la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, que también apuntaba a medidas que fomenten entre los escolares menores de 16 años el conocimiento y el manejo culinario del producto local para apreciarlo y disfrutarlo en el paladar.
«Todo ello nos permitirá otros muchos objetivos, como relacionarse de forma más sostenible con la Tierra y generar mucho más desarrollo agroalimentario de calidad, así como de establecimientos innovadores de restauración y hostelería, pero sobre todo lo que pretendemos es que la juventud pueda hacer un proyecto de vida y de economía aquí. Para que los jóvenes no se nos vayan», añadía. El consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial, Alejandro Calvo, también garantizaba, tras una de las reuniones mantenidas con Monteserín, su apoyo a un proyecto que servirá a corto plazo de experiencia piloto «de lo que podemos hacer en el conjunto de la comunidad, en donde tenemos un sector primario muy sólido en su actividad ganadera pero con una ebullición tremenda en la agricultura que hay que aprovechar porque son una herramienta de futuro muy importante».
Que aporta algo tan necesario como diversificación al campo asturiano. «Esa economía mixta es cada vez más evidente sobre todo en el medio rural periurbano, que se está descubriendo como un territorio de grandes oportunidades y este proyecto representa muchas de las cosas que vamos a tener que resolver en el desarrollo económico postpandemia en Asturias», añadía Calvo, que explicaba que el proyecto en Avilés permitirá «detectar cuál es la realidad de la producción que tenemos en el entorno, cuáles son los productores locales que ya tenemos en el radar y cuáles son los nuevos que pueden generar canales cortos de comercialización hacia los establecimientos de venta, mercados locales y la hostelería».
El proyecto precisamente contempla, bajo el sugerente título De la tierra a la mesa, crear un tejido asociativo que reúna a productores del sector agropecuario y a comercializadores buscando la proximidad, en línea con el impulso que se le quiere dar a nivel autonómico a la marca Alimentos de Asturias en el pequeño comercio. Pero también se plantean otras acciones como dotar a los colegios públicos con cocinas propias para elaborar los menús del comedor escolar con los productos locales, crear huertos urbanos y periurbanos o poner en marcha un Centro de Exhibición Gastronómica en la Torre del Centro Niemeyer como reclamo turístico.
EL EJEMPLO DE FRANCIA
Calvo tampoco pasaba por alto que Avilés se suma con esta propuesta a las ciudades francesas que han sabido aprovechar e integrar su campo periurbano como un sector económico más en torno al que se generan toda clase de iniciativas para promocionar la alimentación saludable y la agricultura de proximidad. Ciudades que buscan además su soberanía alimentaria, de manera que su alimentación no dependa tanto de lo que se importa de otros territorios mucho más lejanos.
En este sentido, un estudio que se hizo en 2018 en las 100 principales áreas urbanas de Francia analizaba el potencial de todas, incluyendo sus entornos rurales como en el caso de Avilés, para alimentar a sus habitantes. Una de las principales conclusiones es que si la producción local -que hasta entonces se exportaba prácticamente en su mayoría- se reorientara a la demanda local mediante el policultivo, la promoción de la agroecología y la permacultura o la promoción de marcas locales, se podría cubrir más de la mitad de las necesidades de la población de cada una de ellas. En algunas incluso se llegaba al 100% puesto que, aparte de asegurar suministros con una mejor calidad y trazabilidad -recuperando lazos sociales entre consumidores y productores-, reducir las emisiones de CO2 o cuidar el territorio periurbano, se generarían nuevos mercados y oportunidades laborales.
La mayoría de ellas, como Rennes, Angers o Avignon, tienen en marcha diversas iniciativas municipales y comunitarias desde hace años para impulsar la alimentación local y sostenible. El comisionado del reto demográfico del Gobierno de Asturias, Jaime Izquierdo, ha desarrollado un informe sobre la propuesta avilesina en el que también recuerda que son numerosas las ciudades pequeñas e intermedias de Europa que en los últimos años han diseñado y están trabajando desde el ámbito local para vincular alimentación de calidad, gestión del medio rural periurbano, educación para una alimentación saludable, salud pública y formación para la horticultura, recuperación agroecológica del entorno rural o vinculación directa de la tierra a la mesa. El Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán, que se aprobó en 2015, ya lo han firmado más 200 entidades locales, en su mayoría de grandes ciudades, también de fuera de Europa.
«Paradójicamente, y a pesar de la importancia de la alimentación y de las repercusiones que tiene en la economía, el comercio, el patrimonio, la cultura, el paisaje, el empleo, el medio ambiente y, especialmente, en la salud no hemos dedicado apenas atención a los cambios estructurales y a la modificación de los hábitos alimentarios que hemos sufrido a lo largo del siglo XX a la par que se industrializó la región y nuestra forma de vida. Por eso es tan importante que los ayuntamientos, como hace ahora el de Avilés, abran una reflexión y manifiesten su interés por trabajar en el diseño de acciones a favor de la alimentación saludable, la educación, la formación y la agricultura de proximidad», asegura Izquierdo.
En consonancia con lo que promueve la UE
Más cuando la Unión Europea viene fomentando y apoyando iniciativas locales a favor de la agricultura de proximidad con estrategias como la denominada De la granja a la mesa que, en consonancia con los planteamientos de Avilés, anima a las instituciones públicas a promover «el consumo sostenible de alimentos y facilitar la transición a dietas saludables y sostenibles» y a trabajar por la recuperación de la agricultura de proximidad «para aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios locales y regionales, con el fin de crear cadenas de suministro más cortas».
Izquierdo, que en su momento propuso una iniciativa similar para que Oviedo recuperase su relación con su entorno periurbano, también recuerda que hasta mediados del siglo XX la alimentación de los asturianos se articulaba principalmente a través de las plazas de abastos, algunas redes de venta diaria a domicilio, las lonjas de pesca, los mercados semanales y una red de pequeñas tiendas de ultramarinos y coloniales que eran las que vendían productos de fuera de Asturias como café, aceite, bacalao o algunas legumbres. «Avilés, como el resto de ciudades y villas de Asturias, no era ajena a este modelo agroalimentario basado principalmente en la proximidad -explica-. Además, Asturias venía consolidando desde el sigo XIX una extensa industrialización local de pequeña escala de transformación de productos coloniales en torno al chocolate, el café o la elaboración de dulces y mermeladas, dirigida principalmente al mercado regional, y también una boyante industria conservera de productos de la pesca con proyección al mercado nacional».
No hace falta decir lo que se ha ido perdiendo con el paso de los años y cómo en poco más de cinco décadas, como indica Izquierdo, «esta rápida transformación del sistema alimentario nos hizo pasar del predominio del abasto local y regional propio y cuasi autónomo -de soberanía alimentaria que se dice ahora- a la dependencia alimentaria del exterior controlada y organizada por los intereses de las multinacionales que imponen su cultura alimentaria».
Esa pérdida de los sistemas agroalimentarios locales y regionales, añade, ha traído consigo problemas como los incendios forestales, el aumento de emisión de gases con efecto invernadero, la proliferación de plagas -de las garrapatas a los jabalíes-, la pérdida de paisajes, de biodiversidad agraria, de empleo en la agricultura y en el pequeño comercio o, como consecuencia de dietas menos saludables, patologías crónicas.
Por todo ello y por los beneficios que traerá consigo, considera que Avilés «puede y debe liderar esta iniciativa de forma coordinada con los concejos rurales que, en mayor o menor medida, abastecieron a la ciudad y con los que existe un vínculo agroalimentario histórico», recuperando con ello una función histórica que, ahora mismo, resulta oportunamente estratégica.