El sierense Diego Suárez trabaja desde esta pretemporada como fisioterapeuta del Udinese, equipo de la máxima categoría del fútbol italiano.
19 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Hace no tantos años ver jugar al máximo nivel, o incluso en equipos menores de categorías profesionales, a jugadores con más de 33 ó 34 años era una rareza. Esa edad era sinónimo de buscar praderas más verdes (y menos exigentes), en México o Japón, o de volver a las casillas de salida en 2ºb o tercera División. Solo los guardametas parecían poder estirar a base de oficio sus carreras un par de años más allá de esa barrera. Los casos de futbolistas que consiguen rendir a un nivel óptimo acercándose a la cuarentena son cada vez más habituales. En eso tienen mucho que ver los avances que se han producido en los métodos de entrenamiento, la alimentación, la medicina deportiva y, en igual medida, la fisioterapia.
Y de eso sabe mucho, precisamente, Diego Suárez. Un sierense que ha logrado poner su particular pica en el Flandes del deporte más popular del planeta. Hace un par de meses el destino llamó a su puerta y le invitó a dar el salto a uno de esos equipos cuyo nombre suena a clásico instantáneo de una de las ligas más importantes del viejo continente. Un equipo por cuyas filas, a lo largo de la historia, han pasado jugadores de la talla del mago Zico, Abel Balbo, Sensini, Aléxis Sánchez, Oliver Bierhoff, Shalimov, Ricardo Gallego o el mismísimo Dino Zoff. En efecto, desde el mes de julio se desempeña como fisioterapeuta del Udinese Calcio en una de las competiciones futbolísticas más exigentes: la Serie A. Explica que entró en contacto con el equipo de la región de Friul-Venecia Julia «a través de un compañero asturiano, Aitor Ruiz, que estaba aquí en el Udinese. Nos conocemos desde hace años y me comentó que iba a quedar un puesto libre».
Después de enviar su currículum y comprobar desde el equipo que su perfil se adecuaba a lo que demandaban, se organizaron las entrevistas personales en Údine, las cuales «fueron muy bien». La noticia de que le querían en el organigrama del club «llegó la misma semana de las entrevistas, en torno a finales de junio. Me llamaron de jueves para decirme que era el elegido».
Suárez nació en 1984 en Tijarafe, en la isla de La Palma, pero con apenas siete años se mudó a Asturias. Pasó su infancia en Siero, posteriormente se fue a vivir a Sariego y fundó en 2007 Eseydé Fisioterapia y Osteopatía. Paralelamente se ha ido especializando en el ámbito de la fisioterapia deportiva, trabajando para diferentes equipos de fútbol como el Oviedo Moderno, el Navarro, el Unión Popular de Langreo y el Real Oviedo, entre 2016 y 2019.
Pese a ser el actual un momento ilusionante, no duda en reconocer que la de hacer las maletas y volar a Italia se trató de «una decisión complicada». No en vano tuvo una hija «hace tres semanas». Su compromiso con el Udinese Calcio no le permitió estar al lado de su mujer, que se encuentra aún en Asturias con sus tres niñas, aunque «pronto se mudarán».
El equipo se encuentra ahora mismo en pretemporada, «con bastante carga de trabajo en dobles sesiones». Este fisioterapeuta asturiano indica que su día a día comienza «bastante temprano, con la llegada al campo. Hay una reunión nada más llegar, para ver la planificación de la jornada. Luego comienza el trabajo previo al entrenamiento y repartimos la planificación de cada jugador con los fisios. Nos quedamos al entrenamiento y después trabajamos con el que haya tenido molestias o desarrollamos un trabajo específico para otros. Si hay doble sesión, la misma dinámica se sigue por la tarde».
Celebra que en el club hay «un muy buen equipo de fisios y los medios son buenísimos, tanto técnicos de fisioterapia como en lo referente a gimnasios». El trabajo en un equipo del máximo nivel «es distinto. Al final no dejas de trabajar con pacientes, pero las cosas que le tratas a un futbolista profesional son completamente diferentes de las que puede tener un paciente normal. Va desde el tipo de persona a la que atiendes a los tiempos que manejas, las necesidades y patologías… es distinto, incluso para mí, que trabajé en equipos de fútbol».
En efecto, Diego Suárez empezó su carrera «como fisioterapeuta deportivo en el antiguo Oviedo Moderno. Luego pasé por el Navarro, en tercera división; posteriormente por el Unión Popular de Langreo y luego, entre 2016 y 2019, por el Real Oviedo».
El hecho de que «en el staff haya muchos españoles, entre los que se hace piña» ha ayudado a que su aterrizaje en Údine haya sido más suave. También han dulcificado esa llegada las ciertas similitudes que ha encontrado entre la ciudad, y la región de Friul-Venecia Julia en general, con el Principado. «Yo ya estuve antes diez días en junio para conocer Údine, el club, saber cómo era mi puesto y las exigencias del mismo. En este tiempo que llevo aquí me he dado cuenta de que culturalmente es un país muy parecido a España y la gente es abierta. El idioma se entiende relativamente rápido y Údine es una ciudad muy tranquila, con un entorno espectacular. Todo es muy verde y me recuerda a Asturias. Hasta tienen su propia lengua, el friulano», explica.
Pese a todo admite que «es complicado. Hay que tener en cuenta que es la primera vez que salgo a trabajar fuera de Asturias, además en un entorno nuevo y muy exigente». Sus primeras experiencias profesionales en equipos de fútbol las fue simultaneando con trabajos en residencias de ancianos y clínicas, hasta que en 2007 abrió Eseydé en Lugones con su esposa. «La clínica sigue funcionando, con nosotros coordinando desde la distancia. Contamos con el equipo de fisios que teníamos y un profesional más. Estamos muy contentos con la respuesta de nuestros profesionales y de los clientes», señala.
Su trabajo no es ajeno al tema que parece haber permeado cada resquicio de la sociedad en el último año. Y es que el del fútbol es uno de los ámbitos en los que la COVID 19 ha interferido más de lleno, tanto por su naturaleza de espectáculo para el disfrute de las masas como por su condición de deporte de contacto. David Suárez indica que el coronavirus «lo ha cambiado todo. El entorno ya es raro de por sí a causa del virus. Aquí hacemos pruebas PCR dos veces por semana, luego hay momentos en los que tienes que mantener aún más precauciones, caso de la llegada de nuevos fichajes… además, aquí aún no se sabe si con el comienzo de la liga van a volver a las gradas los aficionados y en qué condiciones».
La llegada de su familia en breves fechas añade ilusión a la que proporciona de por sí ser partícipe de un reto ilusionante y demandante a partes iguales. También le ayuda a liberarse del estrés dejar volar de vez en cuando la mirada por alguno de los epatantes paisajes que tiene a su disposición. «De hecho, ahora mismo estoy sentado viendo la cordillera de los Alpes y los Dolomitas», comenta feliz.