Los profesores de historia Francisco Erice y Rubén Vega repasan las claves y la herencia que dejó el régimen democrático que existió en España entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939
14 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El 14 de abril de 1931 se proclamaba en España la II República. Las elecciones municipales que se habían celebrado dos días antes habían dado la victoria a la izquierda y la historia se asomaba a un cambio ansiado por muchos. «La República fue un momento especialmente significativo, un momento de modernización y justicia social… un proceso de maduración» manifiesta Francisco Erice, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, que señala que en el caso concreto de Asturias ese hecho dio «tremenda esperanza» a los movimientos obreros. Y es que si bien esos movimientos se extendían por todo el país, «en Asturias se trataba de un movimiento obrero muy potente y poderoso en toda la zona central» de la región, además de estar «muy organizado», comenta Rubén Vega, historiador y doctor en Historia por la Universidad de Oviedo. Ambos repasan las claves y la herencia que dejó el régimen democrático que concluyó el 1 de abril de 1939 con el final de la Guerra Civil.
Vega explica que el cambio de régimen político que se produjo hace hoy 90 años supuso «una explosión de júbilo» entre las clases populares a la par que el «temor» de las élites que hasta entonces habían sido dominantes. «Fue un estallido de esperanza más allá del cambio de régimen, un cambio en la correlación de fuerzas y la expectativa de los de debajo de mejorar sus condiciones», expone el mismo, que añade que la situación de los obreros asturianos «no era peor que la de los jornaleros de Andalucía». Sin embargo, la organización del movimiento obrero en la región se vio reforzada.
«Pero esa esperanza y júbilo de los primeros momentos, se pasa con el tiempo. Se va complicando por la gestión del gobierno, que se estanca y se llena de contradicciones», indica Rubén Vega, que aún así reconoce que el primer bienio de la república fue una etapa transformadora en la que se asienta la democracia con la aprobación de una Constitución que reconocía derechos sociales u otorgaba el voto a las mujeres. «Se hizo una labor para intentar modernizar el país, con reformas en lo social, la educación y en la cultura», precisa el profesor de historia, que apostilla que uno de los méritos de la República fue el esfuerzo que se hizo por construir escuelas y formar a los profesores.
Según manifiesta Francisco Erice, quizá el problema del gobierno provisional y del gobierno del primer bienio fue haber sido «demasiado tímido y cauteloso», llevando a cabo «políticas de reformas que se dejan a la mitad», lo que «despertó el descontento». «Se hicieron proyectos tremendamente ambiciosos, pero se desarrollaron siempre de la manera adecuada», opina el catedrático, que también tiene en cuenta que «los anti republicanos no dieron tregua». A esto añade Rubén Vega la reorganización de la derecha, la posición conservadora de la iglesia y los sectores que se radicalizaron entre las bases obreras, que dio lugar a la Revolución del 34 al cuajar en Asturias la huelga revolucionaria que se había convocado para toda España.
No obstante, aunque el contexto actual no coincide con el del momento de proclamación de la República, Erice considera que como herencia queda «la idea y la posibilidad de construir una nación de ciudadanos con mayor democracia y justicia social» y que el proceso republicano adaptado a los tiempos actuales podría dar lugar a «perspectivas viables». Es más, plantea que aunque la actual monarquía está muy blindada y protegida por los grandes poderes económicos, señala que hay «grietas y fugas de agua» que llevan a pensar en que puedan darse «proyecto viables» de una nueva república aunque «no a corto plazo».
A este respecto, Rubén Vega precisa que viendo la historia de España en perspectiva «la República la trajeron las monarquías por sus errores». Así, añade que si bien hace 10 años hubiera pensado que la actual monarquía estaba consolidada, ahora entiende que «se ha deteriorado porque afloran sus miserias», y pone como ejemplo las demostraciones de que el Rey Emérito Juan Carlos I ha evadido impuestos cuando «de la más alta magistratura del Estado, que tiene una raíz no democrática, se debería percibir un altísimo nivel de ejemplaridad. Sin embargo, no están a la altura», manifiesta el mismo. Es por ello que dice que «la monarquía está en solfa hoy por hoy porque la institución tiene grietas difíciles de sellar».