El cereal fue traído a España en el siglo XVII por un gobernador de Florida natural de Casariego
18 dic 2020 . Actualizado a las 13:41 h.El maíz supuso en Asturias una revolución de consecuencias socioeconómicas más o menos similares a la del eucalipto. Esta se desarrolló en el siglo XX, y la otra empezó a gestarse hace unos 400 años, cuando el entonces gobernador de Florida, el asturiano Gonzalo Méndez de Cancio, cuya condición como gobernador de Florida le permitió conocer el maíz, se trajo consigo semillas a su regreso a España en 1605.
El investigador asturiano Javier Cancio-Donlebún Ballvé, estudioso de la figura de Méndez de Cancio, explica que la primera referencia escrita a Méndez de Cancio como introductor del maíz data de unos cien años después de su regreso: la escribió un sacerdote de Serantes, pueblo que pertenece hoy al ayuntamiento de Tapia de Casariego. Cancio-Donlebún echa mano además de un trabajo de la profesora Antonia Fernández Ochoa para explicar con qué rapidez se extendió el cultivo de maíz en el occidente asturiano.
Tomando como referencia Luarca y alrededores, el maíz solo suponía entre 1610 a 1619 el 9,2 % de la producción agraria; entre 1620 y 1649 ya era el 32 %, y entre 1670 y 1699, el 66,4 %. A finales del siglo XVIII no había parado de crecer: entre 1750 y 1770 representaba el 77,8 % de la producción agraria. Cancio-Donlebún opina que Méndez de Cancio vio en Florida que el maíz tenía un enorme potencial al que, por ignorancia o por desidia, no se le sacaba todo el provecho posible. «Lo trajo porque vio las posibilidades, con un rendimiento muy superior a otros cereales», dice.
Impacto total
El desarrollo del maíz «fue una revolución rápida y silenciosa», considera Cancio-Donlebún. El investigador recalca que la extensión del cultivo pronto permitió el enriquecimiento de nobles, de propietarios rurales y de clérigos asturianos. La construcción o la reconstrucción de edificios palaciegos en Asturias no se entiende sin ese beneficio. «El impacto derivado de la llegada del maíz en Asturias y en Galicia es total», dice.
Méndez de Cancio, que fue nombrado gobernador de Florida en 1596, nació a mediados del siglo XVI -Cancio-Donlebún afirma que en 1554- en Casariego, pueblo del occidente de Asturias que actualmente pertenece al municipio de Tapia de Casariego. Su matrimonio con Macarena de Luaces, que tuvo lugar en 1586, explica la relación del cereal con Abadín, el primer lugar donde se cultivó maíz en Galicia seguramente, en el siglo XVII. Su esposa pertenecía a una conocida familia de Mondoñedo que tenía numerosas posesiones en territorio abadinense: su hermano Álvaro era dueño de importantes extensiones, y su padre, Luis de Luaces, fue regidor de Mondoñedo e impulsor de una fiesta del árbol que está considerada la más antigua de las celebradas en España.
Méndez de Cancio, antepasado del actual estudioso de su figura, se encontró en Florida con una agricultura en la que el maíz era tan abundante como atrasado resultaba el sistema de producción. La actividad agrícola no le resultaba ajena: conocía el campo porque tenía propiedades en su comarca natal, precisa Cancio-Donlebún Ballvé.
El gobernador no escatimó mano de obra para potenciar el cultivo. Soldados y esclavos fueron enviados a fincas de labor, con resultados que pronto resultaron espectaculares. Así, el maíz entregado a la corona como diezmo en 1599 fue más del triple que la media de los once años anteriores a su llegada a América; además fue más del doble que la cantidad recogida en 1594, año de mejor cosecha antes de su llegada. Sus avances incluyeron también mejoras técnicas, puesto que mandó construir un molino, que podía funcionar, precisa Cancio-Donlebún, tanto con agua como con el trabajo de caballería.
Regreso en 1605
Está documentado que el gobernador, tras ser relevado en su cargo, volvió a su tierra de origen en mayo de 1605. El citado investigador sostiene que en 1606 se sembró la primera cosecha en campos de Casariego y de Abadín. Cancio-Donlebún admite que sobre el municipio gallego, limítrofe con Mondoñedo, carece de datos fijos; sin embargo, hay detalles que sí cita para avalar esa impresión: su esposa no recibió en su dote terrenos sino dinero, y Álvaro de Luaces, hermano de ella, tenía amplias posesiones en Abadín.