Una de las nuevas vecinas empadronadas en El Franco: «Sevilla es una ciudad hermosa, pero mi pueblo es mi pueblo»
ASTURIAS
Esperanza Bernárdez, natural de Oviedo, vivía en Sevilla cuando la pandemia adelantó su plan de futuro de volver a La Caridad para disfrutar de la vida de su pueblo de siempre
04 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Esperanza Bernárdez es una asturiana natural de Oviedo con familia en el concejo de El Franco. Concretamente, en La Caridad, donde vivieron sus padres y abuelos. Su historia es la de una trotamundos que vivió en diversas ciudades españolas, como Barcelona, Madrid o Cádiz, pero también en el extranjero, en Guinea Ecuatorial. Desde hace un año, la vida la llevó a disfrutar de la capital andaluza, donde trabajaba como funcionaria de Correos, aunque nunca se quitó de la mente el regresar a su pueblo, a sus orígenes. Llevaba un tiempo construyéndose una casa en La Caridad cuando su madre enfermó y aceleró el proceso. En junio, se convirtió en una nueva vecina de El Franco al registrarse en el padrón, siendo una de las 48 nuevas vecinas que tiene el concejo, uno de los asturianos que ha notado la pandemia de manera positiva en su padrón. «Sevilla es una ciudad hermosa, pero mi pueblo es mi pueblo», asegura tajante Bernárdez.
La pandemia de covid-19 ha llevado a varias personas a empadronarse en pueblos y ciudades donde cuentan con segundas residencias o buscar lugares donde poder estar tranquilo, sin aglomeraciones y en contacto con la naturales, por si llegado el momento hubiera un nuevo confinamiento. En el caso de Esperanza era una idea que ya estaba en su cabeza, pero que se iba a materializar en un año, cuando se jubilara por completo. Los acontecimientos solo han acelerado un proceso que ya estaba siendo llevado a cabo. «Tuve que venir para hacerme cargo de mi madre y esto ha precipitado la idea que ya tenía antes de retirarme a mi pueblo», explica.
Como es funcionaria de Correos, la ovetense pidió una excedencia por cuidado de un familiar, y como está a menos de un año jubilarse, su idea es «enganchar la excedencia con la jubilación». Ahora, ya cuenta con su pequeña casa, creada a su gusto, terminada en pleno centro de La Caridad, donde ha aprovechado para tener su propio huerto. «Estoy empezando a aprender a cultivar para volver a saborear los tomates ‘de verdad’», cuenta ilusionada Esperanza Bernárdez. Asegura haber olvidado los gustos de la huerta.
Y es que ya no puede dejar de cultivarlos ella misma, ya que, tal y como ella cuenta, «cuando uno prueba lo bueno, no hay marcha atrás». Lo único que sí echa de menos en el pueblo es tener acceso a fibra de internet. «Para poder seguir trabajando y emprendiendo es fundamental tener buenas comunicaciones y en los pueblos nos fallan un poco». Eso sí, para la mujer «es increíblemente mejor vivir en los pueblos».