
El cierre de bares y salas de conciertos ha llevado al límite a cientos de artistas e intérpretes asturianos. Creen que las ayudas para el sector son irrenunciables y, de cara al futuro, piden una revisión de la ley regional de espectáculos
29 abr 2021 . Actualizado a las 08:47 h.El de la música en directo es, por razones obvias, uno de los ámbitos más afectados por la pandemia. Pese a que las vacunas suponen el clavo ardiendo al que todos nos agarramos para atisbar la luz al final del túnel, los intérpretes asturianos aún lo ven lejano. Muchos llevan varios meses sin poder tocar. A esto se une la situación de técnicos de sonido, luces, runners y demás profesionales con una relación casi simbiótica con ellos. Además de la posibilidad de vehicular ayudas que palíen el sombrío escenario presente, los artistas de la región miran más hacia delante y consideran que, una vez que la covid-19 sea poco más que un mal recuerdo, se debe revisar la ley de espectáculos del Principado para facilitar las actuaciones en directo.
Un año en blanco
El cantautor David del Río cree que «el sector cultural y, en concreto, el de la música es de los más perjudicados por esta situación. Hay que tener en cuenta que ya antes de todo esto las condiciones de precariedad eran notorias».

Además, con esta crisis derivada de la situación sanitaria, en Asturias «muchos locales se han visto abocados al cierre y se reducen las posibilidades de actuar. Sobre todo para los que nos movemos en pequeñas salas de aforos reducidos».
Considera que «desde las administraciones, salvo honrosas excepciones, se podría hacer algo más para apoyar, ceder espacios, crear ciclos al aire libre cuando las condiciones sanitarias mejoren y no relegar al último lugar de preferencias algo que es vital como la cultura».
Porque, a su juicio, «de nada sirve gastar millones en auditorios vacíos, eso no es ayudar en absoluto a la escena local». Recalca que «en lo personal ha sido un año en blanco, esperando que a medio plazo se pueda volver a las tablas con todas las medidas necesarias, porque las cosas no van a ser como antes en bastante tiempo, si es que alguna vez vuelven a serlo».
«Hay sectores que están siendo destrozados»
La cantante Mary Kay Maas considera que el cultural es «uno de los sectores más afectados y menos cubiertos por la sociedad, el gobierno, la prensa y las ayudas». Esta artista nacida en Wisconsin y residente en Asturias desde hace años, además de en la música, también trabaja en una empresa en la que una de sus actividades principales es organizar viajes de estudios a Estados Unidos. Es por eso que la pandemia ha supuesto un impacto «brutal, prácticamente como cortar mis ingresos a la mitad».

Insiste en que «hay sectores que están siendo destrozados». «No nos podemos olvidar de la música y el arte porque, al final, son los que dan sentido a la vida», añade. Y es que, a su juicio, «está muy bien tener Netflix y a los grandes creadores, pero hay muchos pajaritos en el bosque. Yo misma soy también mecenas en Patreon de artistas que me sostienen y ayudan».
Esta americana, optimista por naturaleza, ha podido vivir de primera mano las noticias del avance del coronavirus a ambos lados del Atlántico. «En mi familia en Estados Unidos por suerte están todos bien, a base de distancia social y confinamiento», explica, si bien aclara que «algunos estados son más estrictos que otros, en los que no se ponen ni mascarilla. Es cierto que las medidas allí les ha costado más aceptarlas».
«Aquí en Asturias el bisabuelo de mis hijos, que estaba en una residencia, se puso malito y se fue. Lo peor es que no se le pudo hacer un funeral y despedirle en condiciones», lamenta. En estos momentos está inmersa en el tercer álbum de su proyecto Magdalene Blue que está «a punto de entrar a grabar».
Para sufragar la grabación y promoción del mismo en este escenario pandémico se está sirviendo de la plataforma Patreon. «Como hacen muchos artistas, se trata de ofrecerlo a la comunidad si quieren comprarlo con anterioridad. Es un crowdfunding, pero de distintos niveles», asevera.
Explica que esta fórmula da la posibilidad de «abrir las puertas de los estudios, mostrar los videoclips y que las personas tengan la oportunidad de acompañarme en el proceso de creación». Se trata, en definitiva, de «un modelo de mecenazgo sostenible». «En Patreon hay personas que dibujan tebeos, hacen vídeos, hay músicos, bailarines… yo llevo desde 2016», añade. Mary Kay Maas cree que es una buena idea «para que se pueda seguir creando. En los momentos del año en los que estás de gira y con conciertos hay más ingresos, pero entre disco y disco estás componiendo y tienes que seguir comiendo».
«La situación para los músicos es desastrosa»
Álvaro Bárcena, productor, cantante y guitarrista de infinidad de proyectos (Amon Ra, Electric Buffalo, Los Bruscos, Los Ministros, Ludovico…), destaca que la situación para los músicos asturianos «es desastrosa, porque nos afecta muchísimo».

