El precandidato apuesta por comunicar bien la investigación hecha en Asturias, captar talento joven y estabilizar plantillas
25 oct 2020 . Actualizado a las 12:52 h.El catedrático de Derecho Constitucional y precandidato al Rectorado de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, afronta las próximas semanas de campaña electoral con «fuerza» y «ganas de convencer» a la comunidad académica, que el 1 de diciembre podrá escoger entre su proyecto y el del actual rector y precandidato a la reelección, Santiago García Granda. Ante ese «duelo», Villaverde lanza su apuesta para los próximos cuatro años: comunicar bien la investigación hecha en Asturias, captar talento joven y estabilizar plantillas.
En una entrevista concedida a Europa Press con motivo del anuncio esta semana del calendario para esta nueva convocatoria después de que se aplazasen las elecciones de abril por la pandemia de coronavirus, Villaverde sostiene que hay que «reinventar» la Universidad para adaptarla a la realidad el siglo XXI. «Hay que reinventar la Universidad como institución milenaria, que tiene fortalezas pero también corre el riesgo de caer en la autocomplacencia», argumenta, para añadir que se debe aprovechar «su capacidad de innovación para su reinvención, para cambiar la forma de trabajar y funcionar, sin dejar de entenderla como un servicio público».
En ese sentido, considera necesario disponer de un marco jurídico que permita ser más flexibles y aboga por planificar los departamentos y las plantillas a largo plazo, así como captar fondos de investigación y cambiar la relación con los estudiantes. «Seguimos con un modelo muy decimonónico y hay que adaptar la universidad a la nueva realidad», apunta. Igualmente, resalta la importancia del Personal de Administración y Servicios (PAS), que considera «un cuerpo indispensable que también envejecido y que requiere convocatorias de plazas y promoción interna para rejuvenecerlo y estimularlo».
En el ámbito formativo, cree que hay que hacer un «análisis riguroso» de la oferta formativa y actualizar algunos planes para adaptarlos a la demanda social. Se trata, dice, de llevar las titulaciones «al siglo XXI» y hacer «más atractivos» los postgrados y másteres. Del mismo modo, defiende una estrategia de internacionalización para la investigación asturiana. «Tenemos mimbres para estar entre las mejores universidades del mundo; la estrategia de internacionalización no puede limitarse a captar Erasmus, hay que estar presentes en el gran concierto internacional de la ciencia», asevera.
Para ello, considera esencial ser «muy competitivos» en proyecto europeos y alianzas estratégicas internacionales. «Se hace una investigación de primer nivel, hay que difundirlo», añade. Afirma, además, que la Universidad debe ser «un tractor» del cambio de modelo productivo en Asturias y por ello espera que tenga un papel activo como «socio estratégico» en la captación y ejecución de los fondos europeos para la transición energética.
Otro de los aspectos que espera impulsar en la institución académica asturiana es la promoción femenina. Explica que, aunque como empleadas públicas las condiciones laborales y salariales están ajustadas a los puestos, sigue existiendo una brecha: «la de la carrera profesional». «Hay menos mujeres en direcciones de grupos de investigación y cátedras. Hay por tanto una brecha en la carrera profesional y se ralentiza la promoción», expone. Ante eso, planea una estrategia que «acelere en el tiempo la sutura» de esa brecha de género.
Gestión de la pandemiaen la Universidad
Villaverde considera «llamativa» la gestión del actual equipo rectoral sobre la pandemia del coronavirus en la institución académica asturiana. «Aquí parece que hay dos rectores: un rector desaparecido --Santiago García Granda-- y una gerenta -Ana Caro- que actúa como un rector cuando no debería hacerlo», ha señalado tras conocerse esta semana el nuevo calendario que fija el 1 de diciembre como la fecha en la que la comunidad educativa elegirá a quien estará al frente del Rectorado los próximos cuatro años.
De este modo, Villaverde ha afeado al actual rector y también precandidato, Gracía Granda, que haya «eludido» su responsabilidad en la gestión de la pandemia. «No han optado por un modelo descentralizado, el rector ha eludido toda su responsabilidad», ha dicho, lamentando que durante estos meses «ni ha estado ni se le espera».
Además, se ha mostrado sorprendido de que el pasado fin de semana haya sido la gerenta, Ana Caro, la que saliera a explicar la situación de la Universidad. «No es ni su cometido ni su función y es absolutamente insólito en la historia de cualquier universidad que un gerente, que debería encargarse solo de la gestión económica de la universidad, salga a informar a la sociedad sobre cómo está actuando la universidad en esta situación», ha argumentado.
