El aspirante a rector comienzar a aclarar los pilares de su programa. Planes de movilidad, carreras profesionales, sostenibilidad y «recuperar la tensión intelectual» son algunas de sus propuestas
18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Es pronto para tener un programa electoral totalmente cerrado pero no para comenzar a desvelar el proyecto de Universidad que tiene en mente. El catedrático de Derecho Constitucional, Ignacio Villaverde, es la persona que, salvo la aparición de un espontáneo de última hora, disputará en un cara a cara el rectorado a Santiago García Granda. Se presenta como futuro candidato de consenso que ha unido a familias universitarias que parecían irreconciliables. Pero, ¿cómo es la Universidad que propugna? Villaverde utiliza la palabra «unidiversa» para englobar en una único términos los conceptos amigable, inclusivo y diverso. En resumen, poner a las personas por delante. Quiere poner en marcha la carrera profesional para el personal administrativo (Pas) y para los profesores. Pretende promocionar a los acreditados, lanzar una estrategia de captación y conservación del talento, mejorar las infraestructuras de investigación, reinventar la Casa de las Lenguas, diseñar un plan de movilidad que acerque los campus y recuperar el espíritu crítico y la tensión intelectual. Villaverde tiene un plan ambicioso.
Se comenzó a especular con su candidatura hace ya un año. La idea estaba verde y había muchos obstáculos que salvar antes de que pudiera dar un paso al frente. Había muchas heridas que suturar y recelos que calmar. Había que crear equipo con viejos enemigos electorales a los que ahora une la oposición a Granda. Toda esa labor parece hecha. A la espera de la fecha definitiva de las elecciones, para oficializar las aspiraciones, ahora toca el trabajo de calle. Visitar departamentos, centros, instituciones, ayuntamientos, colectivos de alumnos... Es un trabajo en dos direcciones. Contar lo que se persigue pero también escuchar para recabar las necesidades más acuciantes de la comunidad universitaria. Fruto de ese trabajo, hay ya unos pilares levantados, que son los que ayudan a descubrir la Universidad de Oviedo que Villaverde quiere.
El proyecto
«Es necesario ofrecer a la comunidad universitaria y también a la sociedad asturiana espacios ambles, de calidad y calidez, de cercanía y eficacia. Se necesita una Universidad dirigida por un equipo eficaz, ágil y flexible», cuenta este catedrático que se mueve dentro de la prudencia y que quiere, fundamentalmente, hablar de futuro. «Quiero futuro para su personal administrativo y sus profesores. Ese futuro se llama carrera profesional y académica», explica. Esto ayudaría también a los jóvenes investigadores porque les abriría un panorama razonable de progreso académico y profesional, lo que sería una apuesta para acabar con la precariedad. A los estudiantes pretende devolverles espacios de decisión y crear un servicio de orientación más especializado y cercano.
La investigación será un pilar, tanto por el apoyo a la labor investigadora como por la necesidad de mejorar la transferencia del conocimiento. Para conseguirlo es necesario que los científicos tengan «tranquilidad, sosiego y apoyo». ¿Cómo se consigue esto? La idea de Villaverde es formar equipos de gestión integral de proyectos pero también consolidar grupos de investigación de diseño curricular y de carrera académica. Es fundamental promocionar a los acreditados y planificar una estrategia de captación y conservación del talento joven. Sin estos incentivos, entiende que faltaría confianza. Otra pata importante es la inversión en la mejora de las infraestructuras y profesionalizar y racionalizar los servicios científico-técnicos. Esto no quiere decir que se olvide de la faceta docente. Cree que son dos caras de una misma moneda y que hay que dignificar y reconocer esa labor docente.
La Universidad de Oviedo debe mirar hacia fuera. El futuro candidato a las elecciones al rectorado cree que hay que coger lo mejor de la tradición de estos 400 años para importar y exportar conocimiento. Su propuesta consiste en reforzar los instrumentos de internacionalización, fomentando la movilidad universitaria de todos los colectivos, facilitando el acceso a los grandes circuitos internacionales. Dentro, considera «capital» reinventar la Casa de la Lenguas.
