Los vecinos, en colaboración con la Fundación Asturiana de la Energía y el Comisionado del reto demográfico, evalúan las posibilidades energéticas del pueblo para abastecer a sus 37 casas habitadas

Elena G. Bandera
Redactora

«Si no tenemos iniciativas vamos camino de que el pueblo quede abandonado», dice Toño Rodríguez, uno de los impulsores de la Cooperativa Puerta de Muniellos que está echando a andar en Moal, la aldea de 76 habitantes de Cangas del Narcea en la que se ha iniciado la transición hacia una nueva economía encaminada a reactivar y hacer atractiva la Asturias vaciada. «No hay duda de que las iniciativas tienen que salir de los pueblos», deja claro Rodríguez, que no ve más que oportunidades en que Moal sea una de las aldeas del futuro que se quieren promover en Asturias para contribuir a resolver el reto demográfico.

Aldeas en las que, para que funcionen, se tendrían que manejar tres sistemas locales: el sistema agroecológico, al que se encamina Moal a través de la cooperativa creada para recuperar el manejo  de su territorio bajo esa perspectiva; el sistema de comunicaciones, que las conectaría con el resto del mundo, y el sistema energético. En este último, también se están dando los primeros pasos que podrían convertir a esta aldea en la primera en Asturias en lograr la soberanía energética que básicamente implica entender la energía como un bien común, permitiendo que los propios habitantes sean productores y gestionen su consumo de manera más eficiente y sostenible.

Como ya se ha hecho en otros territorios, como pequeños pueblos de España en los que, a través del desarrollo de energías renovables disponibles en el entorno rural, se comparten sistemas energéticos, como si de una calefacción central se tratase, que permiten a sus habitantes ahorrar en la factura de la luz, reduciendo además el impacto ambiental y climático de su consumo. Y que también están ayudando a asentar población al dotarles de un servicio, que además de mejorar la calidad de vida, genera puestos de trabajo. 

El comisionado para el reto demográfico de Asturias, Jaime Izquierdo, explica que, en esa línea y dentro de los trabajos que se están llevando a cabo en Moal para diseñar esas aldeas de futuro, se reunía esta semana con el director de la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN), Juan Carlos Aguilera, para avanzar en su sistema energético local. Así, la FAEN se ha comprometido a realizar un primer informe de evaluación de las posibilidades energéticas del pueblo, fundamentalmente vinculadas a la biomasa dado que Moal, como bien dice el nombre de su cooperativa, es la puerta de entrada al bosque de Muniellos.

«District heating» rural

«Las posibilidades podrían ser varias, pero en un lugar como Moal, rodeado de monte, una de ellas lógicamente es la biomasa, con una perspectiva muy clara», indica Izquierdo. Es decir, alejada de la perspectiva de negocio al tratarse de una gestión forestal sostenible, mediante la que se aprovecha la biomasa residual del propio entorno, manteniendo el bosque limpio y evitando la propagación de incendios.

La biomasa, que es la leña de siempre, lleva décadas empleándose en países como Dinamarca o Suecia en las redes de los llamados district heating (calefacción de barrio), que son pequeñas instalaciones térmicas que producen calefacción y agua caliente sanitaria de forma comunitaria para abastecer a los habitantes de un barrio. O de un pueblo, como es el caso, evitando los gastos y el impacto ambiental del transporte y disminuyendo los costes de manipulación de la biomasa, que se simplifica a astillar la leña. 

«La idea es evaluar Moal como sistema energético integral trabajando con los vecinos y, como consecuencia de ese informe, se verán las posibilidades», explica Izquierdo. En este sentido, aparte de analizar la viabilidad de un district heating rural, también se estudiará la de otras energías renovables como paneles solares fotovoltaicos o, teniendo en cuenta el paso del río Muniellos por el entorno, la hidráulica mediante hidrotornillos, que adaptan el mecanismo del tornillo de Arquímedes -que ya se usaba en el antiguo Egipto como bomba para desplazar el agua de un punto a otro- para generar electricidad de manera limpia y segura para el descenso de peces.

En la evaluación, además, se va a tener en cuenta que las necesidades energéticas de quienes hoy habitan el pueblo no comprometan las posibilidades de quienes lo hagan en un futuro. «Hay que valorar lo que tenemos, qué capacidad hay de consumir y cuántos años podrían ser», explica Toño Rodríguez. La cooperativa, en caso de que alguna o varias de las posibilidades fueran viables y rentables, se encargaría de gestionar el sistema energético comunitario que se emplearía en las 37 casas habitadas de Moal, en sintonía con la gestión agroecológica del entorno, que es su razón de constituirse.

«Lograr la soberanía energética sería muy importante para nosotros que empezamos, pero también para abrir el camino a que otros pueblos también puedan tener su independencia», considera, explicando que la cooperativa Puerta de Muniellos está formada aproximadamente por el 75% de los vecinos de Moal.

«Queremos que la gente se vaya animando, pero tienes que ir viendo las cosas para saber que funcionan», dice. Una vez que el papeleo de la constitución como cooperativa quede resuelto, la idea de los socios es abrir uno de los bares que el pueblo tiene cerrados como bar-tienda: «La cuestión es relacionar hostelería con turismo y sector primario, porque creemos que tiene futuro. No es tanto vender fuera, sino también que la gente pueda llegar y disfrutar aquí mismo, por ejemplo con la recogida de frutos. Es un aliciente más a la hora de venir al pueblo».