«El plan que ha tenido Santiago García Granda es no tener plan. Lo que él llama descentralización ha sido sencillamente eludir su responsabilidad y trasladar toda la responsabilidad a los centros», ha añadido, matizando que se tiene que gestionar la crisis «atendiendo a las singularidades» de cada centro pero «con un plan marco» y con «liderazgo» desde el Rectorado para «coordinar» el proceso de forma «muy estrecha» con centros y departamentos.
Una candidatura de cambio
Villaverde incide en que la pandemia no debe hacer perder de vista a la comunidad universitaria que tiene que elegir un plan a cuatro años, aunque entiende que lo primero será «lidiar con una situación excepcional que se prolongará todo 2021». Por eso, considera que no es el momento de cambios bruscos y que, además, los centros han demostrado una gran responsabilidad de gestión, por lo que aboga por el ajuste fino y una mayor coordinación para «generar certezas».
Dos son sus propuestas en esta materia, crear sendos comités para la gestión interna y para la colaboración externa frente a la COVID-19. En concreto, apuesta por crear un Comité de Salud en la Universidad y un Comité de Investigación Avanzada. El primero se centraría en gestionar la dimensión sanitaria de la pandemia dentro del marco universitario, teniendo en cuenta que la institución académica mueve diariamente a unas 20.000 personas. Por su parte, el Comité de Investigación Avanzada tendría como objetivo poner los laboratorios y el saber de la Universidad de Oviedo «al servicio de la sociedad asturiana para dar respuestas y colaborar en la lucha contra la pandemia», involucrando a los investigadores que, asegura, «quieren tener un papel activo en esa misión».
Además, Ignacio Villaverde incide en la importancia de planificar el curso 2021-2022 y encara las próximas semanas de campaña con «fuerza, ganas de ganar y confianza de convencer» frente a la candidatura del actual rector, Santiago García Granda. «La comunidad universitaria clama por un cambio y es consciente de que hemos perdido cuatro años», asegura, apuntando que el equipo rectoral está «amortizado» y «se necesita un revulsivo». «Hay otra forma de gestionar la Universidad que es lo que queremos ofrecer», defiende.
Defensa del asturiano
Villaverde defiende el uso del asturiano en la institución académica en base a la Ley de Uso y Promoción de 1998. «Me parece increíble que a estas alturas todavía discutamos sobre si un Trabajo de Fin de Grado (TFG) o una tesis se puede presentar y defender o en asturiano, solo faltaba». «La Ley del 98 es clara y se va a aplicar a rajatabla en la Universidad de Oviedo», ha aseverado.
En ese sentido, ha aprovechado para criticar el «postureo» ante el asturiano del actual rector y precandidato a la reelección, Santiago García Granda. «El asturiano tiene que tener un sitio en la universidad de Asturias, parece una frase hecha pero encierra una filosofía. ¿Cuál es su sitio? No el que le ha dado el rector actual que ha sido un postureo permanente: poner el membrete de la Universidad de Oviedo en asturiano y no ha hecho absolutamente nada más, el asturiano se merece más cosas; y además lo ha hecho saltándose los procedimientos internos», apuntilla.
Villaverde sostiene, así, que «el asturiano tiene que tener un sitio en la universidad de Asturias», y propone abordar ese espacio desde tres perspectivas: la política, la legal-administrativa y la académica. En la primera dimensión, considera que la Universidad podrá aportar «opinión» en el debate parlamentario sobre la cooficialidad y la reforma del Estatuto de Autonomía, con académicos que asesorarán al Gobierno e intervendrán en comisiones en la Junta General.
En el ámbito legal-administrativo reitera el cumplimiento «a rajatabla» del marco normativo vigente, en referencia a la Ley de Uso y Promoción del Asturiano y a los propios estatutos de la Universidad. Asimismo, defiende la dimensión académica del asturiano, desde la que plantea la necesidad de «analizar las posibilidades de poner en marcha un área de asturiano dentro del departamento de Filología Española» y desarrollar «un Grado en Filología Asturiana».
Igualmente, considera esencial «colaborar con la Dirección General de Política Lingüística del Principado para que la Universidad sea el principal suministrador de profesores de asturiano en Primaria y Secundaria». También ve fundamental «poner en valor la fantástica actividad académica de muchos profesores que se dedican al asturiano y lo hacen con una calidad investigadora de primer nivel, que no se conoce y que está más allá de polémicas políticas que dentro de la comunidad académica interesa muy poco».