Bares y cafés asturianos preparan su reencuentro con los parroquianos con la esperanza de «sacar la cabeza poco a poco»
24 may 2020 . Actualizado a las 09:55 h.El 14 de marzo un invisible e implacable enemigo obligó a cerrar a cal y canto un país que ahora comienza a despertarse de la pesadilla y a lamerse sus aún profundas heridas. Uno de los sectores más afectados por el confinamiento y la suspensión de las actividades económicas ha sido el de la hostelería.
A partir del lunes los establecimientos ya podrán atender a clientes en su interior, con un 50% del aforo. En Asturias, sus dueños llevan tiempo preparándose para que este reencuentro con los parroquianos sea plenamente seguro y que los chigres vuelvan a convertirse en ese sancta sanctorum que siempre han sido.
Un bar que afronta el retorno con optimismo y la debida cautela que impone la batalla frente a la COVID-19 es La Mina, en Gijón. Esta cervecería y bar de filosofía roquera se ubica en la calle Santa Lucía. El pasado mes de diciembre celebraba su XII aniversario. Su dueño, David Barroso, no podía imaginar entonces la surrealista situación en la que toda la sociedad se iba a ver envuelta apenas tres meses después.
«Antes de tener el bar trabajaba en otro en la ruta. Llevo 18 años en esto y en la vida me habría imaginado esta situación», explica. «Espero sacar la cabeza poco a poco. Igual a corto plazo no, pero el sector va a quedar tocado, aunque trato de ser lo más optimista posible», añade. Este hostelero recuerda que «cuando vino la crisis del 2008 casi acababa de abrir el bar».
Antes del confinamiento, La Mina abría de jueves a sábado. Ahora solo descansará el domingo para tratar de compensar lo perdido durante estos meses y equilibrar los efectos de la reducción de aforo. Rememora que, poco antes de declararse el estado de alarma, el ambiente ya se encontraba enrarecido. «Ya el jueves abrí con mal cuerpo», recuerda, porque el anuncio del cierre «se veía muy próximo».
«Al día siguiente por la mañana llamé a Jonás, mi camarero, y tomé la decisión de no abrir el viernes 13», indica. En este sentido, resalta que «lo primero era la salud de los clientes y la nuestra». Posteriormente, a lo largo de las siguientes semanas, llegó «un bombardeo de información por todos lados. Supongo que todos los sectores estaríamos igual de expectantes».
Ahora mismo, su camarero «está en ERTE y creo que se puede mantener hasta finales de junio. En el momento en que me haga falta tiraré de él». La Mina reabrirá con «19 personas de aforo». Indica que durante este periodo de confinamiento ha padecido «pérdidas, ya que el alquiler he tenido que seguir pagándolo», al ser su local propiedad de una entidad financiera.
«Obra no he tenido que hacer. Voy a delimitar tres o cuatro zonas, aprovechando que tenemos mesas altas, para que haya un total de 19 personas en esas áreas», concluye.
«Entre ayudas y demás capeamos el temporal»
Gustavo González, propietario del bar ovetense Montecristo, ubicado en la avenida del Cristo, destaca que ya está listo para la vuelta. «Quitaremos un par de mesas, dejaremos seis y las distanciaremos para guardar los dos metros. Lo malo es que la barra no se podrá utilizar hasta después», explica. Ya tiene «todas las medidas de higiene preparadas» y abrirá «de 7 a 22 horas. Queremos mantener el mismo horario, en principio. Es una toma de contacto y hay que tener paciencia estos primeros meses».
«Cuando los clientes me ven preparando el Montecristo me dicen que tienen muchas ganas de volver», resalta. No obstante, reconoce que estas semanas de cierre forzoso de su negocio han sido duras. «Al ser autónomo vives al día e intentas ahorrar un poco, pero es complicado», admite. Apunta que la situación, especialmente, «se hace dura en el aspecto de los pagos». Pese a todo, «al final, entre ayudas y demás capeamos el temporal».