«En directo hay alguna cosa institucional, pero muy poco», indica. Explica que «el hábitat natural del 90% de los músicos, donde está el 90% de sus ingresos, son los conciertos en salas pequeñas y bares». Tal como están las cosas «puedes tener algo, un día puntual, en una casa de cultura cada x meses», pero no es lo habitual, ni mucho menos.
Asimismo, durante los meses previos a la tercera oleada, en los que el virus estuvo más o menos agazapado, «tampoco se programaban conciertos en bares, salvo que tuvieran una terraza». Este músico y productor matiza que «hubo algo de apertura en verano, no una actividad frenética pero si un poquitín de movimiento. En otoño e invierno se vino todo abajo. Yo mismo llevo desde septiembre sin tocar en directo».
Considera que hablar de ayudas a este segmento de actividad «es muy difícil, aparte de lo evidente, que son ayudas económicas para paliar los estragos de la pandemia». En esta línea cree que «más que de cara a ayudar durante la pandemia, porque aunque muy lejana ya estamos viendo la luz al final del túnel, creo que deberíamos ir avanzando en el tema político de los locales donde se programa habitualmente música. Me refiero a la ley de espectáculos, porque ese 90% de actividad que desarrollamos en bares, en un porcentaje fundamental es ilegal. Se hacen conciertos de aquella manera, si nadie protesta se tira para alante, pero siempre estás en riesgo de que alguien denuncie».
Así, desde la Asociación de Músicos de Oviedo proponen desde hace tiempo «que los bares de Oviedo que tengan una licencia, una insonorización y que cumplan unos requisitos para poner música ‘enlatada’ hasta 90 decibelios puedan hacer conciertos en pequeño formato, mientras no se sobrepasen esos límites». Bárcena defiende que «eso si sería una gran ayuda para los músicos de cara al final de la pandemia».
«Es dramático económica y emocionalmente»
Pablo Martínez, productor, guitarra y voz de la banda de rock llanerense Desakato, lamenta que «la situación empieza a ser dramática, tanto a nivel económico como emocional». En torno a su grupo, «aparte de los cinco músicos hay otros seis trabajadores que suelen viajar con nosotros, que tienen familia y están en una situación de desamparo total».

Cree que, hasta cierto punto, en Desakato tienen suerte «de poder estar en ERTE, algo con lo que no cuentan todos los músicos, por ejemplo los de las orquestas». Entiende que «la situación es complicada y que ahora mismo no se puede volver a la normalidad de los conciertos con los niveles de contagios que hay, pero consideramos que con las medidas de seguridad que se habían impuesto desde las administraciones la cultura era totalmente segura».
«De hecho, no se confirmó ningún caso que se haya transmitido en un evento cultural», puntualiza. Martínez cree necesario que se apoyen actos culturales «con restricción de aforo y que, por otro lado, se rescate a un sector que está ahora mismo en bancarrota en todos los sentidos, tanto emocional como económicamente».
«Es nuestra forma de vida en todos los sentidos. Llevamos un año sin poder llevarla a cabo y eso es fastidiado», lamenta. No obstante, no puede evitar albergar un halo de optimismo y pensar que «a no mucho tardar se puedan hacer cosas, para que todo quede en el olvido».