El grupo aluminero que intentó comprar en dos ocasiones la planta de Avilés mueve ficha en Galicia

ASTURIAS

El presidente de Ifema y de Alibérico, Clemente González Soler; a la izquierda, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; la ministra de Industria, Reyes Maroto; y el presidente de Grupo Hotusa, Amancio López Seijas, en enero pasado
El presidente de Ifema y de Alibérico, Clemente González Soler; a la izquierda, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; la ministra de Industria, Reyes Maroto; y el presidente de Grupo Hotusa, Amancio López Seijas, en enero pasado Jesús Hellín

Clemente González está abierto a comprar la fábrica de Alcoa. El empresario calificó en su día a Parter como un enterrador de empresas

03 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El grupo Alibérico, el número uno de titularidad privada en el negocio del aluminio, fundado y presidido por el empresario Clemente González Soler, le ronda a Alcoa desde hace años. En el 2016, en alianza con el fondo Atlas, ya trató de comprarle sus últimas tres fábricas de aluminio primario en España, en Avilés, A Coruña y San Cibrao. Dos años después volvió a intentarlo, ya en solitario, con la planta asturiana. Pero no lo consiguió. Las dos primeras fueron vendidas en el 2019 al fondo Parter -que las traspasó al grupo industrial Riesgo-. El empresario calificó a ese fondo como un enterrador de empresas.

Pero ahora puede surgir una nueva oportunidad (la tercera, que puede ser la vencida) con las instalaciones de A Mariña lucense. Alcoa quiere cerrar la línea de aluminio primario, la única que queda operativa en España, y despedir a 534 operarios, pero González Soler se muestra abierto a salvarla para conservar así el último bastión de una industria estratégica y básica para la economía del país.

Pero no lo tendrá fácil. Primero, porque la multinacional estadounidense no la ha sacado, de momento, a la venta. Aunque no es descabellado pensar que lo hará, porque esa fue la solución final elegida para Avilés y A Coruña, que vino precedida de una primera amenaza de cierre.  Y, segundo, porque para llevar las riendas de una planta de ese tipo es imprescindible disponer de un precio eléctrico estable y competitivo, que aún no está asegurado. El propio empresario explica que la operación del 2016 en la que se pudo hacer con la planta de Avilés se frustró, precisamente, por eso, porque las garantías ofrecidas por el Gobierno no se concretaron en un papel oficial: «Cuando teníamos todo cerrado para comprar, me eché para atrás, quería que me aseguraran un precio de electricidad fijo y a última hora no lo tenían, este negocio necesita estabilidad. Sin ella, es jugar a la ruleta rusa».

Alibérico y su socio circunstancial Atlas adquirieron en el pasado otros activos de la multinacional estadounidense heredados de la empresa pública Inespal. El grupo español se quedó en el 2014 con la planta de Sabiñánigo (Huesca), aunque inicialmente Alcoa se la vendió a un fondo de inversión, de nombre Bavaria, que poco tardó en llevar la empresa a la quiebra. Clemente González la rescató y revivió. Atlas, por su parte, se quedó con las plantas de laminados de Amorebieta y Alicante.

Socios de aquel fondo Bavaria crearon más tarde Quantum, que pujó, sin éxito, hace un año por la fábrica de Avilés, en un proceso abierto por Alcoa para vender esa instalación conjuntamente con la de A Coruña. La compañía de González Soler no llegó a participar en ese último proceso porque no veía claras las condiciones. Finalmente, fue Parter el vencedor. El empresario calificó a ese fondo como un enterrador de empresas.

Quién es Clemente González Soler

Clemente González Soler nació en 1950 en Cartagena porque su madre era de allí, pero se considera gallego. Vivió en Santiago hasta los 17 años, cuando se fue a Madrid a estudiar Ingeniería Aeronáutica. Su padre, Clemente González Peón, abogado de profesión, había sido alcalde de la ciudad y, de hecho, fue el responsable de la peatonalización del casco antiguo. En tercero de carrera, González Soler empezó a hacer prácticas en la planta de Alicante de la empresa nacional del aluminio (Endasa), que más tarde se quedó Alcoa, junto a otros activos de Inespal, y luego el fondo Atlas, que la sigue operando bajo el nombre de Aludium. Clemente González, con 26 años, fue nombrado responsable de Ingeniería de la empresa pública para centrarse en 1981 en la exportación de laminados como director comercial. Cinco años después se trasladó a Madrid de nuevo. Así cuenta él cómo fue ese aterrizaje en una entrevista de hace unos años: «Pedí dos créditos de 250.000 pesetas, alquilé una oficina en el edificio donde aún sigo y contraté una secretaria. Representaba a tres multinacionales para vender aluminio en España y Portugal y empecé a comprar empresas que iban mal. Luego me ficharon en Alcan, la aluminera más importante de Canadá». Pero nada parecía ser suficiente para este empresario, que a finales de los ochenta creó el grupo Alibérico, con el que ha conseguido la corona de rey del aluminio, como se le conoce. El empresario es también muy activo fuera de su compañía y fue elegido presidente de Ifema, el consorcio ferial de Madrid. También miembro de la junta directiva del Instituto de Empresa Familiar, vicepresidente de la CEIM (Confederación Empresarial de Madrid), miembro del comité ejecutivo y CEOE y vocal en el Club Financiero Génova. En el pasado fue también responsable de la asociación para el desarrollo de la empresa familiar de Madrid (Adefam) y presidente y vicepresidente respectivamente de las organizaciones de aluminio europeas Estal y Eafa. La asociación de empresarios gallegos en Madrid le concedió el premio Victoriano Reinoso al industrial más destacado del año por su capacidad para crear desde cero todo un imperio.

Alibérico tiene alrededor de 600 empleados en España y otros tantos fuera del país. La compañía no facilita datos ni de facturación ni de ventas.