Es uno de los hosteleros que ha tenido la suerte de poder flexibilizar lo relativo al pago de su arrendamiento. «Tengo una dueña, antigua propietaria del Logos, que nos perdonó los tres meses, pero tengo conocidos a los que sus caseros no les han rebajado nada. Quitando mi caso y otro, nada. Ella me llamó y me dijo que hasta junio estuviésemos tranquilos. Y es que llevamos 18 años aquí y siempre cumplimos», dice.
«Soy optimista. Nosotros trabajamos y vivimos del barrio. Pocos vecinos de El Cristo van a poder marchar de vacaciones y si salen a tomar un café seguirán con sus rutinas», concluye.
«La seguridad del cliente y el empleado es lo más importante»
Tania López, propietaria de El Patio de Butacas, en Pola de Siero, abrirá en fase 2, si bien «el viernes 15, porque era bastante complicado hacerlo el mismo lunes, ya que teníamos que poner en práctica los protocolos de seguridad».
El local ya tiene abierta su terraza, con mucho éxito y responsabilidad por parte de los clientes. «Por ejemplo, el fin de semana hizo buen día y fue un buen vermú. La gente salió bastante a la calle, aunque tienes la limitación que tienes. Al final se trata de ir poco a poco y con pies de plomo», explica. Afirma que «la seguridad del cliente y el empleado es lo más importante. Nosotros tenemos la idea de tener las mesas incluso más separadas de lo que obliga la ley».
Saúl Vega, propietario de la coctelería Malasaña, en Oviedo, ya se ha reunido con todo su equipo, con el que ha elaborado «una normativa interna para hacer frente a este dichoso virus». «Al final aquí vamos a obligar al uso de mascarillas y, además, llevaremos una limpieza más extrema todavía para que el cliente se sienta tranquilo», asevera.
Estima que «la gente va a salir a los bares, pero creo que el cliente va a ser más minucioso, por así decirlo, a la hora de escoger el sitio». Por la naturaleza de este local, la nueva gestión de la atención en mesa no les coge de sorpresa. «Vamos a organizar las mesas como siempre, metro en mano y marcando la distancia de seguridad. Para nosotros no va a suponer un cambio muy drástico, ya que siempre hemos apostado por recibir al cliente y sentarle».
«Va a cambiar el perfil de consumo en los locales»
Marcos Blanco Navia es el propietario de la cervecería L’Artesana, en la calle Santa Clara de Oviedo. Es otro de los bares que se vuelve a encontrar con los clientes ya el lunes. «Por la forma del local y aforo, aunque nos condenan la barra, tenemos sitio de sobra. Lo de ahora es casi una prueba, pero de momento por lo que se ve en las terrazas y lo que nos dicen la gente está comportándose bien», constata.
De momento la vuelta será con «solo servicio de bebida. El de comida lo tenemos parado de momento». Esta apertura no la lleva a cabo con «mentalidad de recuperar lo perdido en estos meses. El que piense eso es demasiado optimista». Cree que «eso no se recupera dentro de este año, la gente aún tiene mucho miedo».
Por lo menos a corto plazo considera que «va a cambiar incluso el perfil de negocio y consumo en los locales». «Nosotros tenemos pensado potenciar el tema de los growlers, un formato para llevar cerveza de grifo a casa», adelanta. Su local tiene 200 metros cuadrados y 98 de aforo máximo, por lo que abrirán con «38-40 personas, pero es que hay bares que van a tener que abrir con un tope máximo de 16 clientes».
Aventura que la manera de consumir dentro de los locales también se verá alterada, ya que «antes estabas una hora y media con una cerveza hablando», algo que «va a tener que cambiar». Y es que su local reabre con el «50% de aforo, pero con el 100% de la clientela que teníamos antes». «Va a ser complicado tener 38 personas, que te queden dos sitios libres, te entren tres clientes y les tengas que decir que no pueden quedar», admite.