La idea de Villaverde es mejorar la conexión con la sociedad asturiana para transferir el conocimiento y para explicar en qué se gasta su dinero. Habla de establecer un liderazgo fuerte y asentarlo sobre una estructura horizontal. Lamenta que el actual equipo esté «anestesiado» y propugna su intención de «recuperar el espíritu crítico y la tensión intelectual».
En pleno siglo XXI, la sostenibilidad y la era digital no pueden faltar del proyecto de un candidato a rector. Sostenibilidad entendida como medioambiental, social y económica. Señala que la Universidad de Oviedo debe comprometerse a liderar ámbitos tan importantes como «la transición energética, el empleo responsable de los recursos naturales y el diseño de sociedades saludables y solidarias». Esa visión es aplicable a la ordenación interna, con medidas tan concretas como el cambio en los usos de sus propias infraestructuras o la creación de un plan de movilidad necesario por la dispersión geográfica de los campus.
Dos temas más de actualidad
Hay dos temas de actualidad sobre la mesa que Ignacio Villaverde no esquiva y que son determinantes, la futura ordenación urbanística de Llamaquique y los terrenos del HUCA y el debate sobre las nuevas titulaciones. En ambos casos, no da respuestas tajantes. Su camino es el de la negociación pero con liderazgo, sin ideas preconcebidas y con la promesa del estudio.
En cuanto al terma urbanístico, cree que la Universidad tiene que estar liderando esta iniciativa mano a mano con el Ayuntamiento de Oviedo y con el Gobierno del Principado, porque es el propietario de una parte importante de los terrenos que son interesantes y porque tiene la idea de hacer un auténtico campus en El Cristo. Por eso, explica que no tendrían que volver a repetirse imágenes como las que se produjeron hace unos días, en la que se reunieron el consistorio y la Administración asturiana sin la presencia de las actuales autoridades universitarias. Además, sabe que sea cuál sea la decisión, son proyectos a muy largo plazo. Echa números. Si a la Universidad le tocan unos 60.000 metros cuadrados del viejo HUCA, que es más de lo que mide el campus de Barredo, en Mieres, y quiere construir todas las infraestructuras que necesita, se necesitarían unos 90 millones de euros. Esto es casi tanto como el presupuesto de la Universidad de un año. Por otra parte, recuerda que para que los actuales terrenos universitarios de Llamaquique cambien de uso, sería necesaria una modificación urbanística. Y, un obstáculo más, el edificio de Geológicas está protegido.
Con todos estos planteamientos, Villaverde no niega el interés de la gran operación urbanística que está en juego pero habría que buscar medidas alternativas para dar una solución a los docentes y a los estudiantes de las facultades asentadas en Llamaquique mientras se desentraña toda esta maraña. Reconoce que los edificios «son pequeños y se han quedado obsoletos» y no se puede esperar todos los años que requiere darle un giro a Oviedo.
Con respecto a las futuras titulaciones, con el grado de Deportes en el centro de todas las polémicas, el aspirante a ocupar el rectorado, afirma que está todo por decidir. Ni siquiera da por hecho que Deportes vaya a salir. Considera que el documento presentado por el actual rectorado al Gobierno del Principado sobre titulaciones está incompleto y carece incluso de memoria económica, por lo que considera que es solo un primer paso pero con mucho trabajo aún que realizar. A Villaverde le gustaría realizar una evaluación de la calidad de la titulaciones, después de 10 años de implantación de Bolonia, y luego quiere meditar el futuro sin atender a «la lógica perversa de los números» ni tampoco únicamente al interés racionalista del mercado laboral. Se explica y pone ejemplos. Matemáticas y Filosofía son ahora carreras con una elevada empleabilidad. Si hace una década se hubiera hablado de cerrar titulaciones con tasas de paro grandes, probablemente ambas habrían estado sometidas a debate. Así que cuando se refiere a la viabilidad, no solo atiende a criterios economicistas, también incluye el conocimiento científico o la utilidad social. Antes de cerrar, apuesta por reorientar o ajustar, desde la programación al tamaño de los grupos. La oferta de titulaciones es siempre un tema delicado para dar un paso en falso.