200 adoquines «stolpersteine» para recordar a las víctimas asturianas del horror nazi
Memoria Democrática y el grupo Deportados Asturias promueven esta iniciativa en los 49 concejos en los que ya se ha situado el origen de los asturianos enviados a campos de concentración del nazismo
Redactora
«Una persona solo es olvidada cuando su nombre es olvidado». Esta cita del Talmud judío es mencionada a menudo por el artista alemán Günter Demnig para justificar el proyecto Stolpersteine, que puso en marcha en los años 90 para que los nombres de las víctimas del horror nazi no cayeran nunca en el olvido. La iniciativa consiste en que cada víctima tenga dedicada una stolperstein, que en español podría traducirse como una piedra con la que se tropieza en el camino y que, en este caso, hace tropezar con la memoria histórica con el reconocimiento que lleva implícito.
La piedra es un adoquín de cemento, de 10x10 y con una de sus caras cubierta por una fina lámina de latón en la que se graban a mano los datos de la víctima: su nombre, su fecha de nacimiento, los datos de la deportación y la fecha de fallecimiento. Desde que surgió esta iniciativa, ya se han colocado casi 80.0000 adoquines en recuerdo a las víctimas del nazismo (1933-1945) en unas 2.000 ciudades de más de una veintena de países europeos, incluidas localidades españolas. Las stolpersteine se colocan siempre en la acera delante de la casa en la que nació o vivió la víctima del nazismo. En cada una de las placas doradas, antes de los datos personales, se graba un «aquí vivió», aunque si es necesario se puede variar a estudió, enseñó o trabajó.
De los 9.100 españoles deportados a campos de concentración y exterminio nazi -en donde fallecieron casi 4.500-, al menos 200 eran asturianos cuyo origen está localizado en 49 concejos. La directora general de Emigración y Memoria Democrática, Begoña Serrano, ya ha hablado con buena parte de las alcaldesas y los alcaldes de esos 49 municipios asturianos para proponerles que permitan colocar stolpersteine que recuerden a esas vecinas y vecinos que fueron víctimas del fascismo.
«Todos han dicho que se unen. La idea es hacer una iniciativa en la que cada ayuntamiento ponga estos adoquines o bien en la casa en la que nacieron o vivían estas personas o bien en un lugar de la memoria, de manera que todos ellos tengan un recuerdo en su concejo», explica. Serrano indica que, con ello, espera que «nos demos cuenta de que el horror nazi que vemos en las películas no solo lo vivieron los judíos alemanes, también el señor que vivía en Arenas de Cabrales por ejemplo». Se refiere a Hilario Álvarez Moradiellos, un vecino de Arenas de Cabrales republicano y de izquierdas que fue deportado a Mauthasusen en diciembre de 1941 y que fue uno de los españoles que murieron en Gusen.
Colocados en un año en Asturias
«Muchos de los asturianos que fueron deportados a los campos de concentración nazis tienen descendientes directos que siguen viviendo en el concejo y pongo el ejemplo de Arenas de Cabrales porque coincide que conozco a un descendiente de ese hombre». Serrano explica que el grupo de trabajo Deportados Asturias, que está recabando las biografías de los asturianos que acabaron en los campos de concentración nazis, se puso en contacto con la dirección general para promover en Asturias la iniciativa Stolpersteine y así recordar a los 200 deportados que tienen en este momento localizados en sus lugares de origen en Asturias.
Serrano confía en que en un año se puedan colocar los 200 adoquines, uno por cada víctima asturiana, en las localidades en las que nacieron o vivieron. «Sería muy bueno que algo que está tan extendido por Europa llegara a Asturias y que todos los concejos lo hicieran a la vez», indica. Cada adoquín, con los datos grabados sobre el latón, cuesta 120 euros.
El propio Demnig siempre coloca las primeras stolpersteine que se instalan en una localidad, aunque debido a la pandemia de coronavirus no se van a organizar ceremonias de colocación al menos hasta 2022, como informa la fundación alemana que impulsa este proyecto en su página web, en donde también se aconseja que se haga todo lo posible por encontrar e informar a los parientes vivos de las víctimas. O que se fomente la participación de los escolares en el proceso de colocación de los adoquines porque, desde que se puso en marcha en 1992 con la primera stolperstein en la plaza del Ayuntamiento de Colonia, se ha observado que despierta «un gran interés entre los jóvenes».
Serrano explica que las historias de cada uno de esos 200 asturianos que ya tienen donde ser recordados después de demasiadas décadas olvidados también se incluirán en la web de la dirección general de Memoria Democrática «gracias a la total generosidad» del grupo Deportados Asturias, formado por investigadores y familiares de deportados y deportadas que desde hace un año recopila sus biografías. De todas las víctimas asturianas, cinco eran mujeres y quienes sobrevivieron a los campos de concentración no llegan a 30.
El pasado 5 de mayo fue el día de homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España. En Asturias, el acto de homenaje se ha pospuesto para finales de este mes con la idea de poder celebrar una jornada presencial con las entidades memorialistas.