Los profesionales de Mieres y Avilés, dos de los hospitales con mayor saturación destacan el cansancio acumulado de los profesionales y advierten de que el covid resta atención a otras patologías
06 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No es algo sencillo pero entra dentro de lo posible ampliar la capacidad material de los hospitales, con un gran esfuerzo se pueden ampliar el número de camas y también se puede garantizar que haya equipos de protección para los sanitarios, pero lo que resulta casi imposible es precisamente multiplicar a las personas, los profesoniales de los hospitales de Asturias, con casi un año de pandemia sobre sus espaldas sin descanso están agotados y arrastran el peso, físico y psicológico, de una atención en la que no llega a atisbarse la luz al final del túnel. A comienzos de esta semana, el Sespa ponía sobre la mesa las cifras de ocupación de centros del área central: un 80% en Oviedo; en Gijón un 84%; en Avilés un 93%; y en Mieres 91%. Pero detrás de los porcentajes hay personas, las que cuidan y las que requieren cuidados.
«El lunes el hospital de Mieres estaba como un pez globo», relata el médico de urgencias Alberto Cachero quien, con todo, señala que con el paso de los días la situación ha aflojado. Un poco. Y apenas es un consuelo. A pesar de que los datos de contagios diarios de Asturias muestran las primeras señales de que quizá haya empezado a aplanarse la curva de la tercera ola, los ingresos hospitalarios y en cuidados intensivos se prevén terribles para los próximos días porque son consecuencia de los positivos detectados una semana atrás.
En los últimos días la preocupación más intensa se ha centrado en Avilés, en San Agustín, hospital de referencia del área III porque la incidencia de contagios no se ha atenuado, pese a las restricciones, en una amplia comarca que incluye a Corvera y Castrillón. Allí, el enfermero David Menéndez va deshilando una narración de agotamiento y sobreesfuerzo con la que coinciden casi todos los sanitarios de Asturias. «El personal, en todas las categorías, están agotados sobremanera. Una dotación de enfermería que estaba pensada para 11 camas ahora atiende a 30 con el mismo personal. Se está tirando de gente que nunca estuvo en la UVI, con la presión que eso conlleva, más la presión de que vas a estar con pacientes covid y que tú también tienes familia o gente mayor en casa y así llevamos un año».
No es muy distinta de la experiencia de Cachero en Mieres: «se va creando un cansancio físico, ponte el EPI, quítate el EPI; pero creo que el cansancio mayor es el psicológico. Porque ver llegar a una persona y otra, y otra ,y no ves el fin de esto. Eso quema a los profesionales de todo tipo, a facultativos, enfermería, auxiliares, también a las limpiadoras que las ves, las pobres, que salen de un box, y entra a otro». Así todos los días, salvo una breve, y que ahora se ve muy lejana tregua, en el verano.
En Mieres, y sobre todo en Avilés, no hablan de tercera ola sino de la prolongación de la segunda, de una nueva fase en una oleada casi ininterrumpida desde el otoño. «De tercera nada, esta es la segunda porque aquí nunca cedió, es que en navidades teníamos dos plantas abiertas solamente para pacientes de covid y antes de navidades ya teníamos 15 o 16 pacientes en la UC y eso no bajó», destaca David Menéndez.
En Mieres, Cachero llama la atención sobre el hecho de que, al menos «subjetivamente» parece que los ingresos de este enero y el recién estrenado febrero son mucho más jóvenes que los que entraban en planta la pasasa primevera. «Hay gente mayor pero no en tanta proporción como antes, ahora hay gente de mediana edad que antes casi no veíamos. Gente joven, por debajo de los 40 que antes era extraño». Y una advertencia, cuando se traspasa el umbral para entrar en cuidados intensivos la juventud es poco consuelo. «Aunque sean más jóvenes, cuando ingresan ya es porque tienen bronconeumonías bilaterales, que son complicadas».
El esfuerzo en los hospitales asturianos ha sido titánico y no es ninguna hipébole. De todo el personal, a veces incluso del no estrictamente sanitario. «Se fueron haciendo obras, se lleva un ritmo de trabajo bestial, todos, los de mantenimiento; hubo que poner una zona limpia y una zona covid, tirar tabiques, hacer entradas diferentes y eso la gente no lo sabe pero es la leche», destaca Menéndez quien insiste «llegas a trabajar, ves los cuadros que ves y que va a más; la gente a veces en la calle parece que no se da cuenta de esto».
¿Ha habido una relajación en la calle, se ha perdido el miedo inicial al virus? Los sanitarios creen que, en parte sí, aunque no rebajan el riesgo que eso supone, a peser de la repecusión terrible que tiene en los hospitales, no lo juzgan con una severidad extrema. No están para reñir, están para explicar. «Cierran las tiendas y cierran las grandes superficies, y luego, cuando se abren, la gente entra a tropel; vas por la calle y ves gente que baja la mascarilla para hablar por el móvil, eso lo vemos todos», y sin embargo, añade que «puedo entender que está muy quemada toda a sociedad». En términos similares, desde Mieres Cachero señala que «al final todos nos cansamos del aislamiento y necesitamos socializar y relacionarnos, y ese relajo nos lleva a los contactos, contactos que se llevan a casa, movernos facilita el contagio al final».
No todo es covid, y aunque como una relación indirecta, la pandemia termina por afectar al resto de enfermos que ven arrinconada la capacidad de los hospitales para hacer frente a sus patología. Es una alerta que repiten ambos profesionales, en Mieres y Avilés, por las implicaciones que tendrá a medio plazo. Ya a comienzos de la semana, la gerente del Sespa, Concepción Saavedra recordaba que en Asturias hay 1.802 pacientes ingresados por dolencias no relacionadas con el coronavirus, y hay más personas que están retrasando todo lo posible acudir a un hospital.
«Cuando oímos que tenemos el 40% de camas uci ocupadas por covid, puede haber quien piense que tenemos el 60% libre, no, es que hay otras patologías, gente con hemorragias cerebrales que se tiene que operar por eso o por un bypass urgente o de una pancreatitis y ocupan una cama de UVI», señala Cachero.
«La gente en los hospitales está cansada y lo está dando todo y más, todo el mundo. Y en la calle tiene que saber que hay otra parte, la de otras patologías a los que no se puede atender como se debe, que está muriendo más gente de otras cosas que se moría antes», explica Menéndez quien resaltó también los problemas que supone un personal del que apenas se puede tirar más, con traslados forzosos de un área sanitaria a otra, con pases de atención primaria a la UCI «aparte de la presión de tu centro, llegas a un sitio nuevo que no conoces, que no conoces a los compañeros que vas a tener, no sabes la ubicación de las cosas y todo eso se va sumando». Y concluye Menéndez: «la gente tienen que saber que esto no es infinito, hay cosas que llegado un momento se acabaron y ya no hay más, y entonces hay que decidir, eso es muy jodido».