¿Por qué el Covid-19 ha afectado a unos mayores más que a otros?

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Equipo de investigación de Rebeca Alonso Arias
Equipo de investigación de Rebeca Alonso Arias

Una investigación dirigida por la facultativa del HUCA Rebeca Alonso compara los sistemas inmunológicos de personas de 60 años o más que hayan pasado la enfermedad con el objetivo de llegar a identificar qué individuos pueden responder peor al virus y adoptar medidas preventivas personalizadas

25 jul 2020 . Actualizado a las 21:45 h.

Una de las preguntas que se ha hecho quien más y quien menos, personal sanitario y ciudadanía en general desde que empezara la crisis sanitaria es por qué el COVID-19 afecta más a unas personas que a otras e, incluso, por qué siendo las personas mayores la población más vulnerable, unos han padecido la enfermedad de forma asintomática, otros de forma leve y muchos gravemente. La investigación que hace mes y medio iniciaba la  doctora Rebeca Alonso Arias, facultativo especialista de Área Servicio de Inmunología del HUCA, trata justamente de encontrar una respuesta a esa cuestión.

Según explica la misma, el proyecto, titulado «Niveles de linfocitos T naïve como factor predictivo de la eficacia de la respuesta inmune frente a SARS-CoV-2 y sus potenciales vacunas», consiste en comparar cómo está el sistema inmune de tres grupos de personas, principalmente mayores de 60 años, que hayan pasado la enfermedad: bien de forma asintomática, de forma leve o de forma grave y con una clínica importante. «Se trata de comparar cómo está su sistema inmune porque la hipótesis que tenemos tras años de trabajo centrados en el envejecimiento es que la respuesta del sistema inmunitario se va debilitando», señala Rebeca Alonso. Como ejemplo pone que sería la razón por la que la vacuna de la gripe no protege a algunas personas pese a ponérsela en otoño.

En el caso del COVID-19 señala que se trata de un patógeno con el que antes no se ha tenido contacto y, por tanto, «no hay memoria inmunológica, por lo que hay sistemas determinados que no responden y es ahí cuando se podrían producir inflamaciones elevadas». De hecho, asegura que en muchos casos los fallecimientos no se producen por el virus, sino por la excesiva pero probablemente ineficaz respuesta inmunológica para atacarlo. «Es lo que se llama en términos médicos inmunodeficiencia secundaria a otro proceso», precisa.

Falta de memoria inmunológica

En el caso de las personas mayores destaca que el problema puede estar en la falta de «una respuesta adaptativa», que es la respuesta del sistema inmunitario contra un patógeno concreto. «Cuando ha sido infectado por un virus u otro patógeno se genera una memoria inmunológica, y la siguiente vez que te infectas tu sistema ya está preparado y lo resuelve de forma rápida. El problema es que hay gente que no desarrolla esa respuesta adaptativa», argumenta Rebeca Alonso, que añade que en el caso del COVID-19 «no estábamos preparados para ese virus, porque no teníamos memoria inmunológica y, por tanto, no hay inmunidad poblacional».

Así, el objetivo de esta facultativa del HUCA, que ha logrado financiación del Instituto de Salud Carlos III para su investigación, es «encontrar una respuesta a nivel inmunológico con la que prever que individuos van a tener una respuesta y cuáles otra. Identificar qué individuos se van a beneficiar menos de la inmunización y que se puedan tomar más medidas preventivas con esa persona y con las que están a su alrededor, medidas preventivas individuales y personalizadas», manifiesta.

El grupo que dirige Rebeca Alonso está llevando a cabo esta investigación en el laboratorio del HUCA. Componen ese grupo Eva Bueno García, Alejandra García Torre, Rocío López, Beatriz Rioseras y Marco Moro y trabajan en colaboración con el servicio de Urgencias, donde Pablo Herrero está coordinando los profesionales que van a participar en la localización de  voluntarios, personas que hayan pasado la enfermedad. Aunque asegura que la mayor dificultad está en encontrar a las personas mayores que la pasaron de forma asintomática. Así, hace un llamamiento a los mayores de 60 años que hayan tenido COVID-19 a participar en esta investigación poniéndose en contacto con el Servicio de Inmunología del HUCA.

Además, Rebeca Alonso señala que la investigación que está desarrollando «no está dirigida exclusivamente a este virus», ya que considera que podría explicar por qué  el sistema inmune no da una respuesta adaptativa adecuada frente a los patógenos a los que se encuentra por primera vez. Volviendo a la vacuna de la gripe, comenta que aunque hay gente cuyo sistema inmunitario no responde y no tiene capacidad de protegerle «hay una inmunización masiva que es una protección más, una protección social», argumenta la investigadora, que añade que en el caso del COVID-19 «lo más peculiar es que nos pilló sin una respuesta inmune adecuada por ser una infección nueva con una alta tasa de efectividad».

El confinamiento ha sacrificado la inmunización

«Parecía que una enfermedad así no nos podía pasar por la modernidad y el estatus de Sanidad que tenemos hoy en día, pero este virus nos ha pillado a contrapié»,dice Rebeca Alonso, que aunque entiende que el confinamiento era lo que había que hacer, también apostilla que «hemos sacrificado la inmunización a partir del confinamiento», por lo que concluye que ahora «estamos en una situación semejante a la del principio». «Aíslas y evitas el colapso y evitas la infección. Era el precio que había que pagar, pero el resultado es que tenemos una seroprevalencia muy baja aquí en Asturias porque se aplicó el confinamiento de forma muy temprana y eficaz».

Rebeca Alonso confiesa que en un primer momento fue reacia a presentar su proyecto de investigación para obtener fondos del Instituto de Salud Carlos III porque consideraba que los esfuerzos debían dirigirse a la búsqueda de una vacuna o tratamientos. «Tuve dudas porque pensé que el dinero debía destinarse a algo más inmediato», reconoce. Sin embargo, llegó a la conclusión de que un proyecto en su campo de conocimiento podía ser útil porque «la inmunología es la gran desconocida» y teniendo en cuenta, además, que llevan años de trabajo y estudio del envejecimiento del sistema inmunitario. Eso la animó a presentar su propuesta de investigación, «porque al final se trata de sumar, de tirar todos en la misma dirección y aportar», algo que «no recuerdo haber vivido nunca antes en mi trayectoria profesional», dice emocionada al entender que es «de las cosas positivas» que deja el COVID-19.