El científico revisa las características biológicas de estar sano en un artículo publicado en la revista «Cell»
14 ene 2021 . Actualizado a las 09:34 h.¿Cuándo está sana una persona? ¿Sólo cuando no está enferma? El bioquímico de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín, en una nueva colaboración con el biólogo celular Guido Kroemer, responde a estas preguntas «de forma didáctica» en un reciente artículo publicado en la revista científica Cell titulado Las características de la salud (Hallmarks of health) con el que revisa precisamente las características biológicas de estar saludable.
Así, si a la salud se la viene definiendo como la ausencia de enfermedad, López Otín y Kroemer optan por describirla en términos positivos para enumerar el conjunto de características que deberían darse para tenerla. «La salud suele definirse como ausencia de patología y aquí intentamos definirla como un compendio de funciones organizativas y dinámicas que mantienen la fisiología», explican los investigadores, que clasifican los factores o causas biológicas que definen la salud en tres grupos y ocho categorías.
Un primer grupo es el de las características de compartimentación espacial, que dividen en las barreras protectoras que tiene nuestro organismo para evitar que entren cuerpos extraños y las que también controlan posibles perturbaciones locales. En este sentido, los investigadores explican que existen múltiples mecanismos que permiten contener el daño físico o químico y la inflamación, la eliminación de patógenos, de cánceres incipientes y células senescentes u otras perturbaciones «que, de no aislarse, confinarse y resolverse con el tiempo» darían como resultado enfermedades sistémicas, que son las que afectan a todo el cuerpo. Pero también indican que, paradójicamente, un exceso de cicatrización o de reacción a esos agentes extraños son «incompatibles con la salud humana».
El artículo, en este sentido, viene a hacer hincapié en lo importante que es el equilibrio de los aparatos y los sistemas del cuerpo humano para tener salud. Así, en un segundo grupo se centran en el mantenimiento de la homeóstasis, que precisamente define ese equilibrio que requiere el cuerpo humano, mediante mecanismos que permitan el reciclaje y la renovación -por ejemplo, la autofagia que se activaría con un ayuno de uno o varios días para que el organismo elimine células viejas o defectuosas-, la integración de circuitos y las oscilaciones rítmicas, en donde se refieren por ejemplo a los importantes ritmos circadianos, que son los que regulan el organismo y que se ven alterados cuando alguien trabaja a turnos, cambia con frecuencia de zona horaria o hace lo mismo con los horarios de la comida, dando lugar a diversas patologías que van desde el cáncer o la depresión a la diabetes y la disbiosis.
Por último, un tercer grupo de las claves de la salud es la respuesta al estrés, con tres categorías: la resiliencia homeostásica, la hormesis -que es la respuesta adaptativa del organismo a un factor estresante pero en dosis bajas e intermitentes como cuando se hace ejercicio y que, como la autofagia, es clave en el proceso de un envejecimiento saludable tan estudiado por López Otín- y la reparación y la regeneración.
López Otín y Kroemer explican que la alteración de cualquiera de las ocho características que describen en su artículo, al tener que estar entrelazadas para que todo funcione en cada una de las estructuras organizativas del cuerpo humano, sería altamente patógena y provocaría un «descarrilamiento progresivo o agudo» del sistema. Es decir, la pérdida de más de una de estas claves de salud estaría relacionada con la aparición de signos de una enfermedad. El artículo deja claro que lo idóneo para estar sano sería que cada una de esas claves debería tenerse en cuenta en las acciones que se realicen para mejorar la salud. Sobre todo porque cuando fallan lo hacen en cadena como por ejemplo ocurre cuando se tiene un infarto de miocardio, al que suele seguir la aparición «acelerada» de otras dolencias.
En este sentido, el artículo aporta un enfoque integral, holístico, a la definición de salud que sin duda resulta interesante tener en cuenta para que la medicina del futuro sea realmente preventiva. De hecho, los científicos recalcan que tiene «importantes implicaciones para las intervenciones médicas» por considerar que sólo podrán ser «completamente eficientes« si logran restaurar o mantener todas las características que describen profusamente.
«Son numerosos los retos que quedan por delante con respecto a la definición final y la interconexión de estas características biológicas de la salud propuestas, así como su integración con la organización de los sistemas de salud y los aspectos socioeconómicos», consideran López Otín y Kroemer en el artículo, en el que no pasan por alto tampoco la «valiosa información» que proporcionan los estudios epigenómicos, metabolómicos y metagenómicos «a gran escala» sobre las marcas epigenéticas, los metabolismos específicos y los componentes de la micriobiota asociados con la salud humana. «Potencialmente, una futura ‘medicina de la salud’ podría detectar trayectorias peligrosas para interceptarlas mediante intervenciones específicas mucho antes de que la tradicional ‘medicina de la enfermedad’ entre en acción», añaden.