Dos informes del Principado revelan cómo el paso a la Secundaria deja en el camino incluso a alumnos que disfrutan con los estudios. Los malos resultados lastran más que proceder de entornos desfavorecidos
20 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.¿A quién le gusta estudiar? Esta pregunta el punto de partida de una investigación encargada por la Consejería de Educación para conocer un poco mejor el perfil de sus alumnos y así saber cómo acompañarles durante todo el proceso de aprendizaje. Si los que responden son alumnos de Primaria de cuatro de Primaria, con nueve años, entonces más de seis de cada diez disfrutan. En segundo de Secundaria, se ha perdido a la inmensa mayoría. La motivación solo es alta en el 16%. ¿Qué puede pasar en solo cuatro cursos para que se produzca este drástico descenso que, además, tiene un efecto directo sobre las notas? Un segundo trabajo también encargado por la propia Administración educativa aporta alguna luz. En ese mismo lapso de tiempo, es decir, en el paso a la ESO el autoconcepto académico describe la misma trayectoria de caída en picado. Dejan de confiar en sus posibilidades de aprendizaje. Esa pérdida de seguridad es más significativa en aquellos que suspenden y, sobre todo, en aquellos que han repetido. Estas conclusiones parecen apuntalar los argumentos de la actual consejera, Carmen Suárez, que ha señalado en repetidas ocasiones que pasar dos años en el mismo curso no es ninguna garantía de éxito.
¿A quién le gusta estudiar? Evolución de la motivación y el esfuerzo del alumnado es un informe firmado Álvaro Postigo, Marcelino Cuesta, Eduardo García-Cueto y José Muñiz, del Grupo de Investigación de Psicometría de la Universidad de Oviedo, y editado por la Dirección General de Ordenación, Evaluación y Equidad Educativa del Principado. Sus conclusiones son contundentes. Señalan que cada vez existen más evidencias que señalas que las variables no cognitivas de la educación, como son la motivación o el autoconcepto, son piezas clave para el rendimiento. Explican que en los alumnos asturianos estudiados la motivación académica «desciende drásticamente» entre los 10 y los 14 años. Los pocos estudiantes que muestran una motivación académica alta muy estable son los que terminan sacando mejores calificaciones tanto en Lengua Castellana y Literatura como en Matemáticas, las dos áreas que han analizado. Pocos, en cambio, siguen la trayectoria contraria. Es decir, el porcentaje de los que en Primaria tienen una motivación baja y en Secundaria despegan es apenas residual.
Cuadernos limpios y ordenados
Los autores definen tres niveles para los alumnos en función, precisamente, de la motivación. El grupo más alto es el que aglutina a los de Motivación Alta, que son aquellos a los «les gusta estudiar y se esfuerzan por lograr buenos resultados, atienden en clase, persisten para finalizar las tareas y procuran tener los cuadernos limpios y ordenados». Después, está el nivel intermedio compuesto por el Alumno Aplicado. A este grupo también le gusta estudiar, «se esfuerza por obtener buenas calificaciones, procura estar atento en clase y tener los cuadernos limpios y ordenador y persevera en su trabajo, incluso cuando las tareas escolares le plantean dificultades». La Motivación Baja es el último escalón y define a «los que no les gusta estudiar y tampoco reconocen que el estudio supone un debe o un compromiso».
El trabajo sigue la trayectoria de casi 5.000 alumnos que participaron en las pruebas de evaluación de Diagnóstico del Principado, que se realizan desde hace años tanto en cuarto de Primaria como en segundo de Secundaria y que permiten realizar investigaciones longitudinales, siguiendo en el tiempo qué es lo que hace un mismo grupo de estudiantes. Si en cuarto de Primaria dos de cada tres están dentro de la categoría Motivación Alta, cuatro años más tarde el porcentaje es solo de uno de cada seis. En cambio, el número de alumnos de Motivación baja «se multiplica por ocho» en ese mismo periodo. Lo que crece en la ESO son los Aplicados. La parte más preocupante, a juicio de los autores, son los que pasan de estar altamente motivados a la desmotivación absoluta. «Suponen uno de cada seis y se trata de los casos con mayor deterioro motivacional», señalan.
Las calificaciones reflejan perfectamente esta situación. Se puede tomar como referencia Lengua y Literatura. Los estudiantes con Motivación Alta sacan de media un 7,7, es decir, un notable alto en Primaria. Aunque en el salto a Secundaria pierdan interés, sus notas siguen siendo más altas que aquellos compañeros a los que nunca les gustaron los estudios. Los que tienen una Motivación Baja en Primaria consiguen aprobar con un 6 pero en Secundaria ya están al borde del suspenso. No obstante, las notas medias bajan para todos, incluso para aquellos que responder un sí a la pregunta de ¿te gusta estudiar? Lo mismo sucede en Matemáticas, donde las calificaciones de partida son más bajas y la escasa motivación en Secundaria ya implica un suspenso.
«Se observa una clara relación entre la motivación y el desempeño académico a lo largo de cuatro años de escolarización obligatoria», indican los firmantes. La conclusión es que se muestra necesario que la Administración adopte medidas o programas específicos destinados a mitigar la pérdida de motivación. Las causas parecen menos tangibles. No obstante, apuntan al aumento de la exigencia escolar, que genera frustración en muchos jóvenes, y al deterioro del autoconcepto académico. «No se sugiere que el alumnado deba tener un gusto natural por el estudio a la edad de 14 años, pero sí que adquiera incentivos en la escuela que puedan influir de manera directa en su gusto por los estudios y, por tanto, en su motivación», añaden. De lo contrario, ¿qué puede suceder? Creen que el alumnado «puede desarrollar una mentalidad fija y creer que no puede modificar sus habilidades», un círculo vicioso peligroso.
Cómo se ven
Con respecto al autoconcepto, existe una segunda investigación realizada por el propio Servicio de Ordenación Académica y Evaluación Educativa. Los autores reconocen que las creencias sobre la propia competencia es uno de los factores capitales y con mayor fuerza para explicar las diferencias en los resultados escolares. Este estudio tiene unas bases idénticas al anterior. Está basado en la Evaluación de Diagnóstico y se compara a una cohorte determinada de alumnos en cuarto de Primaria y en segundo de Secundaria. Para saber qué sucede recurre a tres variables sociológicas, que son el género, la nacionalidad y el índice socioeconómico de la familia. El cuarto parámetro es la trayectoria. Y por trayectoria mide quién ha repetido y quién no, si ha repetido a edades tempranas o más de una vez.
Los datos que han analizado confirman que, efectivamente, los antecedentes sociológicos, modulan la evolución del autoconcepto, de cómo se ven. El más determinante de los tres es el índice socioeconómico, más que el género y que el hecho de ser o no extranjero. Pero lo curioso es que concluyen que «las trayectorias escolares influyen en la construcción del autoconcepto más que las condiciones socioeconómicas». Esto supone que los centros educativos representan una oportunidad de mejorar la equidad, ya que son espacios en los que los estudiantes más desfavorecidos o con más barreras puedan superarlas. Nuevamente, la evolución entre Primaria y la Eso es negativa, algo que a juicio de los autores «contrasta con la supuesta mejora de las competencias académicas y con el desarrollo madurativo y cognitivo propio de la adolescencia».