Los expertos ponen fecha. «Nos pillará con el conocimiento de la primera oleada de marzo a mayo», sostiene López Acuña
20 sep 2020 . Actualizado a las 09:20 h.¿Existe un patrón común en las pandemias? ¿Es posible que, como ocurrió en Asturias durante la pandemia de la influenza -mal llamada gripe española- de 1918, el mayor impacto del SARS-CoV-2 llegue a partir del otoño? La influenza dejó entonces más de 7.000 muertos en Asturias, casi 300.000 en España y 50 millones en todo el mundo, pero ni las condiciones sanitarias son las mismas de hace un siglo ni existe un patrón común en las pandemias. Cada una evoluciona de manera distinta, según las personas que se ven afectadas y la causa que provoca la infección.
El epidemiólogo y exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Daniel López Acuña, que asesora en esta crisis sanitaria al Gobierno del Principado de Asturias, explica que «extrapolar el patrón de las diferentes olas que tuvo la influenza de 1918 en realidad no tiene suficiente base ni fundamento. El SARS-CoV-2 es un virus nuevo, diferente en comparación con aquella pandemia».
La ausencia de un patrón en las pandemias no implica necesariamente que no se deba tener en cuenta lo ocurrido hace 100 años y, de hecho, López Acuña considera que «sí nos permite entender el poder que tuvo el confinamiento y el aislamiento en algunos lugares por separado». Cuando más estricto y temprano fue entonces el confinamiento, las tasas de incidencia y mortalidad fueron más bajas. Pero de aquella, insiste López Acuña, los sistemas sanitarios eran deficitarios y estaban mucho menos armados que los actuales, además de que las condiciones higiénico-sanitarias de la mayoría de las poblaciones de cada territorio dejaban mucho que desear, por lo que «las complicaciones asociadas a la influenza fueron altamente letales».
La pandemia de la mal llamada gripe española de 1918 (mal llamada porque en realidad a España le quedó el sambenito por ser entonces el único país que dio cuenta de la incidencia y la mortalidad en la población) también «nos sirve para entender el comportamiento tanto del virus como de la sociedad» y para entender que, ante la del coronavirus, «tenemos que trabajar con la hipótesis de que si el SARS-CoV-2 se comporta como otros virus respiratorios es altamente probable que haya un pico estacional este otoño-invierno».
López Acuña, que fue director de Acción Sanitaria de la OMS en Situaciones de Crisis durante casi 30 años, considera que los contagios y brotes actuales no constituyen de por sí una segunda oleada, sino que son repuntes intensos de la primera ola. Y, en este sentido, coincidiendo con la gripe estacional, que en Asturias suele alcanzar el pico epidémico a partir de diciembre y hasta finales de enero, podría alcanzarse en esas fechas una verdadera segunda oleada de contagios.
Clima y espacios cerrados
«El clima va a ser diferente y se va a pasar más tiempo en espacios cerrados con peores ventilaciones, pero nos pillará con el conocimiento de la primera oleada de marzo a mayo», añade López Acuña, que desde principios de marzo viene advirtiendo y aconsejando sobre lo importante que es seguir las medidas de protección «a rajatabla». Esas medidas pasan ahora por utilizar mascarilla, mantener la distancia interpersonal de al menos metro y medio, lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia y evitar las aglomeraciones.
Pero también recuerda que es importante, en caso de que a partir del otoño llegase una segunda oleada de contagios de coronavirus similar a la primera, actuar de manera temprana en el diagnóstico de nuevos positivos y seguir intensificando el rastreo de contactos estrechos. Algo, recuerda, que «no se hizo en ningún sitio del mundo en la primera oleada porque se estaba tratando a las personas en los hospitales». En esa primera oleada la presión hospitalaria llegó a desbordar la asistencia sanitaria en algunos territorios y «ahora hay que entender que hay que adelantarse: hacer más pruebas PCR, diagnosticar asintomáticos y mucho más si se produce esa segunda ola».
Además, insiste en que, para no tener que afrontar de nuevo esa presión hospitalaria, es fundamental reforzar la atención primaria y los dispositivos de vigilancia epidemiológica y salud pública. Y, por supuesto, adelantarse con planes de contingencia para tener a punto las unidades de cuidados intensivos (UCI) «por si llegara un aluvión que generase saturación como se está viendo ya en Madrid».
«Va a depender mucho de nuestra conducta»
En Asturias, en donde precisamente las claves anteriores han sido determinantes para que la evolución de la incidencia y de la mortalidad de la covid-19 haya sido y esté siendo puesta como ejemplo, «por fortuna no está ocurriendo y de hecho tiene una situación idónea con poca tasa de positividad (el 2% de quienes se someten a una prueba PCR dan positivo cuando en el conjunto de España es casi un 12%) y sin presión hospitalaria que es fundamental para seguir atendiendo los casos que no tienen que ver con coronavirus».
López Acuña, en todo caso, advierte de que la evolución de la pandemia en Asturias, y en donde sea, «va a depender mucho de nuestra conducta y de que asumamos la idea de que el virus está presente». Y lo va a estar al menos hasta que haya una vacuna efectiva y, una vez que sea así, llegue realmente a toda la población, algo para lo que en la OMS ya han advertido que habrá que esperar al menos hasta finales de 2021 o principios de 2022. Por ello, «no podemos cantar victoria, hay que seguir empleándose en atajar rápidamente cualquier brote y evitar la transmisión comunitaria para no tener que llegar de nuevo a medidas como el confinamiento».