La madrugada del 11 al 12 de agosto será la ideal para disfrutar de esta lluvia de estrellas. La luna en fase menguante permitirá observarlas mejor
10 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Para este 2020 las Perseidas, también conocidas como Lágrimas de San Lorenzo, prometen ser uno de los acontecimientos del año, cuyo máximo esplendor se dará en la madrugada del 11 al 12 de agosto. Con la luna en fase menguante, se espera que se puedan observar cerca de unas 100 estrellas fugaces por hora, contando con que una serie de factores se cumplan, principalmente uno de ellos: la ausencia de nubes. Este año en el Principado, por desgracia, se esperan tormentas y cielos cubiertos, lo que podría dificultar el disfrute de esta noche.
Aún así, y por si algún cambio en la previsión meteorológica fuera posible, en el Principado contamos con varios lugares en los que las condiciones serían ideales para disfrutar de las Lágrimas de San Lorenzo. La máxima actividad de la lluvia está prevista para el 12 de agosto entre las 15 y las 18 horas, horario peninsular, por lo que el mejor momento para observar las Perseidas serán las noches del 11 al 13 de agosto. Si se quiere evitar la luna, es mejor observar en la primera parte de la noche, una vez que el cielo esté oscuro y antes de la salida de nuestro satélite.
Un buen lugar para observarlas será cualquiera que nos permita obtener una buena visión del cielo, sin muchos obstáculos para la vista como edificios, montañas, o árboles, y alejarnos de la contaminación lumínica lo máximo posible. Se recomienda no utilizar instrumentos ópticos que limiten el campo de visión, tales como prismáticos o telescopios, y observar el cielo estando tumbados y dirigir nuestra mirada a las zonas más oscuras, en la dirección opuesta a la luna, para que la vista se acostumbre a la oscuridad.
Algunos lugares donde podrías ver las Perseidas en Asturias
La playa de Gulpiyuri, en una zona alejada de la luz artificial, cerca de la costa y abierta a un cielo despejado, al mismo tiempo que un lugar pequeño y recogido, es una de las mejores opciones para disfrutar de la noche de las Perseidas. Otra buena opción será el parque natural de Somiedo, situado en la cordillera Cantábrica, ya que desde la altura y con la posibilidad de cielos despejados permitirían tener una visión perfecta de las estrellas. En diferentes miradores de ciudades, como Pinos Altos, en Salinas, o Monte Naranco, en Oviedo, también serían buenas opciones para disfrutar de las Lágrimas de San Lorenzo.
Hay ciertos pueblos que, por su disposición geográfica, también podrían ser buenas opciones si lo que buscas es cenar fuera y después acudir a un sitio despejado para ver las Perseidas. Lastres es considerado uno de los pueblos mas bonitos de Asturias y es posible que puedas disfrutar de las Lágrimas de San Lorenzo a la vez que tapeas por los bares y sidrerías que se encuentran en el Puerto. Castropol también es uno de los destinos elegidos. Este pequeño pueblo a la orilla de la ría Eo también goza de una situación privilegiada para disfrutar de estas estrellas fugaces.
¿Existen eventos organizados para disfrutar en familia?
Anualmente el Centro de Interpretación del Monte Deva en Gijón preparan un evento para la observación de las Perseidas. Lejos de la ciudad, en un lugar alto y con la recomendación de llevar ropa de abrigo, el observatorio prepara su recinto para este año disfrutar de esta actividad, gratuita y organizada por la Concejalía Medio Ambiente y Movilidad y en colaboración con la Sociedad Astronómica Asturiana «Omega».
A pesar de la gratuidad, es necesario inscribirse ya que el aforo es limitado. A las 21:45 de los días 11 y 12 de agosto. Comenzará con una charla al aire libre a cargo de «Omega», que hablará del fenómeno, y seguirá con la observación dirigida por personal de Omega, a partir de las 22:30 horas, durante la que se reproducirá a través de una pantalla al aire libre lo que se observa en directo a través de un telescopio de la asociación, mientras se escuchan las explicaciones de sus expertos.
¿Por qué tienen lugar las Perseidas?
El Centro de Interpretación del Monte Deva ofrece en su web una clara definición de lo que estas estrellas son. Los cometas, según describen sus órbitas alrededor del Sol, van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros (materiales rocosos) que permanece en una órbita muy similar a la del cometa progenitor.
Cada cometa va formando así un anillo en el que se encuentran distribuidos numerosos fragmentos cometarios. Cuando la Tierra, en su movimiento en torno al Sol, encuentra uno de estos anillos, algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través de la atmósfera formando una lluvia de meteoros. La fricción con los gases atmosféricos calcinan y vaporizan los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo formando lo que popularmente denominamos estrellas fugaces. No se trata por tanto de una estrella sino de una partícula de polvo incandescente.
La altura a la que un meteoro se hace brillante depende de la velocidad de penetración en la atmósfera, pero suele estar en torno a los 100 kilómetros. Sin embargo, el alto brillo y la gran velocidad transversal de algunos meteoros ocasionan un efecto espectacular, causando la ilusión en el observador de que están muy próximos. Los meteoroides de masa menor al kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los mayores y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.
Cada año a principios de agosto nuestro planeta cruza la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Esta órbita está llena de partículas pequeñas, como granos de arena o menores, que han sido liberadas por el cometa en sus pasos anteriores. Cuando una de estas partículas, que formaron en su día la cola del cometa, entra en la atmósfera terrestre a gran velocidad, la fricción la calienta hasta vaporizarla a gran altura.
La correspondiente lluvia de meteoros parece tener un único centro de origen, un punto del que parecen surgir todas las estrellas fugaces. Ese punto se denomina «radiante» y su localización se utiliza para nombrar a la lluvia de estrellas. Así pues, las perseidas tienen su radiante en la constelación de Perseo.